Vega Iranzo González-Cruz.

El abordaje del cáncer de mama ha experimentado una pequeña revolución en las últimas décadas gracias, entre otros factores, a la detección precoz mediante la estandarización del cribado y a la implementación de nuevos tratamientos cada vez más personalizados. El cáncer de mama es un tumor, en líneas generales, con buen pronóstico, ya que el 85 por ciento de las pacientes sobreviven a los cinco años del diagnóstico. Sin embargo, todavía es el que provoca una mayor mortalidad femenina y fueron 6.614 mujeres las que fallecieron en España en 2021 por cáncer de mama.

El cáncer de mama es una enfermedad heterogénea, con diferentes subtipos que condicionan distinto perfil de agresividad y tratamiento. Frente a este desafío de garantizar una medicina de precisión y personalizada, las últimas novedades terapéuticas han aportado beneficios en cuanto a eficacia, reducción de toxicidad, mejora en la calidad de vida y aumento de supervivencia. En este sentido, en los últimos años diversos tratamientos han abierto la puerta a la esperanza a los cánceres de mama avanzados como son los inhibidores de ciclina para los tumores hormonodependientes; el trastuzumab deruxtecan en cáncer de mama con sobreexpresión de HER2+, o incluso con baja expresión del mismo; y el sacituzumab govitecan para la enfermedad triple negativa.

Sin embargo, el acceso a tratamientos innovadores todavía es una asignatura pendiente. Es prioritario encontrar fórmulas que permitan agilizar el acceso a aquellos tratamientos que hayan demostrado un beneficio para los pacientes, para quienes el tiempo es un factor determinante. En la actualidad, y según el último informe WAIT (Waiting to Access Innovative Therapies) de 2022, en España contamos con el 61% de los 41 medicamentos para el cáncer aprobados por la Comisión Europea, y aunque nos sitúa ligeramente por encima de la media europea (55%), deben transcurrir 469 días, de media, para que estos se financien.

Ante este escenario de dificultad de acceso, merece la pena trabajar para reducir los tiempos de aprobación y evitar la duplicación de los procesos de valoración a distintos niveles, pues no aportan valor, demoran la llegada a los pacientes y generan inequidad muchas veces por las diferencias en las evaluaciones regionales y restricciones de uso. Además, sería deseable explorar mecanismos de acceso temprano, sin necesidad de que finalicen todos los trámites hasta la comercialización oficial, incluida la negociación de precio, en necesidades médicas no cubiertas.

Todas estas medidas tienden a un mismo fin: que pacientes con Cáncer de mama, y especialmente aquellos en fases avanzadas, puedan disponer de tratamientos eficaces e innovadores lo antes posible. Porque muchas veces sí es cuestión de tiempo.