Uno de los principales puntos fuertes de la inteligencia artificial en su aplicación a la medicina es que supera las limitaciones del ser humano. Llega hasta puntos imperceptibles para el ojo humano, lo que puede ayudar a realizar diagnósticos mucho más precisos. También, tiene la capacidad para acumular en su memoria diferentes imágenes y, mediante una comparación de todas ellas, analizar las similitudes y diferencias para detectar las posibles anomalías.

Por ello, cada vez son más las especialidades que ahondan en las posibilidades que ofrece la inteligencia artificial. Si nuestros lectores repasan las publicaciones de esta semana y las anteriores -con alta probabilidad, en las posteriores, la tendencia seguirá siendo la misma-, las noticias relacionadas con la inteligencia artificial copan cada vez más huecos. Así, ya se han abordado temas como los relativos a sus diferentes usos, por ejemplo, en diagnóstico o pronóstico de diversas enfermedades u otros de corte más política como los posibles retos que puede plantear en cuanto a ámbitos como la protección de datos y las normativas al respecto.

Prueba de ello es que esta semana la Sociedad Española de Neurología (SEN) corroboraba su interés en esta área anunciando durante la inauguración de su congreso anual que creará un área específica para la inteligencia artificial. También el Hospital Universitario La Paz ha anunciado la incorporación a la práctica clínica de la caracterización del metiloma con técnicas de IA con el fin de diagnosticar tumores del sistema nervioso central de manera más precisa. Y estos avances siguen la senda de lo que ya se expuso hace apenas unos días en el congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) celebrado en Madrid: se espera que estas técnicas tengan un crecimiento exponencial en el corto plazo en Oncología en ámbitos que van desde la selección de imágenes de biopsia, mamografías y tomografías computarizadas (TC) pulmonares utilizadas para detectar tumores en los pacientes como en la investigación y el desarrollo de nuevos fármacos.

Teniendo en cuenta que, lo que se vislumbra es el fin de un largo camino de avances científicos y tecnológicos, todos los agentes involucrados tienen que trabajar con unión y agilidad para garantizar que se adaptan a esta innovación. En este sentido, contar con una normativa sólida y robusta que garantice que se usa la inteligencia artificial con seguridad para los ciudadanos y asegurar que se ofrece a los profesionales una formación continuada y actualizada prácticamente al día, es fundamental. Es un tren que no podemos dejar pasar.


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