| viernes, 08 de noviembre de 2019 h |

Imaginemos que padecemos una enfermedad crónica que nos hace depender del Sistema Nacional de Salud. La patología en cuestión nos la diagnosticaron hace unos cinco años y necesitamos tener a un equipo de profesionales que respondan a nuestras demandas. Sin embargo, lo que nos encontramos es que durante unos 500 días en total nos han tenido en lista de espera y que, para colmo, nos han cambiado de médico hasta en cinco ocasiones.

Esta es la situación que vive la Sanidad con mayúsculas, aquella que necesita de reformas estructurales que se adapten a los males que la acucian. Los síntomas más recurrentes son la falta de financiación, el cambio de la pirámide poblacional, con sus cocomorbilidades asociadas de cronicidad y pluripatologías, y una cohesión cuyas articulaciones sufren un severo desgaste. Además, su sistema inmune —esos millones de profesionales que se dejan la piel día a día— está exhausto y necesita vitaminas que lo revitalice. Ante este cuadro médico, lo que ha vivido esa Sanidad en el último lustro han sido unos 500 días de Gobierno en funciones y hasta cinco ministros o ministras. La situación es insostenible y no puede permitirse nuevos giros de guión político que alarguen la agonía.

La suerte que tenemos los ciudadanos es que la Sanidad, aunque huérfana, sigue demostrando que no descansa en su afán por presentar soluciones a los pacientes. Con un breve vistazo a las páginas de este periódico se puede comprobar que la investigación pública da resultados y que los profesionales, aunque desatendidos, lejos de acomodarse en su funcionariado, siguen demandando mayor protagonismo en la gestión integral del Sistema Nacional de Salud. También la industria farmacéutica sigue ofreciendo alternativas terapéuticas. Esta semana hemos conocido dos medicamentos que prometen poner fin a una de esas enfermedades que torturan a muchas personas pero que no suele gozar de la repercusión mediática: la migraña.

El 10-N volveremos a emitir nuestra opinión de cómo deben organizarse las cámaras parlamentarias. El voto de la mayoría de ciudadanos, además de su opción política, llegará con un mensaje que no se puede volver a olvidar. Diputados y senadores, dejen de marear la perdiz y formen gobierno porque, entre otras urgencias, la Sanidad no puede seguir esperando ni un minuto más.