El Consejo General de Enfermería (CGE) considera imprescindible fomentar políticas medioambientales para luchar contra el cambio climático, ya que el planeta se enfrenta en la actualidad al mayor desafío sanitario del siglo XXI. Así, han instado a contar con las enfermeras para afrontar este reto que representa “una clara amenaza para la salud humana” si no se toman medidas drásticas en todo el mundo.

El presidente del CGE, Florentino Pérez Raya, ha afirmado que “hay numerosos estudios que ponen de manifiesto la situación actual y los problemas que puede acarrear en la salud de las personas. Los Gobiernos de todos los países deben trabajar conjuntamente para anticiparse a los riesgos climáticos y, sin ninguna duda, las enfermeras deben estar presentes en la toma de decisiones de estas futuras políticas. Durante años, y, sobre todo recientemente con el COVID-19, las enfermeras hemos demostrado ser uno de los pilares fundamentales de los sistemas sanitarios y en un momento como este tenemos que ser parte del progreso y estar en los equipos que coordinen estas decisiones”.

Por su parte, la enfermera del Hospital de Mollet (Barcelona) y experta en salud planetaria, Silvia Casellas, ha considerado que la enfermería “debe ser conocedora de los problemas de salud que se generan por la variabilidad climática y actuar en consecuencia”. De esta forma, ha expuesto que “la valoración que da el CIS a las enfermeras podría avalarlas como figuras de confianza en la relación con los ciudadanos en sus cuidados y ser las transmisoras de la formación y educación necesaria, ampliando los conocimientos de la comunidad frente a las alteraciones provocadas por el aumento de las temperaturas como los problemas cardiovasculares y los golpes de calor, los peligros de la contaminación del aire (alergias, asma) y el agua por las enfermedades producidas por vectores”.

En este sentido, la coordinadora del Instituto de Investigación Enfermera del CGE, Guadalupe Fontán, junto a la subdirectora de Enfermería del Hospital General Gregorio Marañón (Madrid), Diana Molina, ha publicado un artículo en el portal Fundación Mutualidad en el que se insta a trabajar en tres líneas como grandes desafíos de futuro. Así, han estimado necesario “promover acciones que reduzcan las emisiones de carbono y mejoren la salud”, ya que “los sectores que impulsan las emisiones de gases de efecto invernadero (incluidos la energía, el transporte, la industria, la agricultura y los residuos) también son fuentes de contaminantes atmosféricos nocivos, que aumentan la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cáncer, tal y como ha destacado el CGE en un comunicado.

Construir sistemas de salud mejores

Por otro lado, han considerado que “hay que construir sistemas de salud mejores, más resilientes y ambientalmente sostenibles, con un enfoque sistemático e integral garantizando que pueda responder y adaptarse a los riesgos para la salud”, así como “implementar medidas de salud pública para protegerse de una variedad de riesgos climáticos para la salud no sólo en referencia a la asistencia sanitaria, sino incluyendo los determinantes ambientales y sociales de la salud”.

“Será necesaria la implementación de sistemas de vigilancia y respuesta basados en el clima para riesgos clave, como el calor extremo, las enfermedades infecciosas emergentes, la seguridad alimentaria y nutricional, las resistencias antimicrobianas y la integración del riesgo climático en programas de salud. Es necesario también promover investigaciones que tengan en cuenta las características específicas del cambio climático a largo plazo, incluidas las proyecciones futuras de los cambios en diversos determinantes de la salud, como el envejecimiento, cuyo grupo poblacional es particularmente vulnerable al calor extremo”, según ha comentado Fontán.

“Los fenómenos meteorológicos extremos y los factores estresantes ambientales pueden degradar la seguridad del agua y el suelo, aumentando los riesgos de enfermedades transmitidas por el agua y los alimentos, así como provocar enfermedades mentales agudas como ansiedad, depresión y estrés postraumático”, según ha alertado CGE. También que “la mala calidad del aire puede provocar enfermedades respiratorias crónicas y que existe una relación directa entre el cambio climático y el envejecimiento. Es con las personas mayores con las que se pide extremar las precauciones porque las olas de calor que se están sufriendo en la actualidad pueden aumentar el número de muertes relacionadas con este fenómeno”.

Por este motivo, desde el Consejo General han propuesto investigar más a fondo estas situaciones y abordarlas desde un punto de vista multidisciplinar, con la colaboración de los profesionales y también los organismos sanitarios de cada gobierno. Y es por esto mismo por lo que desde el organismo ya se está trabajando junto a otras instituciones de profesionales y pacientes para impulsar y crear conciencia entre la población y entre las administraciones.


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