A nadie se le escapa que el cuidado de la salud mental resulta algo primordial a cualquier edad, pero más si cabe en etapas de mayor vulnerabilidad, como son la infancia o la adolescencia. Los pediatras somos testigos, con gran preocupación, de un alarmante incremento de casos de depresión, ansiedad, trastornos por déficit de atención e hiperactividad, trastornos de la conducta alimentaria, e incluso casos de autolesiones y conductas suicidas entre los adolescentes. Estas situaciones generan un gran sufrimiento tanto en los menores como en sus familias, acarreando efectos adversos en la salud a corto, medio y largo plazo.

El 70% de los trastornos mentales se inicia en la edad infanto-juvenil, un dato inquietante, pero que a la vez nos muestra una ventana de oportunidad para prevenir desde la infancia la mayoría de estos problemas. ¿Cómo? Lo primero es poner el foco en los diversos factores que los provocan, y que han demostrado estar interrelacionados.

“El 70% de los trastornos mentales se inicia en la edad infanto-juvenil, un dato inquietante, pero que a la vez nos muestra una ventana de oportunidad para prevenir desde la infancia la mayoría de estos problemas”

La evidencia científica confirma que la creciente prevalencia de obesidad infantil en España, donde un tercio presenta sobrepeso u obesidad, está estrechamente vinculada a la falta de ejercicio físico y al uso excesivo de pantallas. Van de la mano las alteraciones en los patrones de sueño, el aislamiento social, y el aumento del consumo de alimentos poco saludables de manera inconsciente. Todo ello, desencadena una tormenta perfecta para los trastornos mentales.

En la era de la tecnología, solo el 36% de los niños y adolescentes en España cumple con la recomendación de la OMS de no superar las dos horas diarias frente a las pantallas, por lo que el reto al que nos enfrentamos tiene unas proporciones muy significativas.

Desde la Asociación Española de Pediatría (AEP) no podíamos quedarnos impasibles ante esta situación. Nuestra responsabilidad nos obliga a tomar la iniciativa en el cuidado de la salud digital de nuestra infancia, y, por ende, de su salud física y mental. Hemos querido contribuir a la búsqueda de soluciones con el Plan Digital Familiar (https://plandigitalfamiliar.aeped.es/), una herramienta diseñada para fomentar el uso adecuado y saludable de la tecnología entre los menores. El plan, disponible para pediatras y familias, ofrece recomendaciones científicamente avaladas, ajustándose a las distintas circunstancias de cada hogar, y adaptándose a las diferentes edades de los niños.
Pero educar a nuestra infancia en salud digital pasa ineludiblemente porque los adultos hagamos una reflexión profunda sobre qué uso le estamos dando actualmente a las tecnologías. Debemos decidir cuál es el papel que queremos que tengan en nuestra familia, y asumir que somos el referente de nuestros hijos, tanto para lo bueno como para lo malo.

Las instituciones sanitarias y educativas parece que empiezan a involucrarse también. Es inaplazable ya la adopción de decisiones enfocadas a proteger a los más pequeños de los riesgos del uso excesivo de la tecnología, así como propiciar alianzas que fomenten un uso sensato de la misma, como la llevada a cabo entre la AEP y la Agencia Española de Protección de Datos con la campaña de concienciación a la ciudadanía #CambiaElPlan.

Debemos tomarnos este desafío como un deber de la sociedad en su conjunto, porque la salud digital de los niños de hoy redundará en la salud física y mental de los adultos del mañana.