J.P.R. Madrid | viernes, 28 de octubre de 2016 h |

Los avances en medicina genómica conseguirán aumentar en un breve plazo la esperanza de vida y situarla incluso por encima de los 100 años. Se vislumbra un nuevo objetivo: la inmortalidad. Así lo explica Arturo Fernández-Cruz, catedrático-jefe de servicio emérito del Hospital Clínico San Carlos y presidente de la Fundación Fernández-Cruz, que la semana pasada celebró las lección memorial ‘La lucha contra el envejecimiento y la muerte empieza por ti’.

Pregunta. ¿Qué puede aportar el paciente o el ciudadano en esa lucha contra el envejecimiento?

Respuesta. Muchísimo. Ese objetivo se logra con la cultura del ciudadanos, cuanto más culto es, más va a vivir. Eso implica que la participación del ciudadano en el sentido de que lo podamos empoderizar con la información adecuada para poder corregir los daños que se van produciendo en el ADN, que son los responsables de que aparezcan estos procesos. Esto es una realidad incontestable, porque además ya hemos probado en medicina científica que la corrección de esos procesos establece con claridad un aumento de la esperanza de vida y sobre todo para el gasto sanitario una disminución de la morbilidad. Si el ciudadano se informa y se empodera con cosas simples y elementales constituyen un impacto enorme para conseguir la meta de envejecer de forma saludable.

P. En esta lucha juega un papel importante los tratamientos con incretinas y contra las enfermedades cardiovasculares.

R. Habíamos interpretado desde el principio que la prevención de las enfermedades crónicas constituía una herramienta útil. Estamos en un momento en que la biotecnología ha logrado un desarrollo acelerado de este proceso tecnológico y que se ha permitido aplicar a la medicina actual. No sólo se ha conseguido en la metodología del diagnóstico sino también en el campo de los tratamientos con fármacos. Este año le hemos prestado a lo que creemos son los dos tratamientos más revolucionarios en el campo de las enfermedades crónicas. La primera es la diabetes. Esta patología en su lenguaje más convencional clásico y desde el punto de vista no farmacológico consistía en no ganar peso, ejercicio, evitar el estrés crónico, una dieta mediterránea… Teníamos fármacos convencionales que potenciaban la liberación de insulina por el páncreas. Ahora ha cambiado brutalmente y nos encontramos con dos estructuras de fármacos diferentes. Una de ellas son las incretinas, que han cambiado la dinámica del proceso del diabético en su evolución crónica, logrando que deje ser de diabético.

P. ¿Qué ahorros podrían crearse para el sistema?

R. Brutal porque la diabetes es una enfermedad maldita que se asocia a otras enfermedades de tipo cardiovascular y oncológicas, así como al alzhéimer que tienen un fuerte impacto económico.

P. Estos tratamientos podrían ayudar a conseguir uno de los grandes retos que es la sostenibilidad del SNS.

R. Absolutamente. Una de las cosas de las que se tienen que mentalizar los sistemas sanitarios es cambiar su objetivo. En este periodo de tiempo, se ha orientado la gestión sanitaria hacia la enfermedad; es decir, a diagnosticarla con mayor precisión, a hacerlo de manera temprana y realizar un tratamiento adecuado para corregirlo. Este un lenguaje antiguo. De lo que se trata ahora es que el gen no se exprese, que no se produzca una alteración del alfabeto heredado y que no se exprese la enfermedad. Los sistemas sanitarios deben hacer un grandísimo esfuerzo en trabajar con el ciudadano, que debe participar activamente y ser gestor de su propia salud para prevenir las enfermedades. Contra con herramientas para que el gen se reprima y deje de expresarse constituye un paso en el campo médico.

P. ¿Va a ser la genómica la principal arma en la lucha contra el envejecimiento?

R. A lo largo de los últimos años, ya en el memorial del año pasado, Carlos López Otín explicó los criterios que nos permitirían no envejecer. Todo procede de un daño en el ADN, pero se puede corregir. Juan Carlos Izpisua, director de Gene Expression Laboratories del Instituto Salk (California, EE.UU.), nos ha explicado algo revolucionario que nos coloca cerca de la inmortalidad. Esa secuencia de ADN que se halla alterada o proceso de alteración, puede realizarse una cirugía del gen; es decir, edita ese gen y corrige la enfermedad. Esto nos hace cuestionar que nosotros hechos para morir. Es posible alcanzar el cielo sin morirse.

P. El envejecimiento es uno de los grandes retos del SNS, ¿cómo se debería abordar?

R. Yo creo que el SNS tiene ideas claras sobre las grandes pandemias que están asociadas al envejecimiento. A lo largo de estos últimos años hemos aprendido que no existen genes que nos codifiquen el envejecimiento; es decir, que no estamos programados para envejecer. Sí hemos aprendido que disminuimos nuestra esperanza de vida cuando se expresan determinadas pandemias y que se relacionan con la modificación de la curva del envejecimiento del ser humano. Estos procesos son bien conocidos por los sistemas de salud. Son las enfermedades crónicas, que se han convertido un reto, porque constituyen por encima de los 65 años el 80 por ciento del gasto sanitario público y privado. Estas enfermedades crónicas son bien conocidas. Si pudiéramos ser más eficaces en prevenir las enfermedades crónicas entraríamos en un escenario diferente y empezaríamos a confirmar que se puede vivir por encima de los 100 años.

P. Se habla hoy de empoderar al paciente, ¿hasta qué punto se ha conseguido o se está consiguiendo esa meta?

R. España es el ejemplo, ya que ha conseguido que tengamos una esperanza de vida alta y creo que esto se encuentra en parte en los genes. Lo explicó Carlos López-Otín. Pero esos genes se dañan no sólo por un lenguaje que puede aparecer alterado en la infancia, sino del ambiente tóxico que se crea alrededor de sus hábitos normales, entre los que se encuentra como dijo la Nobel de Medicina del año pasado, Elisabeth Blackburn, el estrés crónico.

LAS FRASES

El SNS tiene ideas claras sobre las grandes pandemias que están asociadas al envejecimiento”

Empoderar al paciente constituye un impacto para conseguir envejecer de forma saludable ”