Las mutaciones de los receptores del factor de crecimiento epidérmico (EGFR) están presentes en entre el 16 y el 19 por ciento de los pacientes caucásicos con cáncer de pulmón no microcítico (CPNM), y se dan en entre el 37 y el 41 por ciento de los pacientes asiáticos con CPNM de tipo adenocarcinoma. La tasa de supervivencia a cinco años para todas las personas con CPNM metastásico y mutaciones del EGFR que son tratadas con inhibidores de la tirosina cinasa (TKI) del EGFR es inferior al 20 por ciento.

Ahora, los resultados de los estudios Chrysalis y Chrysalis 2 presentados por Janssen durante la última reunión anual de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) abren una nueva vía terapéutica en el abordaje de estos pacientes cuya enfermedad ha progresado.

“Los resultados de ambos estudios son de gran importancia para el avance en el tratamiento de pacientes con CPNM con mutaciones de EGFR”, ha destacado a GACETA MÉDICA Rosario García Campelo, jefa de Servicio de Oncología Médica en la Unidad de Tumores Torácicos del Hospital Universitario de A Coruña.

En concreto, el estudio Chrysalis evalúa amivantamab (Rybrevant) en monoterapia y en combinación con lazertinib (Leclaza) en pacientes con CPNM avanzado EGFR+, que han progresado tras un tratamiento con osimertinib (Tagrisso). El análisis mostró una mayor actividad y duración de la respuesta (DdR) en los pacientes tratados con la terapia de combinación, lo que demuestra el posible beneficio de actuar sobre los dominios extracelular (externo) y catalítico (interno) del EGFR. Incluso en pacientes con resistencia documentada a los TKI del EGFR de tercera generación.

Los resultados de ambos estudios son de gran importancia para el avance en el tratamiento de pacientes con CPNM con mutaciones de EGFR”

Rosario García Campelo

Por otra parte, Chrysalis 2 evalúa amivantamab en combinación con lazertinib para el tratamiento de pacientes CPNM EGFR+, cuya enfermedad ha progresado tras el tratamiento previo con osimertinib y quimioterapia basada en platino. Aunque los resultados previamente publicados han mostrado respuestas duraderas con esta combinación en pacientes tratados con osimertinib, que no han recibido previamente quimioterapia, estos nuevos datos sugieren que haber recibido un tratamiento previo de quimioterapia no afecta a la actividad de la combinación.

“Chrysalis 2 ofrece una tasa de respuesta del 41 por ciento, que en este contexto son resultados muy prometedores y esperanzadores. Además, la combinación se tolera bien; y esto es un aspecto muy importante”, describe la especialista.

Según los datos del estudio, el perfil de seguridad de la combinación fue consistente con los resultados publicados previamente de amivantamab y lazertinib a la dosis de combinación recomendada y no se identificaron nuevas señales de seguridad.

“Los clínicos queremos que nuestros pacientes alcancen buenas cifras de supervivencia, pero sobre todo que los tratamientos que prescribimos no impacten significativamente en su calidad de vida. Estos son tratamientos que se toleran bien y que solo provocan reacciones en el momento de la infusión”, señala.

“Cuando la enfermedad progresa porque el fármaco deja de ser eficaz, que ocurre casi inevitablemente en casi todos los pacientes antes o después, la alternativa terapéutica en uso clínico es la quimioterapia convencional”

Rosario García Campelo

Necesidad no cubierta

Los pacientes con CPNM cuya enfermedad ha progresado a los tratamientos de referencia tienen una tremenda necesidad de nuevas opciones de tratamiento. “Se trata aún de datos pendientes de validar, pero disponer de nuevas expectativas siempre es una buena noticia”, continúa la especialista.

Actualmente, estos pacientes son tratados en primera línea con un TIK de primera, segunda o tercera generación. “Cuando la enfermedad progresa porque el fármaco deja de ser eficaz, que ocurre casi inevitablemente en casi todos los pacientes antes o después, la alternativa terapéutica en uso clínico es la quimioterapia convencional”, añade.

Respecto a las investigaciones actuales en esta enfermedad y, en concreto, en la estratificación de pacientes beneficiarios, las mismas están centradas —según esta oncóloga— en la búsqueda de potenciales biomarcadores que permitan identificar cuáles de ellos se benefician más de estas nuevas estrategias terapéuticas.

“Asimismo, también se están desarrollando estudios en fase tres en líneas más precoces de la enfermedad para ver cómo se comportan estos fármacos en primera línea de tratamiento”, concluye la especialista.


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