Los datos del estudio ZUMA-7 presentados en ASCO y publicados en el NEJM, reflejan una reducción del riesgo de fallecimiento del 27,4 por ciento en pacientes en recaída o refractarios

El linfoma B difuso de células grandes (LBDCG) es un tipo de neoplasia hematológica que se caracteriza por su rápido crecimiento. El tratamiento estándar consiste en quimioterapia basada en platino tras realizar un trasplante autólogo. Pero, como ya reflejaban los datos y lo corroboran los resultados presentados en la última reunión de ASCO, la innovación terapéutica en esta patología está impactando positivamente en LBDCG en términos de supervivencia.

Alejandro Martín García-Sancho, investigador y hematólogo en el Hospital Clínico Universitario de Salamanca, explica que durante la última reunión de ASCO “se presentó el análisis definitivo de supervivencia global (SG) del estudio”; estos datos corresponden a ZUMA-7, estudio de Fase III aleatorizado. A este respecto añade que “ya se había presentado y publicado el análisis del objetivo principal, que era la supervivencia libre de evento, en el que se demostraba que la terapia CAR-T con axicabtagén ciloleucel (Yescarta) en segunda línea era superior al tratamiento estándar”.

Por ello, como remarca Martín García-Sancho, estos nuevos datos certifican la eficacia de este tratamiento “en términos de supervivencia global, resultados que se han publicado además en el New England Journal of Medicine (NEJM), y que son estadísticamente significativos”. Concretamente, del estudio se extrae que administrar axicabtagén ciloleucel redujo en un 27,4 por ciento el riesgo de fallecimiento en comparación con el tratamiento estándar; esto se traduce en una mejora relativa del 38 por ciento en la supervivencia global para pacientes con LBCDG refractarios o en recaída dentro de los 12 meses de finalización de la terapia de primera línea.

En resumen, señala el especialista “con estos datos en SG parece claro que la terapia CAR-T, en este caso con axicabtagén ciloleucel, mejora los resultados en la población incluida en el ensayo clínico, que son aquellos pacientes con LBDCG refractarios primarios, es decir, que no responden al tratamiento de primera línea y que recaen o progresan de manera precoz”. Siguiendo este hilo, Martín García-Sancho precisa que “se considera ‘precoz’ a aquella recaída que ocurre en el primer año después de terminar el tratamiento en primera línea”.

Es en este grupo donde el tratamiento con axicabtagén ciloleucel ha mostrado superioridad en términos de SG, por lo que Martín García-Sancho llama a considerar “que hay que cambiar el tratamiento estándar en LBCDG refractario o en recaída precoz que se estaba haciendo en los últimos 30 años”. Asimismo, el hematólogo recalca que “esta terapia está ya aprobada por la Agencia Europea del Medicamento (EMA) y, aunque la indicación concreta todavía no cuenta con financiación en España, los datos reflejan el beneficio de adelantar a líneas más tempranas esta terapia”.

Respecto al perfil de toxicidad, Martín García-Sancho indica “que es el ya conocido al registrado cuando axicabtagén ciloleucel se administraba en líneas posteriores”. Además, señala que “probablemente, cuanto antes se pueda usar la terapia CAR-T, más beneficio obtenga el paciente, ya que los linfocitos T tendrán su función más preservada para ejercer el efecto antitumoral”.

Perspectivas de futuro

No obstante, el experto apunta que, con estos buenos resultados como base, es necesario seguir investigando para hallar opciones terapéuticas eficaces en todos los subgrupos de pacientes con LBDCG. “La terapia CAR-T ha sido un avance muy significativo, pero, lamentablemente, todavía hay pacientes que siguen progresando; por ello, hay que seguir investigando en nuevos tratamientos en monoterapia o en combinación, que seguirán contribuyendo a mejorar el abordaje de estos pacientes”.

Asimismo, Martín García-Sancho llama a focalizar las investigaciones en otra área de gran relevancia: los biomarcadores. Y es que, tal y como apunta el especialista, “en linfoma B difuso de células grandes no contamos con biomarcadores que nos permitan predecir con antelación qué pacientes son resistentes a las diferentes opciones terapéuticas innovadoras que van completando la cartera de tratamientos en esta patología”. Por ello concluye que “esta es un área de futuro muy importante en la que investigar”.


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