De entre casi mil ciudades europeas analizadas, Madrid lidera el ranking de fallecimientos asociados al dióxido de nitrógeno, contaminación asociada al tráfico. Así lo determina un estudio publicado en The Lancet Planetary Health.

La investigación, encabezada por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) en colaboración con investigadores del Swiss Tropical and Public Health Institute (Swiss TPH) y de la Universidad de Utrecht, determina que la contaminación ambiental del aire es una de las principales causas de mortalidad en todo el mundo. Además, pone de manifiesto que en todas las ciudades analizadas, el 84% de la población estuvo expuesta a concentraciones de PM2·5 (partículas finas) y el 9% de la población estuvo expuesta a concentraciones de NO2 (dióxido de nitrógeno) por encima de lo que marca la Organización Mundial de la Salud en su guía.

El estudio utiliza principalmente datos del año 2015, aunque apoyados con mediciones de 2018. Para llevar a cabo esta investigación se ha utilizado un algoritmo que ha calculado para cada urbe una puntuación teniendo en cuenta las tasas de mortalidad, el porcentaje de mortalidad evitable y los años de vida perdidos por cada contaminante del aire.

Dos rankings

El resultado son dos clasificaciones distintas en función de la mortalidad atribuida a la contaminación: uno referido al dióxido de nitrógeno (NO₂) y otra a las partículas finas (PM2,5).

En el ranking de clasificación de ciudades contaminadas por dióxido de nitrógeno (NO₂), la ciudad europea con mayor carga de mortalidad atribuible es Madrid y su área metropolitana, seguida de grandes ciudades de Bélgica (Amberes), Italia (Turín, Milán) o Francia (París). Barcelona y su área metropolitana se sitúan en esta clasificación en sexto lugar y Mollet del Vallès en séptimo. De lejos les sigue Valencia y su área de influencia, situada en el nivel 68 en el ranking europeo.

Por el contrario, las urbes mejor situadas en este ranking son Tromso (Noruega), Umea (Suecia) y Oulu (Finlandia).

El estudio determina que el NO₂ es un sustituto importante de las emisiones de tráfico. Por tanto, influye mucho la concentración de transporte por carretera, la flota de vehículos y el diseño de la ciudad. Por ello, la carga de mortalidad debida al NO₂ fue la más alta para las ciudades densamente pobladas y capitales. Así como para las ciudades de menor tamaño ubicadas en sus alrededores con mayor uso de automóviles para desplazarse de ciudades más pequeñas a más grandes.

En cuanto a la clasificación de partículas finas (PM2,5), las ciudades en las que se estima una mayor carga de mortalidad por este contaminante son Brescia (Italia), Bérgamo (Italia) y Karviná (República Checa). Los principales contribuyentes a dejar estas partículas en suspensión (PM2,5) son la quema de combustible doméstico como la madera, las actividades industriales y el tráfico en las ciudades.

En contraposición, las ciudades que obtienen una mejor puntuación en esta clasificación, son Reykjavik (Islandia), Tromso (Noruega) y Umea (Suecia).

Reducción de la contaminación

La investigación señala que la reducción de la contaminación del aire de estos dos contaminantes analizados, a las concentraciones recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, podría evitar 900 muertes atribuidas a NO₂ y 51.000 muertes prematuras causadas por las partículas finas cada año. Pero si todas las ciudades fueran capaces de igualar los registros de calidad del aire de las ciudades analizadas menos contaminadas, la mortalidad evitable sería considerablemente mayor: 79.000, por la reducción en NO₂ y 125.000 muertes prematuras gracias a la reducción de las concentraciones de PM2,5.

Por lo que el estudio concluye que deberían revisarse las directrices actuales y reducirse aún más las concentraciones de contaminación del aire para lograr una mayor protección de la salud en las ciudades y conseguir una reducción considerable de muertes prematuras causadas por la contaminación.


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