La dermatitis atópica es una patología cutánea que afecta hasta al 20 por ciento de los niños y hasta 14 por ciento de los adultos en Europa y en Estados Unidos, según los últimos datos disponibles. Su cronicidad y su impacto psicológico y en la calidad de vida del paciente, hacen necesaria la continua investigación para la mejora de su diagnóstico precoz, abordaje y tratamiento.  

Desde hace años existen formulaciones tópicas (aplicadas sobre la piel) consideradas de primera línea para el tratamiento de la dermatitis atópica. Se trata de fármacos que reducen la inflamación y mejoran el picor y otros síntomas asociados a la enfermedad cutánea. Una adecuada y habitual hidratación con productos específicos para las pieles atópicas contribuye a la prevención de los brotes o reagudizaciones de la enfermedad. Gracias a los últimos avances científicos, en la actualidad se disponen de tratamientos sistémicos (tomados o inyectados) con eficacia comprobada en ensayos clínicos para la curación de las lesiones de dermatitis atópica en los casos más graves.

 “Se ha avanzado mucho en el tratamiento de la dermatitis atópica. En los últimos años hemos podido incorporar tratamientos sistémicos (como los fármacos biológicos y otros fármacos que actúan en los mecanismos de la inflamación) y otros similares sobre los que se sigue investigando. Se trata de tratamientos que han sido aprobados para su uso en pacientes con dermatitis atópica moderada a grave, incluida su indicación en niños para algunos de ellos, por lo que hay esperanza para tratar los casos más complicados”, expone Carmen D’Amelio, presidenta del Comité de Alergia Cutánea de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) y especialista en alergología de la Clínica Universidad de Navarra.

El empleo de estos tratamientos está permitiendo ver importantes resultados como la mejoría significativa en el prurito –que interfiere en muchos pacientes con el descanso nocturno, su desempeño escolar y laboral- y la gravedad y extensión de las lesiones cutáneas. Todo esto se traduce en una mejora de la calidad de vida de los pacientes. Sin embargo, la dermatitis atópica no se manifiesta ni avanza de la misma manera en todos los casos.

“No existe un patrón que nos permita saber qué ocurrirá en cada paciente. Vemos casos de niños que durante la adolescencia mejoran y en la adultez están muy controlados, pero también existen debuts de dermatitis atópica en la adolescencia o la adultez, en algunos pacientes, explica D’ Amelio. Es por ello por lo que desde la SEAIC se quiere concienciar en el Día Mundial de la Dermatitis Atópica sobre la importancia de seguir investigando para poder ofrecer nuevas opciones terapéuticas y animan a los pacientes afectados de dermatitis atópica a acudir a su alergólogo o dermatólogo de confianza para poder recibir el tratamiento más apropiado en cada caso y prevenir y/o controlar los brotes de la enfermedad.

El componente psicológico

La dermatitis atópica se puede presentar como parte de la marcha atópica, es decir, como una manifestación de las enfermedades alérgicas que varía según la edad del paciente. En muchos casos, los pacientes atópicos comienzan con lesiones en la piel a una edad muy temprana de la vida, en forma de eccema (lesiones rojas inflamadas que cursan con picor y descamación), y más adelante algunos de ellos podrían manifestar síntomas de alergia a alimentos, rinitis y/o asma bronquial.

Lo ideal es acudir al especialista nada más cursar los síntomas para no retrasar el diagnóstico y poder comenzar con el tratamiento”, resalta la presidenta del Comité de Alergia Cutánea de la SEAIC. No se puede establecer una única causa de la dermatitis atópica. Se trata de una patología multifactorial, crónica e inflamatoria, por lo que puede deberse a una alteración sin precedentes o tener un origen genético, sumado a otros factores externos que podrían favorecer su aparición. Una pregunta frecuente en las consultas de alergología es si es el estrés puede ser la causa de la dermatitis atópica. A lo que D’Amelio responde que, si bien no es una causa directa pues se trata, como hemos dicho, de una enfermedad de origen multifactorial, algunas situaciones como el estrés, las temperaturas extremas o el empleo de irritantes (algunos jabones o productos cosméticos) y la escasa hidratación de la piel, podrían favorecer la aparición de las lesiones cutáneas.

La dermatitis atópica representa una carga importante para los pacientes pues puede afectar su calidad de vida, desde el descanso nocturno (más del 80 por ciento de los pacientes tienen dificultades para dormir cuando presentan un brote de dermatitis atópica), hasta su asociación a otros trastornos como la depresión, la ansiedad, contribuir al déficit de atención y llegar incluso a afectar al paciente en sus relaciones interpersonales y el ámbito social, académico o profesional. Aun así, la especialista quiere enviar un mensaje esperanzador, animando a los pacientes a ponerse en manos de los especialistas que podrán indicar el tratamiento adecuado, tomando en cuenta los nuevos tratamientos disponibles.


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