Los nuevos enfoques terapéuticos permiten a los pacientes vivir más o mejor. Sin embargo, durante la 65ª Reunión y Exposición Anual de la Sociedad Americana de Hematología (ASH) también se han presentado nuevos usos para tratamientos antiguos, a la vez que cómo una potente herramienta de pronóstico relativamente nueva está ayudando a identificar a los pacientes que tienen más o menos probabilidades de beneficiarse tanto de los tratamientos más antiguos como de los más recientes.

En la reunión anual de la ASH, siempre nos entusiasman los nuevos enfoques terapéuticos que prometen mejores resultados para los pacientes, tanto ahora como en el futuro”, afirmó Mikkael A. Sekeres, del Centro Oncológico Integral Sylvester de la Facultad de Medicina Miller de la Universidad de Miami.

El estudio internacional de fase III TRANSFORM-1 de navitoclax en combinación con ruxolitinib frente a ruxolitinib más placebo en pacientes con mielofibrosis no tratada, demostró que la adición de un segundo fármaco a la terapia estándar dio lugar a una reducción clínicamente significativa del tamaño del bazo, en comparación con los pacientes que recibieron un placebo además de la terapia estándar.

Otros dos estudios presentados en esta sesión pusieron de relieve cómo una nueva herramienta de pronóstico está demostrando su valor en diversos tipos de cáncer hematológicos. La enfermedad mínima residual o EMR se refiere a las células cancerosas que permanecen en la sangre o la médula ósea a un nivel que sólo puede detectarse con pruebas de alta sensibilidad. Estudios anteriores ya demostraron que los pacientes con “EMR negativa”, es decir, en los que las pruebas de alta sensibilidad no detectan células cancerosas remanentes en la sangre o la médula ósea, obtienen mejores resultados que los pacientes con “EMR positiva” (aquellos cuya sangre o médula ósea aún alberga niveles extremadamente bajos de células cancerosas).

En el primero de estos estudios relacionados con la EMR, los pacientes con leucemia linfocítica crónica de diagnóstico reciente tratados con un régimen combinado de dos fármacos dirigidos obtuvieron resultados significativamente mejores que los pacientes similares que recibieron quimioterapia estándar. Los investigadores utilizaron la EMR para determinar durante cuánto tiempo debían continuar el tratamiento los pacientes del grupo de fármacos dirigidos.

En el segundo, los investigadores demostraron que los pacientes con leucemia mieloide aguda y FLT3+ que tenían ERM positiva se beneficiaban de un trasplante de células madre de un donante, mientras que los que tenían EMR negativa no obtenían ningún beneficio adicional al someterse a un trasplante.

En el último estudio, los investigadores demostraron que un subgrupo de pacientes con linfoma que cumplen los requisitos para recibir terapia con células CAR-T pero se enfrentan a una espera para recibirla pueden beneficiarse de recibir un tratamiento más antiguo, a saber, un trasplante de células madre del propio paciente.

“En conjunto, estos estudios llaman la atención no sólo sobre los nuevos enfoques que muestran lo lejos que hemos llegado desde el pasado, sino también sobre los estudios que nos dicen que ‘menos es más’ en algunos casos y que los enfoques de tratamiento ‘probados y verdaderos’ todavía pueden ser de gran beneficio para pacientes cuidadosamente seleccionados”, concluyó Sekeres.


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