Las resistencias antimicrobianas son, actualmente, un grave problema de salud pública a nivel mundial. Y el futuro es aún más preocupante. Pero para poner remedio a esta amenaza global y definir estrategias de actuación, primero hay que mirar al pasado.

Esto es, precisamente, lo que se pretende con el estudio publicado recientemente en The Lancet, en el que se analiza la carga global de enfermedad por patógenos bacterianos susceptibles o resistentes a los antibióticos durante el año 2019. Se trata del primer estudio en aportar estimaciones globales de mortalidad asociada con 33 patógenos bacterianos clínicamente significativos (incluidos aquellos susceptibles a compuestos antibacterianos) en 11 síndromes infecciosos (infecciones responsables de la sepsis).

Según revela el estudio, de las 13,7 millones de muertes relacionadas con infecciones en 2019, 7,7 millones de ellas están asociadas a patógenos bacterianos resistentes o susceptibles a los antimicrobianos. Asimismo, las muertes asociadas a los 33 patógenos comprenden el 13,6 por ciento de todas las muertes globales y el 56,2 por ciento de todas las muertes relacionadas con sepsis en 2019.

Patógenos bacterianos más preocupantes

Las infecciones continúan siendo una de las principales causas de mortalidad en todo el mundo. Los hallazgos de la investigación muestran que más de la mitad de todas las muertes bacterianas a nivel mundial en 2019 se debieron a cinco patógenos bacterianos:

  1. Staphylococcus aureus: puede causar endocarditis o neumonía.
  2. Escherichia coli: provoca diarreas, infecciones urinarias, enfermedades respiratorias, etc.
  3. Streptococcus pneumoniae: responsable de la neumonía o la meningitis, entre otras.
  4. Klebsiella pneumoniae: también causante de neumonía o meningitis.
  5. Pseudomonas aeruginosa: provoca infecciones pulmonares, del tracto urinario o infecciones en los huesos.

Staphylococcus aureus fue la principal causa bacteriana de muerte en 135 países y también se asoció con la mayoría de las muertes en personas mayores de 15 años en todo el mundo. Por otro lado, entre los niños menores de 5 años, Streptococcus pneumoniae fue el patógeno asociado con la mayor cantidad de muertes. 

Aunque la tasa de mortalidad estandarizada por edad asociada con los 33 patógenos bacterianos analizados en 2019 varió según la región, la más elevada fue la de África subsahariana, con 230 muertes por 100.000 habitantes, y la más baja, la de las regiones altas. En concreto, la República Centroafricana fue el país con la tasa de mortalidad estandarizada por edad más alta asociada con estos 33 patógenos, con 394 muertes por 100.000 habitantes, mientras que Islandia tuvo la tasa más baja.

Por otra parte, los 11 síndromes infecciosos que se estimaron fueron: meningitis y otras infecciones bacterianas del sistema nervioso central; infecciones cardíacas; infecciones peritoneales e intraabdominales; infecciones de las vías respiratorias inferiores y todas las infecciones relacionadas en el tórax; infecciones bacterianas de la piel y sistemas subcutáneos; infecciones de huesos, articulaciones y órganos relacionados; tifoidea, paratifoidea y no tifoidea invasiva; salmonela; diarrea; infecciones del tracto urinario y pielonefritis; infecciones del torrente sanguíneo; y gonorrea y clamidia.

En 2019, se produjeron más de 6 millones de muertes como resultado de tres síndromes infecciosos bacterianos. Las infecciones de las vías respiratorias bajas y las infecciones del torrente sanguíneo provocaron, respectivamente, más de 2 millones de muertes, mientras que las infecciones peritoneales e intraabdominales causaron más de un millón de muertes.

Equidad en salud

Reducir el número de muertes por infecciones es fundamental para avanzar hacia la equidad en salud, pues existe una carga infecciosa desproporcionada en los países de bajos y medianos ingresos.

El Programa de Infecciones Emergentes y Vigilancia Bacteriana Activa de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos y la Red Europea de Vigilancia de la Resistencia a los Antimicrobianos han proporcionado estimaciones de infecciones bacterianas invasivas seleccionadas en países de ingresos altos. Y, a pesar de que los datos son de utilidad para comprender mejor la carga de infecciones bacterianas específicas, “proporcionan una imagen incompleta“, destacan los autores de la investigación.

Esto es precisamente lo que han pretendido abordar los autores de este estudio, cuyo valor añadido es la inclusión de estimaciones para todas las edades y para hombres y mujeres en 204 países y territorios en 2019.

Medidas para reducir las infecciones

El estudio pretende servir como hoja de ruta para implantar medidas encaminadas a la reducción de la carga de enfermedades infecciosas bacterianas. Así, la investigación destaca algunas de las estrategias para abordar este objetivo:

  • Prevención y control de infecciones.
  • Uso optimizado de antibióticos.
  • Capacidad mejorada para el análisis microbiológico.
  • Desarrollo de nuevas vacunas.
  • Uso mejorado y más generalizado de las vacunas disponibles. 

Prevenir y tratar eficazmente las infecciones también es esencial, tal y como apunta el estudio, para lograr el tercer Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS), es decir, garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades. Por ello, se trata de un área prioritaria que requiere un enfoque múltiple con medidas de prevención y control de las infecciones, desarrollo, despliegue y adopción de vacunas y gestión temprana y eficaz de los casos.

Asimismo, esta investigación pone de manifiesto la existencia de antimicrobianos efectivos para las 33 bacterias analizadas. Sin embargo, existe un “acceso inadecuado” a antimicrobianos efectivos, sistemas de salud “débiles” y programas de prevención “insuficientes”. Además, apunta algunas de las barreras para acceder a dichos antimicrobianos, como los altos costes de los medicamentos, el mal uso de los antibióticos, la falta de educación e información en este área, cadenas de suministro inestables o control deficiente de la calidad que provocan retrasos en la disponibilidad de los antibióticos, etc.

Por tanto, el estudio concluye que un enfoque estratégico, una amplia inversión en el desarrollo de antibióticos nuevos y efectivos y una mejora del acceso a estos, son aspectos esenciales para hacer frente a la creciente amenaza que representan las resistencias y las infecciones bacterianas en general.


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