Una persona que padece esquizofrenia o trastorno bipolar puede sufrir una media de 12 episodios de agitación al año en un espectro de menor a mayor grado de intensidad: leve moderado o severo.
El informe Current and Ideal Management Paradigm of Agitation realizado por Ferrer definió la agitación como un estado de hipersensibilidad, pensamientos acelerados, tensión emocional e hiperactividad motora y verbal en el que una intervención temprana en un grado leve-moderado es crucial para evitar la escalada y el punto de ‘no retorno’.
Según el experto en trastorno bipolar y jefe de Sección de Hospitalización de Agudos del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Ramón y Cajal, Juan Manuel Montes, “la agitación es un concepto difícil de definir. De una forma global podemos entender la agitación como un episodio de intensa actividad psicomotora que conlleva una gran inquietud en el paciente y que va en escalada. Eventualmente puede llevar a presentar un episodio de agresividad o violencia hacia uno mismo”.
Alrededor del 12 por ciento de las urgencias atendidas en los servicios de emergencias son por causas psiquiátricas. De éstas, el 30 por ciento están provocadas por una crisis de agitación.
El 90 por ciento de los pacientes agitados llega en un “estado de agitación severo” difícil de revertir y que puede precisar de ingreso hospitalario con una estancia media de tres días.
“El problema real que vemos en psiquiatría es que este síndrome es muy frecuente en patologías más crónicas como el trastorno bipolar o la esquizofrenia. De tal forma que esto conlleva a que estos pacientes en algún momento puedan tener ciertos episodios que pueden ser la puerta de entrada tanto para un nuevo ingreso como a una nueva crisis. Por eso es muy importante controlar la agitación, prevenirla y manejarla antes de que vaya en aumento”, puntualiza el experto.
Identificar los síntomas
Según el estudio Current and Ideal Management Paradigm of Agitation, dos de cada tres personas que sufren una crisis de agitación tiene conciencia de su estado, sabe identificar los síntomas así como los factores desencadenantes.
“Muchos de estos pacientes ya han tenido crisis de agitación y pueden llegar a encontrar los factores, detonantes o los primeros síntomas de esa situación”, continúa el experto.
Antes de llegar a un comportamiento potencialmente violento, el paciente se siente inquieto y nervioso.
“El estado de agitación es autolimitado pero a veces, al ser un episodio que puede conllevar riesgo para el paciente o para las personas de alrededor, hay que controlarlo con sujeción mecánica o con otras medicaciones pero lo que queremos es no llegar a ese extremo”, añade Montes.
Los expertos reclaman estrategias de actuación tempranas para frenar la escalada y evitar que los pacientes tengan que acudir al centro hospitalario.
“Estudiamos como manejar a estos pacientes para evitar las medidas más coercitivas, que a veces es necesario recurrir cuando la agitación está cristalizada, y tratar de buscar alternativas incluso antes de la visita a urgencias. Normalmente estos pacientes tienen un trastorno pero están estabilizados”, resalta el psiquiatra.
El pronóstico de la esquizofrenia y el trastorno bipolar es difícil de predecir. En España, casi un millón de personas sufre alguna de estas patologías y su abordaje aún supone un reto para la política sanitaria y los profesionales de la salud.