| viernes, 05 de febrero de 2010 h |

Sergio Alonso es redactor jefe de ‘La Razón’

Aunque la sanidad catalana ha perdido parte de su esplendoroso pasado y su carácter vanguardista de antaño dentro del Sistema Nacional de Salud (SNS), hay parcelas en las que sigue llevando la delantera. Médicos de Cataluña, el sindicato estrella que doblegó a Marina Geli en la última huelga médica celebrada en la comunidad autónoma, ha decidido desligarse del Consejo catalán de la Profesión Médica, una entente que aglutinaba a organizaciones vinculadas a los facultativos y que se creó bajo la filosofía de que el todo es siempre superior a las partes a la hora de efectuar reivindicaciones profesionales. Y lo ha hecho, tras caer en la cuenta de que una cosa es la filosofía, y otra, los hechos: al igual que ocurre en Madrid con el Foro estatal de la Profesión Médica, el Consejo catalán ha resultado ineficaz. Y lo es por varios motivos: como ente etéreo, está ausente de los órganos de negociación administrativos y, por ello, lo que diga o pueda decir les trae al pairo a los altos cargos sanitarios, sujetos siempre por ley a los cauces oficiales de interlocución.

Pero hay más: como entes etéreos, los conglomerados de este tipo suelen carecer de reglas internas de funcionamiento y sus acuerdos tampoco suelen ser ejecutivos ni vinculantes. En breves palabras: no tienen herramientas para imponer las decisiones mayoritarias sobre las minoritarias, ni para obligar a éstas a acatar lo acordado. Otra cuestión se refiere a quién los dirige, y la respuesta es compleja en este sentido. Al tratarse de entelequias heterogéneas, es frecuente la tentación que tienen algunas de las organizaciones que las componen de intentar instrumentalizarlas para sus propios intereses. El resumen es que parte de sus integrantes relegan a un lado la regla de que el todo ha de prevalecer sobre las partes, y tratan de alcanzar sus metas individuales bajo el paraguas de las decisiones supuestamente colegiadas. El ente queda así desacreditado.

“Metges de Catalunya ha demostrado su voluntad negociadora, y ha renunciado a metas superiores para construir un espacio profesional médico, donde debatir propuestas y encontrar consensos en pro de la profesionalidad, la sostenibilidad y la corresponsabilidad sanitaria. Pero este fin no ha sido posible. Por lo tanto, habrá que ir virando y hacer rumbo al destino que el sindicato se marcó en la huelga de 2006: el convenio médico”, asegura en su lacónica y certera despedida esta organización por medio de un comunicado, reconociendo así el fracaso del órgano en el que decidió integrarse.

La decisión de Médicos de Cataluña y su reconocimiento de la ineficacia del Consejo de la Profesión Médica no constituyen algo baladí. En Madrid, algunas organizaciones que decidieron voluntariamente actuar bajo el paraguas del Foro estatal de la Profesión Médica, como la propia Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) o la Federación de Asociaciones Científico-Médicas de España (Facme), deberían tomar buena nota de lo sucedido en Cataluña y replantearse su permanencia en el mismo. Sobre todo, por la futilidad de lo acordado dentro del conglomerado y porque tienen por sí mismas potencialidad suficiente para actuar como interlocutores válidos y respetados ante la Administración sanitaria; en este caso, el Ministerio de Sanidad y Política Social. Al margen de las fotos de familia y las imágenes gráficas en compañía de los altos cargos, poco más van a lograr de ellos en sus reivindicaciones profesionales. La filosofía es buena, pero lo sucedido en Cataluña demuestra que una cosa son las ideas y otra, los hechos. La pauta de lo que tarde o temprano sucederá en Madrid ya está marcada. Tiempo al tiempo.