El valor de las Unidades de Pediatría Ambiental en la actualidad y su repercusión en la salud infantil en un futuro cercano presenta una historia que, en el campo de la hemato-oncología pediátrica, data de hace tiempo. En este campo se enmarca el trabajo pionero que Juan Antonio Ortega, coordinador del comité de Salud Medioambiental de la Asociación Española de Pediatría (AEP-CSM), lleva haciendo desde hace casi un década en la provincia de Murcia. Este interés ha llegado hasta el Hospital Universitario La Paz de Madrid, que planteó hace dos de años movilizar en el servicio a un equipo para presentar en dirección un proyecto parecido. Así lo ha explicado Antonio Pérez-Martínez, jefe de Servicio de Hemato-Oncología y Pediatría del centro madrileño, durante un encuentro virtual.

“Fue cuando María José Mellado me dijo que llevaban 4-5 años trabajando en esto y tener una unidad de salud medioambiental pediátrica que fuese transversal, que iniciara el germen en oncología pediátrica, pero que se pudiera extender al resto de áreas pediátricas”, ha indicado el especialista.

En esta misma línea, la propia Mellado -jefa del servicio de Pediatría y Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Infantil La Paz- ha apuntado que “parece que en los futuros planes nacionales de salud y medio ambiente va a ser obligado que hospitales de la categoría y el nivel de La Paz tengan una unidad ambiental multidisciplinar, en la cual la área pediátrica sea quizás lo más prioritario”.

Fotografía del acto celebrado en el Hospital de La Paz.

Tal y como ha especificado Pérez-Martínez, “el 10 por ciento de los cánceres en los niños tiene un componente genético, pero desconocemos el resto de la etiología en el cáncer infantil”. En este punto es donde nació un interés para conocer el ambiente y la interacción genética con el ambiente, lo que conocemos como epigenética, y el impacto del ambiente en la etiología del cáncer.

Según Mellado, “es muy necesario transmitir esta vertiente clínica de la salud medioambiental y buscar integrar este nuevo concepto de la salud que se llama ecodesarrollo”. Ello “debe plasmarse en organizar unidades PEHSU (Pediatric Environmental Health Speciality Unit), para integrarlas en la práctica clínica y mejorar la salud de los niños”, ha añadido.

“Estos trabajos son muy necesarios para encontrar biomarcadores que nos permitan identificar si existe una relación causal entre exposición medioambiental y cáncer infantil”

Antonio Pérez-Martínez, jefe de Servicio de Hemato-Oncología y Pediatría de La Paz

Precisamente, su trabajo parte de la idea de que los factores medioambientales son “perfectamente modificables, según Pérez-Martínez. “Llevan tiempo tratando de generar nuevo conocimiento, una nueva intervención terapéutica basada en la relación con la naturaleza. Así aparecen conceptos que todavía están lejos de nuestra práctica clínica habitual como la hoja verde, la geolocalización, los estudios de clúster… que nos permiten tener más conocimiento e identificación de estas variables que podemos modificar”, ha explicado.

Adicionalmente, estos trabajos “son muy necesarios para encontrar biomarcadores que nos permitan identificar si existe una relación causal entre exposición medioambiental y cáncer infantil”, ha culminado el experto.

La labor de las PEHSUs

En este punto, Ortega ha profundizado en el trabajo que desarrolla una unidad de salud medioambiental pediátrica, la cual se ha esforzado en precisar que se trata de “una unidad clínica. Trabajamos igual que cualquier sección clínica del hospital: recibimos hojas de interconsulta de primaria, interconsultas del hospital, recibimos algunas llamadas telefónicas…”. Así, en la PEHSU trabajan pediatras, médicos de familia, enfermeros, ambientólogos y otro profesionales con experiencia y colaboran con otras subespecialidades pediátricas y de la medicina del adulto.

Todo ello para realizar sus dos principales herramientas: la hoja verde, de cribado ambiental, y la historia clínica medioambiental (HCMA), que forma parte de la historia clínica estándar. “Eso requiere una serie de capacidades para poder desarrollarla como cualquier área específica dentro de la pediatría”, ha señalado. Asimismo, el coordinador de AEP-CSM ha destacado así el valor de las PEHSU como una herramienta muy poderosa al servicio de la salud pública o de la sanidad ambiental de un determinado territorio.

La hoja verde, de cribado medioambiental, y la historia clínica medioambiental (HCMA), sus dos herramientas clave

De este modo, estas unidades son capaces de reconocer, evaluar y manejar los riesgos y las enfermedades ambientalmente relacionadas; pero también, al mismo tiempo, proporcionan asistencia, educación, formación teórico-práctica e investigación clínica en salud ambiental escolar y comunitaria, según ha explicado Ortega. En definitiva, la medicina o pediatría medioambiental representa un crisol en el cual convergen, por tanto, la salud comunitaria, la ecología y las especialidades clínicas.

Estándares para implantar una PEHSU

Durante el encuentro, Juan Antonio Ortega ha definido 12 estándares para implantar una PEHSU. De ellos, ha matizado, los primeros cinco puntos pertenecen a un nivel básico; el resto, a un nivel medio-experto. Son los siguientes:

  1. Capacitación. Pediatras, enfermeros, médicos de familia u otros profesionales con al menos 10-12 meses de rotación en alguna PEHSU de España
  2. Ubicación y dotación en un área clínica infantojuvenil de referencia para un área y población definida. Puede ser zona básica de salud, un área sanitaria regional o estatal con vocación de referencia internacional. La vinculación universitaria es deseable
  3. Colaborar con todas las subespecialidades pediátricas y ampliar a las de adultos para realizar tanto la HCMA como la hoja verde en todas las patologías donde el determinante medioambiental esté presente. Especialmente en las unidades de Oncología, Neuropediatría, Endocrinología, Nefrología Neumología y Alergología
  4. Desarrollar actividades formativas teórico-prácticas en salud medioambiental a todos los niveles, desde el pregrado al posgrado, aumentando la orientación MIR-EIR hasta la medicina o pediatría ambiental.
  5. Impulsar actividades de salud medioambiental en investigación y desarrollo e innovación
  6. Desarrollar protocolos, recomendaciones y guías de práctica clínica
  7. Elaborar y coordinar los sistemas de gestión medioambiental, contribuyendo a la sostenibilidad de los centros sanitarios
  8. Elaborar y coordinar experiencias de salud medioambiental escolar
  9. Desarrollar la implicación social y comunitaria en los temas de salud y medio ambiente, a través de la colaboración con empresas, fundaciones u organizaciones sociales
  10. Crear herramientas de digitalización. Desarrollar capacidades y nuevos perfiles profesionales en salud medioambiental
  11. Apoyar los sistemas de información de salud pública regionales y municipales para su uso en las políticas de planificación gestión y salud pública
  12. Editar una memoria de actividades en el marco de desarrollo de la responsabilidad social

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