El informe de 2024 de la Comisión de “The Lancet” sobre demencia proporciona nuevas evidencias esperanzadoras sobre la prevención, intervención y cuidado de esta enfermedad. Con el aumento de la esperanza de vida, el número de personas que viven con demencia sigue creciendo, aunque la incidencia específica por edad ha disminuido en los países de altos ingresos. Este expediente recalca la importancia de priorizar las revisiones sistemáticas y meta-análisis mostrando cómo la reserva cognitiva y física se desarrolla a lo largo de la vida. Además, destaca cómo la reducción de daños vasculares (como la disminución del tabaquismo y el tratamiento de la hipertensión) ha contribuido a la reducción de la incidencia de demencia relacionada con la edad​​.

La evidencia más reciente sugiere que abordar múltiples factores de riesgo puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar demencia. Entre estos factores se incluyen la falta de educación, la pérdida auditiva, la hipertensión, el tabaquismo, la obesidad, la depresión, la inactividad física, la diabetes, el consumo excesivo de alcohol, las lesiones cerebrales traumáticas, la contaminación del aire y el aislamiento social. Asimismo, el informe añade nuevos factores de riesgo modificables como la pérdida de visión no tratada y el colesterol LDL alto. De hecho, se calcula que eliminar estos 14 factores de riesgo podría prevenir casi la mitad de los casos de demencia​​.

Biomarcadores y Diagnóstico

Desde el informe de 2020, el campo de los biomarcadores ha avanzado, con una validación más amplia de los marcadores biológicos de fluidos. Sin embargo, la mayoría de los estudios se han realizado en centros terciarios, que difieren de la población general con demencia. Los biomarcadores de β-amiloide y tau ayudan a confirmar la presencia de patología de la enfermedad de Alzheimer, aunque no necesariamente indican que esta patología es la causa de los síntomas. La presencia de ambos biomarcadores junto con evidencia de neurodegeneración aumenta la probabilidad de demencia​​.

Por su parte, las intervenciones después del diagnóstico pueden ayudar a maximizar la salud física, mejorar la calidad de vida, reducir las hospitalizaciones y planificar para el futuro. No obstante, estas intervenciones deben ser individualizadas y considerar las circunstancias de vida de la persona, incluyendo a los cuidadores familiares. De hecho, existe más evidencia sobre intervenciones psicosociales multicomponentes para cuidadores y la gestión de síntomas neuropsiquiátricos que en el informe anterior​​.

Por otro lado, en cuanto al arsenal terapéutico se ha constatado que hay nuevas evidencias sobre los efectos beneficiosos de los inhibidores de la colinesterasa para personas con enfermedad de Alzheimer y demencia de cuerpos de Lewy, tanto a corto, como a largo plazo. Estos tratamientos, aunque efectivos, aún no están disponibles en muchos países. No en vano, los tratamientos con anticuerpos anti-β-amiloide han mostrado una pequeña disminución en el deterioro cognitivo, pero son costosos y requieren un monitoreo intensivo y seguimiento debido a posibles efectos secundarios graves​.

Perspectiva de Salud Pública

Por ello, es crucial aprender de estas observaciones para proteger a las personas vulnerables y valorar el bienestar de las personas con demencia y su familia. Ya que la pandemia de COVID-19 puso sobre la mesa la vulnerabilidad de estas personas, así como sus necesidades y carencias.

En este sentido, el informe explica que para adoptar una perspectiva de salud pública para la prevención de la demencia es necesario entender la relación de problemas de salud a lo largo de la vida con la situación socioeconómica. Por ello, la implementación de políticas que mejoren las condiciones sociales y económicas puede maximizar el alcance poblacional, la rentabilidad y la equidad en salud. Asimismo, las intervenciones a nivel poblacional como subsidios para alimentos saludables, impuestos sobre alcohol y tabaco, y eliminación de barreras financieras para la educación pueden reducir la prevalencia de la demencia y las desigualdades relacionadas​​.

Recomendaciones Específicas

Para ello, el dossier recomienda varias acciones específicas para reducir el riesgo de demencia a lo largo de la vida:

  1. Asegurar una educación de calidad para todos y fomentar actividades cognitivamente estimulantes.
  2. Hacer accesibles los audífonos y reducir la exposición a ruidos dañinos.
  3. Tratar eficazmente la depresión.
  4. Fomentar el uso de cascos en deportes de contacto y ciclismo.
  5. Promover el ejercicio regular.
  6. Reducir el tabaquismo mediante educación y control de precios.
  7. Prevenir y tratar la hipertensión, manteniendo una presión arterial sistólica de 130 mm Hg o menos desde los 40 años.
  8. Detectar y tratar el colesterol LDL alto desde la mediana edad.
  9. Mantener un peso saludable y tratar la obesidad lo antes posible.
  10. Reducir el consumo excesivo de alcohol.
  11. Fomentar entornos comunitarios amigables para personas mayores y reducir el aislamiento social.
  12. Hacer accesible el cribado y tratamiento de la pérdida de visión.
  13. Reducir la exposición a la contaminación del aire​(lancet demencia)​.

En definitiva, las intervenciones después del diagnóstico pueden mejorar la vida de las personas con demencia, incluyendo la planificación futura y la gestión de síntomas. Asimismo, los avances en la comprensión de los factores de riesgo y las intervenciones, tanto farmacológicas como no farmacológicas, permiten prevenir, diagnosticar y tratar la demencia de manera más efectiva, mejorando así la vida de los individuos, sus familias y la sociedad en general​.


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