Durante el último congreso anual de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), celebrado a finales de septiembre en Barcelona, César Rodríguez asumió la presidencia de la entidad, tomando el relevo de Enriqueta Felip. Rodríguez comenzó su trayectoria en el sector de la oncología en la década de los 90 y actualmente forma parte del equipo del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL). En su presidencia, aboga por seguir las líneas de trabajo marcadas por la anterior presidencia.

Pregunta. ¿Cuáles son los principales retos que se fija en la presidencia de SEOM?

Respuesta. Venimos de la presidencia de Enriqueta Felip, donde hay una serie de proyectos de mucho calado que se han puesto en marcha y están dando frutos más que interesantes. Lógicamente, queremos mantenerlos, apostando por una línea de continuidad. En acceso a la innovación, se han dado pasos muy importantes con las administraciones, con la Agencia Española del Medicamento y el Producto Sanitario, con la Dirección General del Ministerio… para seguir implementando estrategias de cara a conseguir que el acceso a la innovación terapéutica en España pueda mejorar.

En medicina de precisión, que es otro aspecto muy interesante que se ha desarrollado por la anterior junta directiva, queremos seguir potenciando el Observatorio para ver cómo se están implementando los planes autonómicos. También, ofrecernos como interlocutores para aquellos centros o regiones que lo necesiten y que la medicina de precisión sea lo más equitativa posible.

Por supuesto, queremos impulsar todo lo que tiene que ver con formación e investigación. En formación, se presentó en nuestro congreso en Barcelona el informe sobre el estado de la formación de la oncología médica en el Grado de Medicina y hay que seguir trabajando. Hemos hecho la ‘foto fija’ de cómo está la enseñanza en las universidades, y vemos que está mejor que hace unos años, pero que sigue habiendo desigualdades en el número de créditos, perfil del profesorado, cómo se imparten las asignaturas y se integran en otras, la calidad de las prácticas o en el peso que tiene la oncología médica posteriormente en el examen MIR. Aquí queremos trabajar de manera más activa. El cáncer es la segunda causa de mortalidad en nuestro medio, y la primera en algunos colectivos y, sin embargo, el peso que tiene la disciplina en una prueba de acceso tan importante como el MIR, para la que los alumnos de medicina se preparan durante muchos meses, está infravalorado. Queremos trabajar en estrategias que den el peso que realmente tiene la oncología médica, lo que también potenciará el interés de los futuros médicos por este campo.

“Hemos hecho la ‘foto fija’ de cómo está la enseñanza en las universidades, y vemos que está mejor que hace unos años, pero que sigue habiendo desigualdades”

P. Durante el Congreso SEOM 2023, se realizaron varias presentaciones que ponen de manifiesto el alto nivel investigador que hay en España. ¿Qué queda por hacer para seguir impulsando esta área?

R. Uno de los pilares fundamentales de la SEOM es este. En nuestro último congreso hemos dado 53 becas de investigación y también premios en esta área. El importe que se entrega todos los años, no sólo el número, es creciente, con más de 1.200.000 euros, y queremos seguir aumentando en la medida de lo posible esta aportación. Por otra parte, queremos estimular la actividad de los oncólogos y generar becas en áreas no cubiertas como largos supervivientes, ejercicio físico o calidad y no sólo en investigación de laboratorio y similares.

Además, tenemos que diferenciar que no sólo hay un tipo de investigación. Los ensayos clínicos gozan de muy buena salud, pero todavía hay puntos de mejora. Hay alta presencia de españoles, también en los estudios pivotales a nivel global. Pero hay retos pendientes, como el de trabajar en red permitiendo que aquellos centros que habitualmente no pueden llevar ensayos clínicos a cabo lo tengan más accesible. Todos los pacientes tienen que poder acceder y la idea es mejorarlo mediante el trabajo en red.

Luego está la investigación traslacional. El oncólogo, como especialidad integral tiene una vocación asistencial pero también investigadora y hay que ver cómo alentarles a que participen más. Aquí hay un reto: que en los tiempos de trabajo de los oncólogos quede reconocido el tiempo a la investigación, que suele ser realizada en horarios adicionales a la jornada laboral.

“Hay retos pendientes, como el de trabajar en red permitiendo que aquellos centros que habitualmente no pueden llevar ensayos clínicos a cabo lo tengan más accesible”

P. En términos de investigación, una de las reclamaciones puesta de manifiesto por diversos oncólogos, es que en el horario de trabajo no se estipula una parte concreta destinada a esta labor y muchos profesionales tienen que ocupar parte de su tiempo libre para poder desarrollarse en esta área. ¿Cómo debería configurarse el sistema para atender a todas estas necesidades?

R. El sistema debería reconocer a la oncología médica como una especialidad integral que engloba no solo la asistencia, sino también la investigación y la docencia. Esto es inherente a cualquier especialidad.

Lo que hay que hacer es adaptar la carga de trabajo del oncólogo médico al perfil de la especialidad: asistencial, docente e investigador. Habrá lugares donde este peso investigador tenga que ser mayor y otros menor. Pero debe reconocerse en la carga de trabajo y no definirla 100% por el número de pacientes vistos.

P. Para alcanzar la excelencia en los servicios de oncología es necesario realizar mediciones de ciertos parámetros, acreditando así a las unidades que cumplen los criterios. ¿Por dónde cree que se debe avanzar para implementar un sistema de estas características? ¿Qué papel va a desempeñar el grupo que se ha creado en SEOM con Charo García Campelo al frente?

R. Esto viene derivado de que el Plan Europeo de Lucha contra el Cáncer es probable que exija criterios de calidad y acreditación a muchos centros orientados a esta área. Esto supone un esfuerzo en la acreditación de los centros, ya que no sólo hay que hacer las cosas bien, sino que hay que demostrarlo. La acreditación va a ser una necesidad, la formación por parte de los oncólogos también, y desde este grupo de trabajo de SEOM se quiere dar soporte a todos los socios y centros para ver cómo pueden mejorar. Por supuesto, también, establecer a SEOM como interlocutor con las administraciones al asesorarles en cuanto a los centros que se quieran acreditar como garantes de la calidad asistencial de la oncología en España.

Cabe destacar que no todos los centros tienen que acreditarse al mismo nivel, pero sí hay que ver qué características son las que más se adecúan a cada caso.

“No todos los centros tienen que acreditarse al mismo nivel, pero sí hay que ver qué características son las que más se adecúan a cada caso”

P. En este escenario, la oncología de precisión cada vez va ganando más terreno. ¿Qué falta por hacer o cómo debería reconfigurarse el sistema sanitario para asegurar que esta llega de manera equitativa a todos los pacientes del país?

R. En relación a lo que mencionaba anteriormente, prácticamente todas las comunidades autónomas están con programas de medicina de precisión ya establecidos, avanzando a diferentes ritmos. Lo que tenemos que hacer es observar el nivel implementación. Durante el mandato de Enriqueta Felip se hizo una jornada en la que participaron diferentes sociedades científicas, que sirve como observatorio. Y pasa como con el acceso: hay una cierta desigualdad entre territorios. Uno de los retos es que la medicina de precisión sea una realidad equitativa y de una manera rápida. Aquí también es necesario el trabajo en red, no puede hacerse medicina de precisión en cada uno de los hospitales; hay que implantar comités moleculares de tumores, que ya son una realidad, y formar a los oncólogos en este trabajo. Esto es un aspecto que mejorar.

P. La inclusión de los biomarcadores en la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud es un tema que ‘está en la agenda’ del Ministerio de Sanidad y el Consejo Interterritorial. Esperando que la orden que lo refleja se publique de manera muy próxima, ¿Qué se debería tener en cuenta para garantizar su correcta implementación en beneficio de los pacientes?

R. Hay algo en lo que se ha trabajado, que es en la elaboración de la cartera de servicios de biomarcadores, que va a ser común, digamos de mínimos, estableciendo todos aquellos biomarcadores y test genéticos y genómicos imprescindibles para elaborar una estrategia terapéutica adecuada.

Estamos a la espera de que se publique y debería ser un documento que garantice el acceso a unos biomarcadores esenciales para cualquier paciente con cáncer en las diferentes patologías. Además, hay un aspecto importante: el documento que se publique sobre la cartera de biomarcadores debería ser dinámico. El conocimiento sobre estos es dinámico y cambia día a día, por lo que no puede incluir recomendaciones estáticas.

“El documento que se publique sobre la cartera de biomarcadores debería ser dinámico; el conocimiento sobre estos cambia día a día, por lo que no puede incluir recomendaciones estáticas”

P. En términos de tratamientos innovadores, uno de los problemas en España es el acceso. Datos como los que refleja el informe W.A.I.T. apuntan a que la demora desde que la Agencia Europea del Medicamento autoriza un fármaco hasta que está disponible en España es de más de 500 días, muy lejos de otros países europeos. ¿Qué medidas cree que deben adoptarse para garantizar que, paulatinamente, se van reduciendo estos retrasos?

R. En este momento, el acceso a la innovación terapéutica, con el tiempo de precio y reembolso, es más lento de lo que nos gustaría. Hay que mejorar dos aspectos: agilizar los procesos y, cuantitativamente, aumentar el número de innovaciones aprobadas porque es inferior a la media europea. Esto no se puede hacer de la noche a la mañana, hay que plantear posibles fórmulas. La primera, colaborar con las administraciones para ver cuáles son los cuellos de botella. También, establecer a los especialistas como expertos de referencia a la hora de asesorar a las administraciones sobre qué investigaciones son prioritarias y se dirigen a necesidades no cubiertas o nichos terapéuticos de especial interés. Y quien mejor puede asesorar a los decisores sobre este valor son los expertos, por lo que aumentar el número de oncólogos en los procesos de decisión, es necesario. Por otra parte, más transparencia; para ver en qué fases del proceso se produce el retraso.

En este sentido, nos hemos posicionado ofreciendo a las autoridades colaboración para colaborar con los expertos. Asimismo, es importante priorizar: si no podemos acortar los tiempos, hay que priorizar aquello que es más urgente. El objetivo es estar por debajo de la media en tiempos de disponibilidad y subir del 58 por ciento de aprobaciones para situarnos por encima de la media.

“En términos de acceso es importante priorizar: si no podemos acortar los tiempos, hay que priorizar aquello que es más urgente”

P. En este sentido, se está debatiendo sobre el papel que juegan los informes de posicionamiento terapéutico (IPT). ¿Cuál es su visión?

R. El IPT, como filosofía, no es una mala estrategia. Deja meridianamente claro cuáles son los puntos fuertes y débiles de una opción terapéutica y, con los datos de los ensayos clínicos, cómo posicionarlo para que su valor sea el mejor posible. Lo que pensamos que se puede mejorar es la participación o el peso que tienen los expertos en la materia, dando más relevancia a las aportaciones que se realizan desde las sociedades científicas. Se hacen muchas aportaciones y comentarios que no son incorporados y no recibimos un feedback sobre por qué no se ha hecho. Y, lógicamente, demandamos que tengan en cuenta escalas que nosotros consideramos importantes, más allá del coste, viendo si se aporta, por ejemplo, calidad de vida. Es necesario recordar que el IPT no condiciona el paso posterior del precio y reembolso.

P. Uno de los mensajes en el que Enriqueta Felip hizo mucho énfasis en el marco del congreso de SEOM es el de la prevención. Teniendo en cuenta que en muchos casos están definidos los factores de riesgo y son evitables, ¿Desde dónde considera que se debe trabajar para que estos mensajes calen en la sociedad y poder reducir la incidencia en los próximos años?

R. Los aspectos relacionados con la prevención primaria del cáncer dependen de la educación para la salud. No existen planes adecuados en este sentido desde la enseñanza más básica. La educación para la salud y en hábitos de vida saludable se adquiere en la infancia: ejercicio físico, dieta saludable… se aprende en edades tempranas. El consumo social de alcohol parece que no sea tan perjudicial y hay que concienciar de que esto no es real. Luego hay factores como la contaminación atmosférica o la exposición a carcinógenos en el ámbito laboral, que dependen de la regulación de los estados. Pero lo más básico depende de nosotros.

Lo que podemos hacer las sociedades científicas es divulgar. Desde SEOM, cuando presentó ‘Las cifras del cáncer 2023’, se hizo mucho hincapié en el consumo de alcohol. Los diagnósticos de cáncer prevenibles por consumo de alcohol en España son de alrededor de 12.000, según datos de 2020.

“Los aspectos relacionados con la prevención primaria del cáncer dependen de la educación para la salud”

En el consumo de tabaco, la exposición a carcinógenos está muy bien cuantificada. El problema del vapeo es que no está todavía estudiado y no tenemos datos suficientes de su impacto; probablemente sea similar. Y tiene otro problema: se ha establecido como estrategia para disminuir el consumo de tabaco, pero también tiene sustancias que crean adicción, en los que tienen nicotina, que esa es su función. La mortalidad por cáncer de pulmón en varones tiene una tendencia decreciente, en mujeres sigue siendo creciente, a punto de superar las cifras del cáncer de mama, por lo que hay que seguir insistiendo.

También hay que tener en cuenta que hay hábitos sinérgicos. Si juntas alcohol con tabaco  o alcohol con sobrepeso, que van muy unidos… el problema no se suma, se multiplica.

P. Y en prevención secundaria, ¿Cuáles son los retos pendientes en materia de cribados?

R. Hay que trabajar para fomentarlos. Algunos están muy bien establecidos, como la mamografía, pero hay un reto para llegar a cumplimientos adecuados en otros, como en cáncer de colon. El cribado en cáncer de colon es complejo; todavía hay comunidades autónomas que no lo han implantado. Todo lo que sea facilitar la participación, aporta. Por ejemplo, si en cribado de cáncer de mama tienes que poner un mamógrafo en cada localidad, no es fácil. Pero en cáncer de colon, que te hacen llegar el kit de detección de sangre en heces, es muy sencillo, porque sólo hay que coger la muestra y hacerla llegar. Todo lo que evite al paciente tomar la iniciativa, es recomendable.

Hay otros que no están implementados porque hay que cumplir unos criterios y es muy difícil llegar a todos. El primero es que tengas una población bien definida, también que las medidas sean accesibles y sostenibles. Por último, que esto se traduzca en un resultado en salud. En el cáncer de pulmón, con la dificultad técnica y que los resultados en salud son incipientes, puede surgir controversia. Pero todo hace pensar que estos cribados en población de riesgo acabarán siendo una realidad. De hecho, las recomendaciones de la Unión Europea van en este sentido en este y otros tumores. El futuro va hacia los cribados selectivos, definiendo poblaciones de riesgo, lo que también asegura mejores resultados en salud. Hay cribados poblacionales que son útiles a nivel global, como el de mama; cuando se plantea bajar la edad en este u otros, habría que ver si esto aplica a todas o aquellas con factores de riesgo.

“El futuro va hacia los cribados selectivos, definiendo poblaciones de riesgo, lo que también asegura mejores resultados en salud”

P. En este sentido, ya se exploran vías para aplicar la inteligencia artificial a estos cribados. ¿Cuáles son las perspectivas de futuro?

R. En cribado poblacional de cáncer de mama, probablemente la inteligencia artificial empiece a funcionar muy bien porque las técnicas de radiodiagnóstico apoyadas en inteligencia artificial permiten seleccionar mejor las mamografías de riesgo. Esto se podría extrapolar al análisis de  muestras de biopsias; hay terrenos donde la inteligencia artificial en cribado podrá jugar un buen papel y es factible aplicarlo.

P. De cara a dibujar el escenario futuro de la Oncología, ¿Cuáles cree que son los temas principales por los que se debe empezar a trabajar?

R. El futuro de la oncología pasa por una especialidad integral. El oncólogo deja de ser el profesional que sólo trata el cáncer, para también investigar, divulgar, colaborar en el seguimiento de los largos supervivientes, está formado en gestión de calidad… En definitiva, el oncólogo debe constituirse como la figura central en torno a la cual se establezcan todas las estrategias dirigidas al paciente con cáncer. Tenemos que implicarnos desde el extremo de la prevención al seguimiento de supervivientes y calidad de vida, pasando por los cuidados de soporte y la colaboración con pacientes no curables. Como conclusión, el reto pasa por ir de lo más técnico a lo más humano a través de un abordaje integral.

“El oncólogo debe constituirse como la figura central en torno a la cual se establezcan todas las estrategias dirigidas al paciente con cáncer”


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