El Pleno del Senado ha traído a la cámara una de las cuestiones que más preocupan tras ‘superar’ la fase aguda de la pandemia y vislumbrar un futuro próximo a un situación de endemia: el abordaje de la COVID persistente. Ha sido a través de pregunta del Grupo Parlamentario Esquerra Republicana-Euskal Herria Bildu, a instancia de la senadora Idurre Bideguren, quien ha interpelado a la ministra de Sanidad para detallar las medidas que ha tomado el Gobierno para investigar, reconocer y tratar adecuadamente a las personas afectadas.

Ante esta necesidad, Carolina Darias se ha referido al ya anunciado estudio encargado al Instituto de Salud Carlos III (ISCII) por su propio departamento -en coordinación el Ministerio de Ciencia– ‘Síndrome post-COVID: definición, prevalencia, identificación de predictores y opciones terapéuticas’, el cual ha acotado que “se está llevando a cabo” dirigido por Ferran Barbé, director científico CIBER Enfermedades Respiratorias.

“Tenemos esperanzas de que nos indique el camino para mejorar el diagnóstico, el tratamiento y la rehabilitación tras la enfermedad”

Carolina Darias, ministra de Sanidad

“Tenemos las máximas esperanzas de que este estudio primero identifique la sintomatología a partir de la cual se puede decir que estamos ante COVID persistente y que sobre todo nos indique el camino para mejorar el diagnóstico, tratamiento y la rehabilitación tras la enfermedad”, ha destacado la ministra.

Desde septiembre de 2021, el ISCIII viene poniendo en marcha el citado estudio, tal y como avanzaron después de un Consejo Interterritorial (CISNS) el director de la entidad, Cristóbal Belda, y la propia Darias. Además, la Acción Estratégica en Salud (AES) 2022 del ISCIII incluye la investigación sobre COVID Persistente como uno de sus ámbitos estratégicos para establecer líneas de investigación a largo plazo.

Más evidencia: el ‘talón de Aquiles’

Darias ha querido hacer histórico desde los primeros datos conocidos acerca de la dolencia, que en un momento inicial arrojaba “síntomas inconexos como fatiga, disnea, dolor torácico inespecífico e incluso deterioro cognitivo y depresión”. Posteriormente, dejó de ser sintomatología aislada y “empezaba a afectar a órganos e incluso a sistemas como el respiratorio, cardiovascular, renal, endocrino o gastrointestinal”, generando un importante impacto en la calidad de vida, tal y como ha reconocido.

Sin embargo, a pesar de que la información en torno al COVID persistente continúa avanzando, todavía no existe la suficiente como para dar una respuesta correcta, tal y como ha valorado la responsable. “No hay consenso acerca de las consecuencias a medio o largo plazo. Lo que sí sabemos es que tras 12 semanas de haber padecido la enfermedad empiezan a aparecer alteraciones objetivas en los pacientes“, ha indicado.

“En nuestro país hay datos que hablan de una amplia horquilla del 37-87 por ciento de personas susceptibles de padecer COVID persistente que hayan estado hospitalizadas por COVID-19“, ha dimensionado la ministra.


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