En 2023, después de varios meses de tasas muy bajas de infección, la transmisión de la COVID-19 ha comenzado a aumentar en algunos países de Europa, tal y como ha reportado el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés). Si bien esto ha coincidido con el aumento de las detecciones del virus SARS-CoV-2 de variante XBB.1.5 y con linajes portadores de la mutación F456L —como es el caso de EG.5, que la porta en la proteína espiga en comparación con las subvariantes de las que procede—, hay otros conductores que pueden contribuir al aumento de las tasas de transmisión, como grandes reuniones durante las vacaciones estacionales y niveles más bajos de protección inmunológica contra la infección después de varios meses de muy baja incidencia de enfermedades. A pesar de ello, señalan que actualmente no hay señales de aumento de las hospitalizaciones o presiones sobre los sistemas de salud. 

El ECDC clasificó los linajes similares a XBB.1.5 con el cambio adicional de aminoácidos F456L como variantes de interés (VOI) debido a un rápido aumento en la proporción de estas variantes actualmente en circulación, que pueden tener propiedades inmunes de escape en comparación con las variantes que anteriormente estaban en circulación.  Sobre la base de lo que se observa en países fuera del entorno europeo, es probable que las variantes F456L contribuyan a aumentar la transmisión en las próximas semanas. Sin embargo, el ECDC califica de “poco probable” que los niveles resultantes de enfermedades graves alcancen los de picos similares observados anteriormente durante la pandemia.

Asimismo, indican las bajas posibilidades de que estas se asocien con cualquier aumento en la gravedad de la infección en comparación con las variantes circulantes anteriormente, o la reducción en la eficacia de la vacuna contra la enfermedad grave. Sin embargo, al igual que otras variantes del SARS-CoV-2, las personas mayores y las personas con afecciones subyacentes podrían desarrollar síntomas graves si se infectan.

Vigilancia y vacunación

“La exhaustividad y la puntualidad de los datos de vigilancia epidemiológica y virológica de la COVID-19 han disminuido en el último año, lo que afecta a la capacidad de realizar una evaluación para todos los países”, abundan desde la entidad. Por ello, han alentado a los Estados miembro a que se amplíe el uso de la vigilancia representativa basada en la población en la atención primaria y secundaria, así como que se presenten datos a fin de supervisar las tendencias en la transmisión y las enfermedades graves por tiempo, lugar y persona. “Siempre que sea posible, todas las muestras positivas del SARS-CoV-2 procedentes de sistemas de vigilancia representativos deben secuenciarse y notificarse a la Iniciativa mundial para compartir todos los datos de la gripe (GISAID) o al Sistema Europeo de Vigilancia (TESSy) para facilitar la evaluación de las variantes circulantes”, añaden. 

Los Estados miembro deben evaluar su disposición a identificar a los grupos destinatarios y llevar a cabo oportunas campañas de vacunación contra la COVID-19

Por otro lado, desde el ECDC señalan que la adhesión a los programas nacionales de vacunación es esencial para proteger a las personas en alto riesgo de enfermedad grave y muerte. En este sentido, los países deben evaluar su disposición a identificar a los grupos destinatarios y llevar a cabo oportunas campañas de vacunación contra la COVID-19. Del mismo modo, consideran necesarias campañas de comunicación dirigidas al público y a los profesionales sanitarios para llegar a grupos de alto riesgo e informarles de la importancia de mantenerse al día con la vacunación. 


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