Pablo Ryan
Pablo Ryan.

En los últimos años estamos viendo un descenso en el número de casos de hepatitis C diagnosticados y tratados. Esta bajada se debe en gran parte al trabajo de cribado y tratamiento de pacientes que hemos realizado hasta el momento y del que nos debemos sentir muy orgullosos. Sin embargo, también tiene otra vertiente a contemplar si no queremos estancarnos en la eliminación de la enfermedad: muchos de los pacientes que aún tienen hepatitis C no son conscientes de que padecen la enfermedad, por lo que debemos ser nosotros, todos los implicados en el abordaje de la patología, los que los busquemos activamente.

Hasta el momento en España se ha diagnosticado y tratado a más de 160.000 pacientes con hepatitis C, lo que ha conseguido situarnos a la cabeza en la eliminación de la enfermedad. Sin embargo, se calcula que aún quedan alrededor de 30.000 personas con hepatitis C en nuestro país, lo que representa un reto significativo para la salud pública.

Y es que, a pesar de la disminución observada en el número de nuevos casos y personas sin diagnosticar, la prevalencia de la hepatitis C sigue siendo preocupantemente alta en ciertos grupos poblacionales. Por este motivo, debemos trabajar en el cribado y tratamiento de estos pacientes, ya que el diagnóstico tardío de la enfermedad sigue siendo un problema inaceptable que necesita abordarse con medidas concretas y efectivas.

En este contexto, en nuestro país se han implementado varios modelos pioneros de diagnóstico y tratamiento, especialmente mediante proyectos de cribado etario, que son particularmente eficaces en personas mayores de 40 años, y programas de cribado oportunista enfocados en poblaciones de alto riesgo, como usuarios de drogas intravenosas, personas privadas de libertad y personas sin hogar. Estas iniciativas son esenciales para identificar y tratar a individuos que, de otra manera, podrían no tener acceso a diagnósticos y tratamientos oportunos.

Además, asociaciones como la AEEH han puesto en marcha iniciativas como la Certificación de los Hospitales en la Excelencia en la Implantación del Decálogo de Eliminación de la Hepatitis C, otorgado a centros sanitarios que trabajan de manera activa en la eliminación de la enfermedad; o el Plan Nacional de Salud Hepática, que pone el foco en la prevención y detección temprana de las enfermedades hepáticas.

Creo que, gracias a todas estas medidas, España está en el camino correcto para conseguir la eliminación. Pero no debemos dar la tarea por terminada, no debemos dejar a un lado la hepatitis C. Mientras queden personas con la infección, no habremos conseguido el objetivo deseado por todos de eliminar por fin esta enfermedad.