Hagamos la prueba. Piense en cuántos menores de su entorno tienen completa la pauta de vacunación frente a la COVID-19. Compare también con los adultos. Incluso en un círculo de profesionales sanitarios, a priori convencidos de que la vacuna frente al coronavirus es la llave del control de la pandemia, la diferencia es abrumadora. Las impresiones se recogen también en uno de los últimos informes del Ministerio de Sanidad. Apenas un 32,2 por ciento de los niños entre los cinco y los 12 años tienen la pauta completa. Mientras los adolescentes superan el 93 por ciento.

La sensación de control de la pandemia, unido a las dudas sobre la necesidad de vacunar a los más pequeños con una afectación menor que en la población adulta, en principio, entre otros muchos factores, han hecho que la vacunación COVID infantil se encuentre estancada, a día de hoy, con cifras, además, sumamente desiguales entre comunidades autónomas. Destaca igualmente que comunidades como Cataluña o Madrid se encuentren por debajo incluso de la media nacional.

Casi 600 plazas de atención infantil siguen vacantes por sus condiciones laborales

Ante este escenario, los expertos llaman a la Administración a implicarse y renovar la intensidad de los mensajes. Así lo apunta en una entrevista con GM Ángel Hernández, miembro del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría. “Mejorar la inmunidad en los más pequeños también es importante. Es necesario que las comunidades autónomas hagan un esfuerzo para hacer llegar este mensaje a la población, tanto a las familias como a los profesionales sanitarios”, subraya el portavoz, que añade que este esfuerzo ha de ser distribuido, extenso y mantenido en todo el sistema sanitario.

Pero en estos días, la vacunación infantil también tiene otra protagonista, la inmunización frente a la meningitis B. Una proposición no de ley presentada por el Grupo Plural en el Congreso reclama su financiación en toda España. En la actualidad, solo está incorporada en el calendario público de Castilla y León, Canarias, Andalucía y Cataluña, y cuesta a las familias más de 318 euros allá donde aún no se han destinado partidas de financiación pública. Se remueve, así, un debate antiguo, pero necesario.

Como también lo es la reclamación de quienes velan por la salud de los menores. Esta semana la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria recordaba que hay cerca de 600 plazas de atención infantil vacías, que no resultan atractivas para los médicos por sus malas condiciones laborales. Quedan así, al descubierto, alrededor de 600.000 niños a nivel nacional, con grandes desigualdades también entre CC. AA. Niños sin pediatra o médico de referencia que vele, junto a profesionales de enfermería especializados, que también escasean, por el cumplimiento del calendario vacunal y la salud de los más pequeños en el primer nivel asistencial. Demasiado por hacer como para mirar hacia otro lado.