Afrontando el COVID-19: Un reto de colaboración social para evitar el colapso del sistema de salud

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Por José Mª Martin-Moreno, Doctor en Medicina por la Universidad de Granada y Doctor en Epidemiología y Salud Pública por la Universidad de Harvard. Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Valencia y miembro del Comité Científico de Fundamed

Vivimos una situación sanitaria y social sin precedentes en la historia reciente, y eso es así a raíz de una pandemia originada por la mutación de un coronavirus, que recordemos que pertenece a una familia de microorganismos causantes del catarro común, pero que también han presentado mutaciones que han conllevado enfermedades más graves como el síndrome respiratorio agudo grave (SARS) y el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS).

La globalización, la facilidad para viajar y las fronteras comerciales sin restricciones presentan nuevos desafíos que están detrás de enfermedades como las de este brote que se ha denominado COVID-19.

El mecanismo de transmisión a través de gotitas expulsadas por las personas ya contagiadas al toser, fundamenta que las medidas de contención aconsejadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en todo el mundo se centren en: a) minimizar la emisión de microgotas mediante el uso de mascarillas por parte de los contagiados y las personas que deban estar en su proximidad, b) lavarse bien las manos, para evitar que sean vectores de los virus arrojados por las gotitas al toser, c) mantenerse a una distancia mínima de 1 metro, que es la distancia a la que llegan las gotas de la persona que tose d) cubrirse la boca al toser o estornudar (recordando que la “etiqueta respiratoria” requiere toser en el codo y no en la mano), e) evitar aglomeraciones, f) permanecer en su domicilio ante la presencia de un cuadro sospechoso (fiebre, tos seca y cansancio) y, si la situación lo requiere, solicitar asistencia desde su domicilio (sabiendo que las CCAA han establecido Servicios de Ayuda a Domicilio).

“La falta de observación de dichas medidas, y en particular las aglomeraciones de personas que se produjeron en manifestaciones y eventos masivos recientes, multiplicaron los contagios”

La falta de observación de dichas medidas, y en particular las aglomeraciones de personas que se produjeron en manifestaciones y eventos masivos recientes, multiplicaron los contagios de forma que la curva epidémica ascendió exponencialmente. Entonces hubo de pasarse del escenario de contención reforzada y de manera paulatina a “medidas de distanciamiento social” y mitigación (cierre de guarderías, cierre de centros de día, suspensión de la actividad docente en escuelas y universidades, recomendaciones para incentivar el trabajo a distancia y cuarentenas en lugares concretos).

Pero ante el extraordinario crecimiento exponencial de la curva epidémica se ha visto la necesidad de implementar todas las acciones posibles para aplanar esa curva en crecimiento y evitar el contagio comunitario, lo cual estaba previsto como escenario de generalización, que implica la necesidad del estado de alarma, incluyendo cuarentenas  generalizadas, suspensión de aglomeraciones como eventos deportivos o fiestas y ferias, y el aislamiento en las viviendas o controles en las fronteras.

“Las decisiones se deben tomar en función de los datos existentes y en consonancia con las recomendaciones de la oms”

Por supuesto a estas alturas puede opinarse que esto se podría haber hecho antes, pero hemos de reconocer que durante la evolución de una epidemia las decisiones se deben tomar en función de los datos existentes y en consonancia con las recomendaciones de la OMS y tendencias en otros países de referencia, a la vez que considerando modelos matemáticos de la enfermedad en cuestión y de otras enfermedades que puedan servir de reseña. No es momento ahora de sugerir culpables, sino de buscar soluciones.

Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la OMS

Ahora nos encontramos frente al desafío de cómo proteger a los grupos vulnerables, o sobre cómo debatir desde la asertividad pero con respeto cuestiones éticas como la forma de encontrar el equilibrio adecuado entre las medidas de contención para evitar la propagación de la epidemia y los derechos y libertades individuales. Y sobre todo debemos hacer frente a la desesperación y al pánico, que puede llegar a ser una epidemia peor que cualquier virus.

“El objetivo primordial es descargar la parte de presión inasumible sobre hospitales y sistema de salud”

Está claro que la emergencia sanitaria del coronavirus en realidad se centra ahora en que el sistema sanitario no colapse por falta de recursos. La realización de las pruebas diagnósticas PCR a todos los residentes con síntomas (para concentrar más la acción) y la habilitación de hoteles medicalizados y pabellones habilitados al efecto para el aislamiento de casos asistidos por personal sanitario puede ser también de gran utilidad. El objetivo primordial es descargar la parte de presión inasumible sobre hospitales y sistema de salud, de modo que podamos atender de la mejor manera posible a los pacientes infectados más graves, además de a pacientes de otras patologías que requieren cuidados sin demora. Al mismo tiempo esto genera la oportunidad de disponer de más información respecto a la mejor manera de tratar a los casos graves.

Esperemos superar este reto pronto para salir fortalecidos

La disrupción de la vida normal de la gente por el estado de alarma es sin duda un problema preocupante (desde el punto de vista social, económico y de la propia salud pública) que hay que mitigar en la medida de nuestras posibilidades. Pero al mismo tiempo, todas las personas, ciudadanos y autoridades, estamos en el mismo barco, y llegados a este punto, debemos convivir con ese nivel temporal de disrupción y actuar de manera responsable y solidaria. Esperemos superar este reto pronto para salir fortalecidos y que esta situación sea solo parte de nuestro recuerdo y fuente de enseñanza ante futuros retos.