Durante los últimos años la incidencia de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) está en aumento entre la población pediátrica en España. La prevalencia de TCA ha incrementado sobre todo en la población adolescente y se estima que entre un 11 y un 27 por ciento de los adolescentes presentan conductas de riesgo para desarrollar este trastorno, siendo los más comunes la anorexia y la bulimia.

Montserrat Graell, jefa de Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Niño Jesús

En este sentido, Montserrat Graell, jefa de Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Niño Jesús, apunta que este crecimiento se ha experimentado en franjas de edad de adolescencia temprana, en edades entre 10 y 12 años. Este incremento se debe a varios factores como el inicio cada vez más precoz de la pubertad o el uso generalizado y “escasamente supervisado” de dispositivos digitales durante más de 4-5 horas diarias, especialmente en redes sociales con predominio de imágenes. Además, indica que la pandemia, por las condiciones de aislamiento y el incremento del uso de redes sociales con contenidos de comidas e imagen corporal, también ha significado un acelerador de esta tendencia al alza.

Perfil del paciente

En cuanto al perfil del paciente que inicia un TCA destacan las mujeres adolescentes con un uso elevado de las redes sociales. Del mismo modo, recalca que lo preocupante es que la evolución del TCA es rápida y grave, con complicaciones médicas severas nutricionales, psiquiátricas y emocionales. Asimismo, señala que existe otro perfil de paciente, el cual parte de un sobrepeso o una obesidad previa y, tras perder muchos kilos y encontrarse en un peso normativo, presenta un gran miedo a volver a su estado físico anterior.

Para ello, la especialista considera fundamental que todos los agentes implicados actúen modulando los factores de riesgo. De manera que, proporcione una buena calidad de cuidados que permitan a los adolescentes adquirir hábitos saludables con referentes de comportamiento adecuados para la construcción de una buena identidad y una correcta estima corporal. “Es clave evitar el uso problemático de las redes sociales que afecta la autoestima y la satisfacción corporal”, incide Graell. Por ello, apuesta por proporcionar desde la pre-adolescencia la capacidad de pensamiento crítico hacia los contenidos relativos a imágenes y comentarios acerca del cuerpo.

Por otro lado, la psiquiatra considera beneficioso potenciar los factores protectores como la confianza y la buena comunicación familiar, facilitar la socialización del adolescente y un ambiente académico seguro sin burlas ni violencia. “Se precisan programas de promoción de la salud mental para evitar los factores de riesgo para toda la población pre y adolescente, con especial incidencia en la satisfacción y estima corporal”, asegura Graell. Además, indica que las escuelas son el lugar idóneo para que se desarrollen estos programas de prevención universales de salud mental y de estima corporal en particular, siempre contando con la participación de la familia.

Programas de prevención

Es crucial que todos los agentes implicados estén alineados para obtener un impacto, por eso la jefa de Servicio solicita a la administración asegurar los recursos para implementar los programas de prevención primaria o promoción de la salud universales. Asimismo, se debe de garantizar la posibilidad del diagnóstico y la intervención terapéutica precoz para mejorar el curso clínico y el pronóstico de los TCA. “Para ello, es necesario que existan recomendaciones firmes de atención sanitaria especializada lo más pronto posible en aquellos niños y adolescentes que ya han iniciado un TCA”, remarca Graell. Por otro lado, señala que es necesario implementar más recursos para la investigación de estos trastornos que generan tanto sufrimiento en el que los padece y sus familias.

El tratamiento de los TCA es altamente especializado, por lo que requiere una buena formación técnica y un abordaje interdisciplinar que precisa de coordinación entre diferentes especialidades (psiquiatras, psicólogos, pediatras, endocrinólogos, enfermeras). “Lo ideal es la formación de equipos funcionales de especialistas para cubrir todas las necesidades asistenciales de forma coordinada”, asevera Graell.

Retos

No obstante, la especialista indica una serie de retos que el abordaje de la enfermedad debe de acometer y que parten de la contención del aumento de nuevos casos mediante la implementación de programas de prevención primaria y sensibilización social, apostando por establecer en atención primaria (AP) y en los centros de salud mental comunitarios programas de detección e intervención precoz. Asimismo, se debe de estimular y realizar la formación específica en TCA de profesionales de AP y de salud mental comunitaria para el inicio de intervenciones.

Además recalca que los TCA, a pesar de ser el trastorno mental con más mortalidad, es de los que menos fondos públicos recibe en España para la investigación. “Es necesario sensibilizar a los gestores de investigación en este sentido”, subraya. Otro reto, aunque más a largo plazo, es la aplicación en recursos terapéuticos del conocimiento de la naturaleza neurobiológica y su interacción con el entorno en estos trastornos.


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