Por una sanidad que juegue al ataque

Javier Padilla, Secretario de Estado de Sanidad

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Los sistemas sanitarios públicos viven, en general, sumidos en una especie de crisis perpetua que los dibuja como una especie de invento débil, obsoleto, pendiente de que venga un vendaval y se los lleve. Ante eso, en la última década hemos ido transitando socialmente de un sentimiento de orgullo por nuestra sanidad pública hacia uno de defensa de la misma. Los sistemas sanitarios públicos viven, en definitiva, a la defensiva.

En un mundo en cambio constante donde diversos retos están presentes en todo momento (tecnológicos, socioeconómicos, medioambientales), funcionar a la defensiva en todo momento supone resignarse a ir siempre por detrás de las necesidades de la sociedad. Hay varios ejemplos de este funcionamiento defensivo y, sobre todo, de cómo es necesario una sanidad que pase a la ofensiva; en este artículo vamos a centrarnos en tres: la innovación biomédica, los equipos de profesionales y desde dónde pensamos nuestro sistema sanitario.

En relación con los modelos de innovación biomédica, probablemente sea el ámbito donde es más fácil ver este fenómeno. Nuestro sistema sanitario y de producción científica es heredero de una concepción según la cual los demás debían investigar y producir para que el sistema trate de ver cómo incorporar a sus prestaciones las innovaciones que aportan algo al paciente. Sin embargo, en los últimos años hay una tendencia creciente a invertir en I+D+i, liderar los procesos de innovación biomédica y recuperar la conciencia de lo importante que es tener capacidad industrial de fabricación. Frente a un estado que asumía la situación como el equipo que va perdiendo por goleada a cinco minutos del final del partido, vamos transitando a un sistema que entiende que solo liderando las transformaciones necesarias, estas podrán repercutir de forma positiva en el sistema. Esto es importante no como un fetiche de lo público, sino porque nos permite poner en valor la utilidad social de lo público en ámbitos tan centrales como la I+D+i en enfermedades raras o en la lucha frente a las resistencias antimicrobianas.

“Solo liderando las transformaciones necesarias éstas podrán repercutir de forma positiva
en el sistema”

Otro de los lugares donde enarbolar la transición de una posición pasiva a una proactiva ha de ser la redefinición de los equipos de profesionales en el ámbito sanitario. 2024 no puede organizar sus equipos de profesionales igual que 1984. En un mundo en el que el cuidado está en el centro de la atención sanitaria, las profesiones ligadas a este han de encontrar, de una vez por todas, sus cauces de desarrollo profesional, de asunción competencial y de reconocimiento a su conocimiento y formación, y esto ha de hacerse no escenificando una lucha fratricida entre las diferentes partes del sistema, sino como la forma de expandir las competencias de cada grupo para poder llegar a lugares donde actualmente no estamos llegando. La realidad social del cuidado no puede ser una ola silenciosa que arrastre a un sistema que solo gestiona con audacia cuando se ve acorralado, sino que el sistema ha de cabalgar esa ola con decisión y liderazgo, así como con la determinación de que hay que superar la parálisis por análisis y aprovechar el potencial de sus profesionales.

Por último, tenemos el lugar desde el que pensamos el sistema sanitario. En muchas ocasiones, la sensación de que los sistemas sanitarios públicos que alguna vez creímos tener se escapan entre los dedos de nuestras manos supone que solo pensemos el futuro de nuestra sanidad como una reedición defectuosa del pasado. La defensa de la sanidad pública en muchas ocasiones se parece demasiado a un programa de recortes del pasado que genera tanta añoranza como impotencia. La sanidad que fue no volverá a ser; pero la que será puede ser mucho mejor que aquella porque se adaptará a los retos que tenemos por delante, lo hará aprovechando las innovaciones que ahora tenemos en nuestras manos y la pensaremos desde una realidad social que es mucho más diversa y libre que la que teníamos hace años. La defensa de nuestra sanidad ha de ser, en realidad, la conquista y expansión de nuestra sanidad. Para todos y todas.

Esta sanidad a la ofensiva, que quiera apropiarse del futuro y no solamente retornar reiteradamente al pasado es uno de los retos que tenemos por delante. Innovación biomédica, equipos profesionales y la capacidad de pensar la sanidad de nuestro país con otros ojos son tres de los lugares desde los que esperamos poder trabajar para dejar una España con más salud que la que tenemos ahora.