Tras un brote de gripe aviar A (H5N1) altamente patógena en una parvada de alrededor de 125 patos Muscovy en un entorno doméstico en el suroeste de Inglaterra, el 22 de diciembre de 2021, el virus también se ha confirmado en el dueño de estas aves, con un diagnóstico asintomático. El primer caso diagnosticado en Europa.

Si bien la transmisión de aves a humanos de este virus es generalmente rara, la gripe aviar puede adaptarse y adquirir la capacidad de propagarse también de persona a persona. Por lo tanto, la identificación oportuna de la infección humana es vital para evitar una mayor propagación.

Según detalla GISAID, Europa está experimentando el mayor brote de virus de gripe aviar A altamente patógeno en aves de corral por segundo año consecutivo. Los expertos detallan que los brotes comenzaron con la migración anual de aves silvestres, incluidos patos y gansos, tras la presencia sin precedentes del virus durante el verano de 2021 en aves silvestres.

En Gran Bretaña, en concreto, la temporada otoño/invierno entre 2021 y 2022 ha visto el mayor número de detecciones y brotes en aves silvestres de esta gripe desde 2003.

En este caso, el propietario de la parvada que ha dado positivo, ha permanecido asintomático durante un tratamiento prolongado con antivirales (oseltamivir) durante 10 días hasta que dio negativo en dos PCR.

Europa está experimentando el mayor brote de virus de gripe aviar A altamente patógeno en aves de corral por segundo año consecutivo.

Sin embargo, ante esta ola de contagios que se está extendiendo por Europa y Asia, España no es ajena a esta situación. Hace apenas unas semanas, una granja de pavos del municipio de Fuenterrebollo (Segovia) fue la primera explotación de España en la que se detectó un foco de influenza o gripe aviar.

Según una nota oficial emitida por la Junta de Castilla y León, se trata del primer foco de IAAP H5N1 en aves de corral, pero no en el país, pues ya se ha detectado en lo que va de 2022 otros cuatro brotes en aves silvestres, en las provincias de Lérida, Palencia y dos en Ávila.

Naturaleza, un papel fundamental en futuras pandemias

En la actualidad, se espera que 3,3 millones de personas mueran cada año a causa de enfermedades virales zoonóticas. El valor estimado de estas vidas perdidas es, como mínimo, de 350 mil millones de dólares, más 212 mil millones adicionales en pérdidas económicas directas.

Ante situaciones como estas, los expertos aplican el conocido refrán “es mejor prevenir que curar”, puesto que esos gastos económicos podrían destinarse a la prevención de dichas enfermedades y, en consecuencia, salvar millones de vidas. En esta misma línea, los expertos aseguran que cuesta menos prevenir una pandemia que tratar de controlarla.

España presenta un nuevo foco de gripe aviar en aves de corral en Castilla y León, pero no es el primero en el país. En lo que va de 2022, se han detectado otros cuatro brotes en aves silvestres en las provincias de Lérida, Palencia y dos en Ávila.

Ambas conclusiones se enmarcan dentro de un un nuevo estudio, publicado en la revista Science Advances, en el que han participado epidemiólogos, economistas, ecologistas y biólogos conservacionistas de 21 instituciones, además de investigadores de otras 17 universidades, centros médicos, organizaciones ambientales sin fines de lucro o agencias gubernamentales de Estados Unidos, China, Brasil, Sudáfrica y Kenia.

Los autores de la investigación señalan que, con sólo invertir el 5 por ciento de las pérdidas originadas por la COVID-19, podría ser suficiente para evitar futuras pandemias. Pero, ¿en qué se debe invertir este capital económico?

La respuesta, para los autores, es simple: en una mejor vigilancia de los patógenos; en una mejor gestión del comercio de vida silvestre y la caza; y en la reducción de la deforestación.

Se espera que 3,3 millones de personas mueran cada año a causa de enfermedades virales zoonóticas.

La investigación apunta a que algunas de las grandes pandemias de los últimos tiempos han tenido su origen en la vida salvaje. Desde el ébola, pasando por el VIH y hasta la actual COVID-19 surgieron en el siglo pasado en lugares y animales salvajes antes de propagarse a los humanos.

“Estimamos que podríamos reducir en gran medida la probabilidad de otra pandemia invirtiendo tan solo 1/20 de las pérdidas sufridas hasta ahora por COVID en medidas de conservación. En primer lugar, para ayudar a detener la propagación de estos virus de la vida silvestre a los humanos”, indica uno de los coautores principales, Stuart Pimm, profesor de Ecología de la Conservación en la Universidad de Duke .

Esta investigación calcula que, al invertir esta cantidad en la protección ambiental y la vigilancia de enfermedades en etapa temprana, los riesgos de futuras pandemias zoonóticas podrían reducirse a la mitad.

Focos de pandemias

Según detalla el estudio, se debería empezar por invertir en programas para terminar con la deforestación tropical y el tráfico internacional de vida silvestre, así como en detener el comercio de carne silvestre en China, y mejorar la vigilancia y el control de enfermedades en animales salvajes y domésticos en todo el mundo.

Al invertir tan sólo 1/20 de las pérdidas sufridas hasta ahora por COVID en protección ambiental y vigilancia de enfermedades en etapa temprana, los riesgos de futuras pandemias zoonóticas podrían reducirse a la mitad.

Los bordes de los bosques tropicales, donde se han talado más del 25 por ciento de los árboles para la agricultura u otros fines, son focos de estas transmisiones de virus de animal a humanos, al igual que los mercados donde se venden animales salvajes, con o sin vida.

La conclusión, advierten los investigadores, es que, si no dejamos de destruir el medio ambiente y de vender especies silvestres como mascotas, carne o medicinas, estas enfermedades seguirán apareciendo. Y, como ha demostrado la pandemia actual, controlar las consecuencias es “excesivamente costoso y difícil”.

“Estamos hablando de una cantidad de dinero que el gobierno sí tiene para invertir”, señala Pimm.

Inversiones que previenen

Una recomendación que es esencial para esta investigación es usar parte de este dinero para capacitar a más veterinarios y biólogos de enfermedades de la vida silvestre.

Otra recomendación clave es crear una base de datos global de genómica de virus, que podría usarse para identificar la fuente de patógenos emergentes lo suficientemente temprano como para desacelerar o detener su propagación y, en última instancia, acelerar el desarrollo de vacunas y pruebas de diagnóstico.

Según los expertos, si se sigue destruyendo el medio ambiente y vendiendo especies silvestres como mascotas, carne o medicinas, estas enfermedades seguirán apareciendo.

La necesidad de implementar medidas preventivas lo antes posible es cada vez más urgente, explica Andrew Dobson de la Universidad de Princeton, también coautor principal, quien concluye que las epidemias están ocurriendo con más frecuencia, se están haciendo más grandes y se están extendiendo a más continentes.


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