En los últimos años se ha producido un gran avance en el tratamiento de la diabetes tipo 2, con la aparición de fármacos que utilizan como principio activo la semaglutida, un péptido semejante a una hormona, el glucagón-1 o GLP-1, que juega un papel de contrapeso de la insulina en el equilibrio del azúcar en sangre. Cuando el nivel de azúcar baja, el glucagón induce al hígado a liberar glucosa y cuando sube se genera más insulina, que se encarga de reducir el exceso. Además, la semaglutida produce una notable reducción del apetito, lo que ha convertido en un éxito a Ozempic (Novo Nordisk), uno de los fármacos producidos con este principio activo. La revista Science designó a estos fármacos contra la obesidad como el mayor avance científico de 2023.

Esto ha llevado a los investigadores de semaglutida, Daniel J. Drucker; Jeffrey M. Friedman; Svetlana Mojsov; Joel F. Habener y Jens Juul Holst, a alzarse con el Premio Princesa de Asturias de Investigación 2024. Jeffrey M. Friedman ha sido reconocido como pionero en establecer la base genética de la hormona que regula el apetito, mientras que a Svetlana Mojsov y sus colaboradores (quienes identificaron la hormona GLP-1) se les reconoce por su estudio del efecto de las hormonas que regulan la secreción de la insulina y los niveles de glucosa, que “han conducido al desarrollo de tratamientos que ya están disponibles y que están mejorando la calidad de vida de cientos de millones de personas en todo el mundo”. 

Desde sus diferentes laboratorios estudiaron las hormonas que intervienen en el proceso y regulan el metabolismo digestivo, como la somatostatina, que inhibe la producción de glucagón y de insulina, y variantes del glucagón, denominadas GLP-1 y GLP-2, y comprobaron que este sistema de homeostasis podía ser una diana terapéutica efectiva contra la diabetes de tipo 2. La semaglutida funciona como agonista del receptor del glucagón GLP-1, por lo que inhibe la producción de esta hormona, reduciendo los niveles de azúcar en sangre y mejorando el crecimiento de las células betapancreáticas, responsables de la producción y liberación de insulina.

La historia del GLP-1 ha tardado cuatro décadas en desarrollarse. Tal y como recordó la revista Science en su artículo, los investigadores descubrieron el GLP-1 mientras estudiaban la diabetes y la regulación del azúcar en sangre a principios de la década de 1980. En 1990, los científicos ya descubrieron que inyectar GLP-1 en el cerebro de ratas reducía su ingesta de alimentos. Sin embargo, no fue hasta 2005 cuando se aprobó el primer fármaco GLP-1, Byetta (exenatida) para la diabetes tipo 2 (DM2). Siguiendo la línea cronológica, en agosto, un estudio con la participación de 529 personas que padecen obesidad e insuficiencia cardíaca reveló que aquellos que recibieron semaglutida experimentaron un incremento duplicado en la mejora cardíaca y fueron capaces de caminar 20 metros adicionales en un periodo de seis minutos en comparación con el grupo placebo después de un año de tratamiento. En el mismo mes, un ensayo más extenso con 17.000 personas con exceso de peso y enfermedades cardiovasculares, liderado por Novo Nordisk, arrojó que aquellos que tomaban semaglutida tenían un 20 por cierto menos de riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.

El jurado reconoce a los cinco líderes mundiales en endocrinología por su trabajos por establecer las bases de la diabetes y la obesidad y mejorar la calidad de vida de millones de pacientes en todo el mundo. “Estos trabajos están teniendo un enorme impacto clínico y social, ya que han permitido por primera vez el desarrollo de fármacos eficaces para combatir la diabetes y la obesidad”, ha explicado el jurado en el acta del fallo. “Además, permiten mitigar patologías asociadas como las cardiovasculares”, ha añadido.

Efectos prometedores en obesidad

Los agonistas del GLP-1 se desarrollaron para tratar la diabetes de tipo 2, pero, tras evaluarlos en ensayos clínicos, se descubrió que no sólo servían para controlar los niveles alterados de glucemia, sino que también eran eficaces para perder peso. Hace apenas dos años, las agencias reguladores aprobaron Wegovy (semaglutida, Novo Nordisk) tras demostrar que su administración subcutánea en adultos con sobrepeso u obesidad, sin diabetes, unido a una intervención en el estilo de vida se asociaba con una pérdida de peso media significativa, sostenida y clínicamente relevante del 14,9 por ciento. Se estima que el 86 por ciento de los participantes alcanzaban al menos un cinco por ciento de pérdida de peso.

Con el paso del tiempo también se ha comprobado que tiene efectos protectores de accidentes vasculares en adultos con obesidad, indicación autorizada recientemente por la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA, por sus siglas en inglés). Por su parte, Friedman descubrió en 1994 otra hormona, la leptina, que se genera en las células grasas o adipocitos y actúa sobre la región cerebral que controla el apetito. Se trata de un sistema en equilibrio: cuanta más grasa hay más leptina se produce, lo que disminuye el apetito, reduciendo la grasa del organismo y por tanto la producción de leptina. En el caso de los obesos este mecanismo está desequilibrado. También ha estudiado la predisposición genética a la obesidad.


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