El Hospital Regional Universitario de Málaga ha realizado un estudio que advierte que “la fragilidad frecuente entre los pacientes que van a recibir un trasplante renal conlleva un mayor porcentaje de reingreso a los 90 días, peor calidad de vida y mayor dependencia”. Esta investigación, presentada en el 8º Congreso de la Sociedad Española de Trasplante (SET), alerta de “un factor de riesgo para mortalidad y pérdida del injerto”. Si bien, también confirma que la situación de estos pacientes mejora con el trasplante en siete de cada diez casos. La investigación también analiza otras posibilidades que pueden afectar la fragilidad de los pacientes y qué implicaciones tiene para su supervivencia.

La fragilidad es un estado clínico que implica una disminución de la reserva fisiológica y funcional de múltiples órganos y sistemas. Esto reduce la capacidad del paciente para enfrentar otros factores que pueden resultar estresantes. En el contexto de estos trasplantes, la fragilidad se ha asociado con un síndrome inflamatorio que acelera el envejecimiento celular y vascular del injerto renal. Se trata de una situación que aumenta el riesgo de complicaciones como la función retrasada del injerto y el reingreso hospitalario, según ha indicado la SET.

La especialista en nefrología del Hospital Regional Universitario de Málaga, autora de este estudio, Verónica López, ha explicado, en una entrevista a Gaceta Médica, que “aunque la fragilidad tiene una prevalencia muy alta, con casi el 61 por ciento de los pacientes trasplantados considerados frágiles o prefrágiles, el trasplante en sí mismo puede mejorar significativamente esta condición”. De hecho, se ha mostrado que hasta un 67 por ciento de los pacientes frágiles experimentan una mejora en su fragilidad después del trasplante.

El estudio ha contado con 65 pacientes candidatos a trasplante renal con una edad media de 58 años, un 70 por ciento de hombres. Así, se ha identificado que un 61 por ciento de los pacientes presentaba algún grado de fragilidad. En total, un 22,5 por ciento tenían un grado alto de fragilidad utilizando la escala FRAIL. Según este parámetro, tres o más puntos indica fragilidad, y un puntaje de uno o más indica prefragilidad. Por otro lado, en el estudio no se han encontrado diferencias en los parámetros de inflamación entre los pacientes frágiles y no frágiles. Tampoco se ha observado un mayor riesgo de función retrasada del injerto o rechazo agudo. Sin embargo, se ha constatado una disminución en la supervivencia global del injerto en pacientes con algún grado de fragilidad.

Resultados y estrategias de prehabilitación

“El trasplante de riñón mejora la situación tanto de fragilidad como de calidad de vida de los pacientes trasplantados”, tal y como ha señalado López. Algo notable en los pacientes frágiles. Así, han reportado una mejora en su calidad de vida y una disminución en su dependencia de familiares y cuidadores tras el trasplante. Si bien un pequeño porcentaje de pacientes puede experimentar un empeoramiento temporal en los primeros meses tras el trasplante debido a la cirugía, la mayoría tiene una mejora notable en su salud. “La fragilidad no debe ser vista como una contraindicación para el trasplante. Hemos observado que mejora la situación en un 67 por ciento de los casos”, ha subrayado.

Una de las estrategias para mejorar la supervivencia y calidad de vida de los pacientes frágiles es la prehabilitación. López ha explicado que “cuando detectamos a un paciente frágil en la lista de espera, le proporcionamos un paquete de rehabilitación que puede incluir ejercicios de fuerza y mejoras en la nutrición”. Aunque la intervención puede suponer un desafío, estos esfuerzos están dirigidos a corregir la fragilidad antes del trasplante para mejorar los resultados postoperatorios. De este modo, este estudio del Regional de Málaga ha demostrado que el trasplante puede mejorar la fragilidad en estos pacientes

Otros estudios presentados en el Congreso de la SET

Además de este trabajo, en el 8º Congreso Nacional de la SET también se han presentado otros estudios. Por ejemplo, uno del Hospital Universitario Dr. Peset de Valencia, centrado en pacientes mayores de 65 años. Éste ha concluido que el retrasplante renal “es la mejor opción terapéutica para pacientes de esa edad a los que les empieza a fallar el injerto renal”. Realizado sobre una muestra de 259 pacientes, ha apuntado que los resultados de supervivencia y evolución “eran comparables a los de los primeros trasplantes en pacientes de similares características”, según un comunicado de la SET. “El trasplante anticipado entre los pacientes retrasplantados resultó similar al de los pacientes trasplantados por primera vez”. Por tanto, “se debe valorar este retrasplante de forma precoz con un injerto renal que empieza a fallar, considerándolo la mejor opción terapéutica, preferible a la entrada en diálisis”. Tal y como han abundado, “aportaría beneficios, tanto al paciente por sus resultados clínicos, como al sistema sanitario por sus menores costes”.

Este congreso de la SET reunió en mayo a más de 400 expertos para “discutir los avances clínicos y tecnológicos en el ámbito de los trasplantes en España”. Entre los temas que abordaron, incluyeron la inteligencia artificial aplicada al trasplante o los problemas actuales y futuros en el trasplante de órganos sólidos. En cuanto a los ponentes, contaron con la directora general de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Beatriz Domínguez-Gil, así como el jefe de la Sección de Cirugía del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, Julio Mayol. También con jefe del Departamento de Cirugía y director del Instituto de Trasplantes Langone de la Universidad de Nueva York, Robert Montgomery, “uno de los mayores expertos en trasplante renal a nivel mundial y paciente trasplantado de corazón de una persona infectada por hepatitis C”, según han concluido en este comunicado.


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