GM Madrid | martes, 09 de octubre de 2018 h |

Los datos de un ensayo clínico han demostrado que la forma en que las personas responden al tratamiento para el trastorno bipolar puede verse influenciada por su peso y por la calidad general de su dieta.

Estos primeros resultados han sido presentados en el 31º Congreso del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología (ENCP, por sus siglas en inglés), y, de repetirse en otros estudios, el tratamiento de algunos problemas de salud mental podría beneficiarse de la inclusión de consejos dietéticos.

Un grupo de científicos australianos, alemanes y estadounidenses ha demostrado que aquellos que tienen una dieta compuesta por alimentos de alta calidad, menos inflamatoria y/o un índice de masa corporal (IMC) bajo responderían mejor a un tratamiento complementario dietético proporcionado como parte de un ensayo clínico.

“Si podemos confirmar estos resultados, entonces es una buena noticia para las personas con trastorno bipolar, ya que hay una gran necesidad de mejores tratamientos para la fase depresiva”, apunta la investigadora principal, Melanie Ashton, de la Universidad Deakin en Australia.

En el estudio, un total de 133 participantes debían tomar una combinación de nutracéuticos (compuestos derivados de alimentos como vitaminas o minerales que tratan o previenen una enfermedad o trastorno), incluido el aminoácido antiinflamatorio n-acetilcisteína (NAC), o un placebo, durante 16 semanas.

Los participantes recibieron la medicación del estudio además de cualquier tratamiento estable que ya estuvieran recibiendo. Los investigadores midieron el IMC al comienzo del estudio y luego midieron el nivel de depresión. Además, también evaluaron si un participante estaba mejorando y, de ser así, cuánto en las próximas 20 semanas.

Después, los sujetos del estudio completaron un cuestionario sobre lo que comen habitualmente durante el año y los investigadores calcularon un baremo de calidad de la dieta, donde las dietas buenas incluían muchas frutas y verduras, mientras que las dietas de peor calidad tenían más grasas saturadas, carbohidratos refinados y alcohol. Estos tipos de dietas se clasificaron como antiinflamatorias o proinflamatorias, según los alimentos que afectan la inflamación.

“Las personas que tenían una dieta de mejor calidad, una dieta con propiedades antiinflamatorias o un IMC más bajo, mostraron una mejor respuesta al tratamiento nutracéutico adicional que las que informaron una dieta de baja calidad, una con alimentos que promuevan la inflamación o con sobrepeso”, concluye Ashton.