El tratamiento de la leucemia linfática crónica ha cambiado drásticamente en los últimos cinco años. Lo explica a GM José Ángel Hernández Rivas, jefe del Servicio de Hematología del Hospital Universitario Infanta Leonor, que analiza los últimos datos presentados en el encuentro americano con ibrutinib, desarrollado por Janssen, uno de los avances terapéuticos que ha impulsado esta transformación.

Los especialistas han conocido los nuevos datos del estudio en fase 3 GLOW, un ensayo en pacientes con leucemia linfática crónica mayores de 65 años con comorbilidades. Los pacientes recibieron durante 15 meses un tratamiento que incluye la combinación de ibrutinib, que arranca solo en los tres primeros meses, para continuar en combinación con venetoclax los doce meses restantes.

Hernández Rivas explica que los resultados de supervivencia libre de progresión con esta combinación son del 75 por ciento a tres años y medio, frente al 25 por ciento de la rama de pacientes tratados con clorambucilo y obinutuzumab. “Resultados estadísticamente significativos con una disminución del riesgo de progresión o muerte del 79 por ciento”, añade.

Supervivencia global

Asimismo, los resultados de supervivencia global también son significativos, según detalla el experto, con una mejora del 52 por ciento en la rama de ibrutunib más venetoclax, que alcanza el 87,5 por ciento a tres años y medio, frente al 77,6 que alcanzan los pacientes tratados con la otra combinación.

“En esta actualización los datos de toxicidad son mejores, en el sentido de que no hay muertes relacionadas con el tratamiento, completado a tres años y medio, y se observa que aporta una eficacia mucho mayor que solo con ibrutinib”, advierte.

De igual modo, el especialista subraya que el hecho de que sea una combinación de administración oral y duración fija tiene el atractivo de que los pacientes no dependen de un hospital de día, que sí exigen otras estrategias de tratamiento, además de otro tipo de ventajas referidas a la muy baja aparición de síndrome de lisis tumoral con la combinación estudiada.

“Es un tratamiento muy interesante y potente en el seguimiento de estos pacientes mayores en el que, no hay muertes adicionales, además, podemos observar cómo dos años después del final del tratamiento cerca del 40 por ciento de los pacientes tienen enfermedad mínima residual negativa”, concluye.


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