El dolor neuropático periférico (DNP) afecta de forma severa a la calidad de vida del paciente e influye, según ha explicado Enrique Sainz de Murieta, jefe de Sección de Rehabilitación Hospitalaria y Unidades Específicas Hospital Universitario de Navarra, “en el sueño, lo que incide negativamente en la salud general”.

Durante la mesa redonda ‘Dolor Neuropático Periférico en el Paciente Postquirúrgico’, en el marco del 61º Congreso de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (Sermef), que ha tenido lugar en Santander. En esta mesa, que ha contado con la colaboración de Grünenthal, han participado también Ana Mancheño, del Hospital de Requena de Valencia, Sergio Trinidad, del Hospital 12 de Octubre de Madrid, y Sergio Fuertes, del Hospital Universitario de Burgos.

“La prevalencia del dolor neuropático periférico en el paciente postquirúrgico se estima en un 30 por ciento%”, sin embargo, Sainz de Murieta ha destacado que “en algunas intervenciones como la mastectomía puede alcanzar hasta el 57 por ciento”, especialmente en aquellos casos que requieren tratamientos de quimioterapia.

“La prevalencia en la cirugía en el tórax se aproxima al 45 por ciento en el caso de dolor mixto con componente neuropático y en un 30 por ciento de dolor neuropático puro, en las artroplastias de rodilla puede alcanzar hasta el 44 por ciento y en las de cadera alrededor del 27 por ciento”, ha señalado Sainz de Murieta, y ha añadido que “las amputaciones de miembros también son una causa frecuente de este tipo de dolor con una incidencia que puede situarse hasta en el 85 por ciento”.

Este tipo de dolor incide en el estado de ánimo provocando sufrimiento, ansiedad e irritabilidad con una merma en la calidad de vida y en la actividad física que repercute en la salud y en la capacidad funcional. “Si el dolor neuropático localizado postquirúrgico persiste en el tiempo, se puede desarrollar un síndrome de dolor por sensibilización central”, ha advertido el especialista.

El dolor neuropático periférico postquirúrgico se caracteriza porque persiste más de tres meses después de la cirugía, presenta unas características diferentes al dolor que el paciente podía tener previamente y se localiza en la zona quirúrgica o a su alrededor.

Diagnóstico precoz

El diagnóstico precoz es un aspecto fundamental en el abordaje de los pacientes, por lo que Sainz de Murieta ha enfatizado que las mejores respuestas se producen en los pacientes con menos de seis meses de evolución. “Si detectamos tempranamente el dolor neuropático y lo tratamos, la respuesta es mucho más favorable. A mayor tiempo de evolución la respuesta a las terapias es más pobre”, ha señalado.

Asimismo, ha insistido en la importancia de que las personas afectadas por el dolor neuropático postquirúrgico comuniquen todos los síntomas que presenten porque puede facilitar el diagnóstico. “Comunicar al profesional sanitario sensaciones extrañas como cosquilleo, dolor con el roce de las sábanas o la ropa y falta de sensibilidad en zonas próximas a la zona quirúrgica va a posibilitar un diagnóstico más temprano”, ha explicado el especialista.

Sainz de Murieta también ha remarcado la importancia de la formación de los equipos multidisciplinares en el abordaje de estos pacientes para que “sepan detectar todas las necesidades de los afectados con dolor neuropático periférico postquirúrgico tanto a nivel biomédico como a nivel psicológico y mental y a nivel social.”

El especialista ha resaltado los avances que se han producido recientemente, ya que en la actualidad “disponemos de herramientas terapéuticas de las que carecíamos, lo que supone un gran beneficio que nos permite abordar con éxito procesos complejos en los que hace algunos años las alternativas tenían más efectos secundarios o eran menos efectivas”.

Retos

En cuanto a los retos que tienen los profesionales en este ámbito, Sainz de Murieta ha afirmado que consiste en “avanzar hacia un abordaje rehabilitador personalizado detectando tempranamente aquellos que mejor responden y diferenciarlos de los que lo hacen tardíamente o no lo hacen”.

Asimismo, el especialista ha incidido en la necesidad de que se incluya la valoración del dolor neuropático como una constante en los pacientes ingresados para registrarlo en las historias clínicas informatizadas, “lo que aportaría datos más precisos sobre su prevalencia en diferentes perfiles de pacientes”.


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