Hace apenas unos días, el Ministerio de Sanidad marcaba un hito al financiar el primer medicamento para tratar la hepatitis D (VHD), también conocida como hepatitis delta. Hasta la fecha, no existía ningún tratamiento eficaz, lo supone un gran paso adelante en la lucha contra la más grave de las hepatitis víricas. Javier García-Samaniego, coordinador de la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas en España (AEHVE) y jefe de Sección de Hepatología del Hospital Universitario La Paz, explica a Gaceta Médica lo que significa la llegada de bulevirtida (Hepcludex), una terapia desarrollada por Gilead.

Se estima que entre un 40 y un 50 por ciento de las personas que se infectan por el virus delta desarrollan una cirrosis. Por tanto, este tratamiento representa la primera opción terapéutica para una enfermedad que se puede considerar huérfana desde el punto de vista terapéutico y que puede mejorar la historia natural y el pronóstico de muchos enfermos. Por tanto, permite reducir la carga viral de los pacientes, mejorar la inflamación hepática y las transaminasas, así como frenar la progresión de la enfermedad”, afirma.

La hepatitis D crónica es una enfermedad potencialmente mortal que sólo afecta a personas infectadas por el virus de la hepatitis B. En España, según la Encuesta de Seroprevalencia del Ministerio de Sanidad, un 0,22 por ciento de la población tiene infección activa por hepatitis B (cerca de 90.000 personas). No obstante, en otros estudios epidemiológicos este porcentaje asciende al 0,5 por ciento. De ellos, se estima que el cinco por ciento están coinfectados por hepatitis D, por lo que en España habría entre 5.000 y 7.000 personas con hepatitis crónica por el virus delta. “Tenemos pocos datos prevalencia. Estimamos que puede haber entre y un cuatro y un cinco por ciento de los portadores de hepatitis B que tendrían hepatitis delta en España”, afirma García-Samaniego.

La coinfección por el VHD conduce a una enfermedad hepática más grave que la producida por la infección por el VHB por sí solo y se asocia con una progresión más rápida de la fibrosis, mayor riesgo de desarrollar cirrosis hepática y tasas más elevadas de cáncer de hígado y muerte.

La EMA lo aprobó hace apenas dos meses. Sin embargo, estaba disponible de manera condicionada desde hace dos años. La lucha contra la hepatitis D ha estado limitada hasta ahora por una histórica falta de tratamientos efectivos. “Esta enfermedad no tenía ningún tratamiento eficaz. Los pacientes con hepatitis delta, la forma más grave de hepatitis víricas, sólo tenían como fármaco el interferón, un medicamento que produce tasas de respuesta pobres, inferiores al 20 por ciento, y con muchos efectos secundarios que no permiten la administración a pacientes con enfermedad hepática muy avanzada”, sostiene García-Samaniego.

Muchos de los antivirales que se probaron anteriormente para tratar la hepatitis delta no funcionaron debido a la complejidad del virus. “El virus delta es extraordinariamente peculiar en la especie humana. Es un virus satélite que necesita del virus de la hepatitis B para entrar en la célula hepática, infectar y replicarse. Esto significa que no puede haber hepatitis delta sin B. Sin embargo, los antivirales de la hepatitis B no funcionan para la delta”, especifica García-Samaniego.

Diagnóstico en estadios avanzados

La falta de opciones terapéuticas es una de las barreras principales en la lucha contra la hepatitis D, aunque no la única. Una reciente investigación, en la que participaron especialistas de quince hospitales españoles, concluyó que el diagnóstico de hepatitis se produce habitualmente en un estadio avanzado. “Se trata de un virus cuya historia natural produce enfermedad hepática avanzada en un periodo de tiempo mucho mas corto que otros virus. En el momento del diagnóstico, aproximadamente un 40 por ciento de los pacientes tienen ya enfermedad hepática avanzada”, reitera García-Samaniego.

El experto sostiene se trata de un virus que en determinadas ocasiones no produce síntomas visibles en un primer momento. “A veces, las sobreinfecciones del virus de la hepatitis delta en un portador crónico del virus de la hepatitis B tienen expresividad clínica, pero otras muchas veces el virus no da síntomas al principio. Como estamos ante el virus que produce más daño, no es para nada raro encontrar a pacientes con fibrosis avanzada en el momento del diagnóstico”, concluye García-Samaniego.


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