Las imágenes del conflicto armado entre Rusia y Ucrania han invadido las portadas de los medios en las últimas semanas. Las consecuencias de la guerra, más allá del efecto económico y social, están afectando al entorno natural de la región debido a las explosiones, los incendios y la exposición a gases tóxicos o metales pesados. En este sentido, el desarrollo de una guerra supone un ‘golpe’ directo para la naturaleza, ya que ponen en peligro a la biodiversidad y a los ecosistemas con la tala de árboles o quema de cosechas para debilitar al enemigo.

Un efecto que requiere divulgación

De hecho, para concienciar de los efectos de las guerras en la naturaleza, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el 6 de noviembre como el Día Internacional para la prevención de la explotación del medio ambiente en la guerra y los conflictos armados. Este día se sostiene en que, según el Programa de Medio Ambiente de la ONU, al menos el 40 por ciento de todos las guerras del mundo están vinculados con la explotación de los recursos naturales.

Según el Wall Street Journal, expertos consultados por este medio aseguran que los impactos en la salud de la guerra podrían llegar más lejos de las fronteras de Ucrania, debido al transporte de contaminantes a través del aire y del agua.

Contaminantes de guerra, palanca de enfermedades

Los daños ambientales producidos por la guerra “podrían tardar años en limpiarse” según declaran a WSJ y aumentarían el riesgo de cáncer y enfermedades respiratorias, además de afectar al desarrollo de los niños.

Tal y como indicó Iryna Stavchuk, viceministra de protección ambiental y recursos naturales de Ucrania, cerca de 100 inspectores trabajan tomando muestras del suelo y agua en sitios de interés. Según la experta, es difícil evaluar el daño total al medio ambiente porque los inspectores no tienen acceso a muchas regiones del país. Sin embargo, distintas organizaciones medioambientales están trabajando en ello, llegando a documentar daños en más de 100 localizaciones.

De hecho, muestras tomadas por los expertos revelaron niveles de amoníaco 163 veces superiores a lo normal y nitratos 50 veces más altos.

Stefan Smith, coordinador del programa de desastres y conflictos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha calificado la labor de estas organizaciones como “una especie de trabajo de detective ambiental colaborativo” y señala al conflicto armado como “un enorme problema ambiental”.

Por parte de Ecoaction, una de las organizaciones con sede en Ucrania, Evgenia Zasiadko, jefa del departamento climático, ha explicado que se han identificado muchos lugares contaminados cerca de las ciudades de Kyvi, Luhansk y Kharkiv. Además, indica que los daños a las minas de carbón podrían envenenar el agua del que dependen zonas con pueblos pequeños para poder tener agua potable.

“Existe un gran riesgo para la población local y para impactos ambientales más prolongados si ocurren actividades militares allí”

Evgenia Zasiadko, jefa del departamento climático Ecoaction

Ataque ruso a puntos vulnerables

Según un informe de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa, en toda Ucrania existen cientos de enormes embalses que almacenan alrededor de 6 mil millones de toneladas de desechos líquidos de la actividad mineral e industrial. Así, los expertos consultados por WSJ confiesan su preocupación ante el posible derrame de estos químicos tóxicos en tierras o ríos si se dañaron por las armas de la guerra.

Las explosiones, incendios y derrumbes ponen en peligro el entorno natural con consecuencias ambientales que vayan más allá de las fronteras.

De hecho, Wim Zwinjnenburg, lider del proyecto PAX – una organización holandesa sin fines de lucro que documenta zonas de conflicto- señala que la guerra ya ha destruido más de una docena de instalaciones de agua, incluidas plantas de tratamiento y represas. Esto ha provocado que se extiendan aguas residuales sin tratar que se lavan en ríos o en arroyos.

“El medio ambiente no es solo una cuestión de salvar árboles, es un elemento fundamental para las personas porque si se contamina, ya no pueden vivir allí”

Wim Zwinjnenburg, líder del proyecto PAX

Contaminación atmosférica

Neta Crawford, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Boston y codirectora del Proyecto Costs of War en la Universidad de Brown, puntualizó a WSJ la importancia de valorar la contaminación del aire, en relación de la duración de la guerra. Esto se debe a las emisiones de los tanques, los aviones militares o los camiones, que “podrían llegar a ser similares a las emisiones de un país pequeño o mediano en todo un año”, ha señalado la experta.

Sin embargo, las tropas rusas han querido debilitar a Ucrania atacando a los depósitos de combustible y refinerías en toda Ucrania. Estos ataques han liberado contaminantes como hollín, metano y dióxido de carbono.

Las destrucciones de infraestructura también suponen un riesgo. El polvo de cemento liberado en el aire supone una amenaza, además del amianto de algunos de los edificios, que tras las bombas ha quedado al descubierto. Es sabido que este material se ha relacionado con distintos tipos de cáncer y puede persistir en el entorno durante años. Se trata de un material que no se descompone ni se lava con las lluvias.

“Debemos seguir de cerca el daño ambiental de la guerra y no ignorarlo”, concluye Zwijnenburg de PAX.


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