Sandra Pulido Madrid | viernes, 09 de febrero de 2018 h |

El abordaje del dolor infantil en España se enfrenta a importantes desafíos, entre los que se encuentran la dificultad de valoración de los pacientes más pequeños, la oferta limitada de tratamientos validados, la escasez de guías clínicas para el abordaje del problema, así como la falta de estudios y formación de los agentes implicados.

Jordi Miró, coordinador del grupo de Trabajo de Dolor Infantil de la Sociedad Española del Dolor (SED), explica a GACETA MÉDICA los principales puntos a resolver.

“Por un lado, nos encontramos con la falta de profesionales preparados para atender la demanda de pacientes que sufren este problema”, subraya el experto.

El dolor crónico afecta a entre el 20 y el 30 por ciento de la población infantil y juvenil, de los que el cinco por ciento sufre graves problemas de discapacidad asociadas al dolor, según los últimos estudios de la SED.

“Todavía tenemos poca información sobre cuáles son los mejores tratamientos. Si la comparamos con los adultos es escasa. Necesitamos tener más información y más específica sobre los efectos de los tratamientos, así como concretar unidades especializadas que permitan atender de forma adecuada el problema que plantea esta población. De la misma manera que existen de adultos que existan para niños”, resalta

A diferencia de lo que ocurre en los adultos, el dolor crónico en los menores suele tener un origen osteomuscular, abdominal o tipo cefaleas, en los cuales no llega a encontrarse una enfermedad presente en el momento del desarrollo.

“Encontrar la causa del dolor crónico en general puede ser difícil. El problema con el que nos encontramos por una parte, es que cuando estos pacientes vienen a consulta, la causa que inicio el problema en primera instancia no se puede apreciar con los recursos diagnósticos que tenemos en estos momentos. A pesar de ello, el dolor se mantiene”, continúa Miró. “El dolor en sentido estricto es una experiencia muy compleja que depende, no solo de factores físicos u orgánicos, sino de los efectos de interacción e interdependencia mutua de otros factores que son colectivos, emocionales e incluso culturales. Por tanto, no debe sorprendernos desde esta perspectiva que el dolor se mantenga mas allá de lo que lo instigó en primera instancia.”.

El tratamiento debe realizarse desde tres niveles simultáneos. “Siempre debe ser interdisciplinar porque ya hemos visto que los factores que incluyen esta experiencia son múltiples. Por tanto, si utilizamos una única alternativa terapéutica como podrían ser los fármacos, seguro que estaremos abocados al fracaso. El tratamiento debe incorporar el aspecto farmacológico, el tratamiento físico y el tratamiento psicosocial”, concluye el especialista.