Investigación
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C. Ossorio
Barcelona
Está a punto de arrancar un proyecto europeo coordinado por científicos del Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) de Valencia cuyo objetivo global es encontrar el modo de acción de pequeñas moléculas activas contra la tuberculosis que han sido identificadas por el laboratorio GlaxoSmithKline (GSK).
Como explica Marc Marti-Renom, investigador principal del Laboratorio de Genómica Estructural del CIPF, en esta iniciativa también colaboran los grupos franceses del Instituto Pasteur y el Instituto de Farmacología y Biología Estructural/CNRS en Toulouse, y un grupo alemán del EMBL en Hamburgo.
De forma ajena a este proyecto, GSK testeó su librería privada de unos dos millones de compuestos químicos, y comprobó que una parte pequeña de ellos es activa contra tuberculosis, es decir, mata al patógeno y no es tóxico contra células in vivo humanas. Lo que se desconoce es su mecanismo.
En este trabajo, en primer lugar, la estructura virtual de los compuestos de GSK pasarán al CIPF donde el equipo de Marti-Renom realizará la parte computacional, simulando a nivel genómico cuáles pueden ser las dianas que estén atacando esos compuestos. Pasarán la información hallada, conjuntamente con los compuestos reales, a los dos grupos franceses. Ellos realizarán genómica con las decenas de dianas terapéuticas elegidas computacionalmente, creando mutantes del Mycobacterium tuberculosis para estudiar la respuesta a los medicamentos.
Los casos en los que se vea un efecto diferenciado servirán para que el grupo alemán diseñe la estructura tridimensional que “determine el máximo número de estructuras posibles de los compuestos, conjuntamente con las dianas terapéuticas”. Como especificó el investigador, se estima que “unas cinco o seis”.
Y el círculo se cerrará de nuevo en GSK, donde modificarán la molécula químicamente para hacerla más específica a cada una de las dianas. Es un ciclo que repetirán durante tres años consecutivos, de cara a poder desarrollar estudios preclínicos y clínicos.
Aunque la disponibilidad de la secuencia del genoma de la bacteria de la tuberculosis ha permitido avances en este campo, la identificación de candidatos a nuevos fármacos es aún un asunto pendiente.