gestión/ En tiempos de cambio e innovación la clave está en la selección del medicamento más seguro y coste efectivo y en los resultados de salud
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Los jefes de servicio piden información de efectividad, no de eficacia
Defienden los CRC como “vías de ahorro y control” de los fármacos innovadores
josé garcía
La Granja (Segovia)
La repercusión del hospital en el gasto farmacéutico está siendo cada vez más importante por las moléculas innovadoras de alto coste que van apareciendo y porque el propio sistema sanitario ha decidido que sea en el ámbito hospitalario donde se controlen y dispensen. Con estas premisas, y en tiempos de ajustes, cambios e innovación, los servicios de farmacia hospitalaria de toda España están acometiendo ya estrategias para controlar ese incremento del gasto en función de dos factores: la demanda y los precios. Estrategias como la incorporación de genéricos o biosimilares, u otras enfocadas al control del precio de los medicamentos para hacerlo más competitivo a través de concursos o declaración de equivalentes terapéuticos no son nuevas. Estrategias realizadas de forma participativa con los equipos clínicos y que ahora se han reactivado con las centrales de compras donde el volumen de adquisición abarata los precios.
Ahora bien, en el escenario presente y en el que llega de mayor contención y ajuste presupuestario, no son suficientes estas estrategias de primera generación, por lo que están cobrando cada vez más relevancia otras encaminadas a la selección de medicamentos y a los resultados de salud. Así lo han puesto de manifiesto los más de sesenta jefes de servicio de Farmacia Hospitalaria reunidos en las IV Jornadas de gestión aplicada a la Farmacia Hospitalaria, que acaban de celebrarse en La Granja (Segovia) patrocinadas por la compañía Gilead.
Según expuso José Luis Poveda, jefe de servicio en La Fe de Valencia y presidente de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), además de controlar el precio, hay estrategias de segunda generación relacionadas con la utilización de los fármacos en los pacientes, la dosis y el horario más adecuado para minimizar riesgos. “Se trabaja mucho en este sentido en la selección de los pacientes. Tenemos diferentes alternativas terapéuticas y hay que buscar no sólo la más eficaz y segura sino la más eficiente en términos económicos. Y estas aproximaciones se hacen ya a través de la farmacogenética”, explicó.
Poveda también aludió a las últimas estrategias que se están poniendo en marcha “con diferente calado”, estrategias de tercera generación tendentes a valorar los resultados clínicos. “Las instituciones, los profesionales y la industria farmacéutica tienen que participar en un proyecto general de compartir riesgos respecto a los resultados. Me refiero a la necesidad de pagar por resultados clínicos obtenidos y no pagar por precio único de medicamento”, dijo.
Coincidieron con este planteamiento Antonia Mangues y María Sanjurjo, jefes de servicio de los hospitales Sant Pau de Barcelona y Gregorio Marañón de Madrid. Para la primera, la clave está en la selección del medicamento más seguro y coste efectivo para cada paciente y los resultados de salud. “Hay que tener información de efectividad, no de eficacia, y retroalimentar el sistema con datos de práctica real”, señaló Mangues.
Racionalizar, no racionar
Por su parte, Sanjurjo insistió en la importancia de realizar una “buenísima” selección del medicamento. “Los servicios tenemos que racionalizar el uso de medicamentos o, al menos, colaborar a ello, que no racionar, ya que eso forma parte de las autoridades sanitarias”, explicó la responsable del Gregorio Marañón. “Racionalizar —continuó— es buscar los medicamentos más eficientes para los pacientes y luego posicionarlos muy claramente en el hospital. Para ello es muy importante medir los resultados de efectividad y compararlos con la eficacia”.
Tanto los servicios como las gerencias hospitalarias —según Sanjurjo— están trabajando mucho en los contratos de riesgo compartido con la industria “para pagar por el beneficio real de un fármaco y no por la promesa de beneficio”. La jefe de servicio del Gregorio Marañón destacó que las nuevas moléculas que vienen son “muy caras, con un beneficio muy concreto en determinadas patologías y grupos de pacientes”. Por tanto, es clave que estas moléculas entren en los hospitales “muy controladas y bien posicionadas”, y, en su opinión, los contratos de riesgo compartido son “vías de ahorro, de control, de posicionamiento y de utilización adecuada de estos fármacos”, por lo que estos contratos, que se van a potenciar mucho con la crisis, “tienen que quedar muy limitados, y el riesgo se tiene que acotar por ambas partes”.
Además, Sanjurjo destacó la rentabilidad de estos servicios. “Por cada euro que se invirtió en 2010 en la farmacia se han ahorrado cinco euros en el gasto farmacéutico del hospital”, ahorros tangibles derivados de la eficiencia en el uso de medicamentos con las nuevas tecnologías y la automatización de procesos, ya que es difícil medir el intangible, derivado del aumento de la seguridad de los pacientes. “Las gerencias tienen hoy claro que el aliado fundamental para el control del gasto hospitalario son los servicios de farmacia”, concluyó Poveda.