17º Congreso de la Soc. Esp. de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica

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r.c. Madrid | viernes, 31 de mayo de 2013 h |

La investigación del microbioma humano, el conjunto de microorganismos, principalmente bacterias, que componen nuestro organismo, fue uno de los temas destacados del 17º Congreso de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología clínica (Seimc), celebrado del 29 al 31 de mayo en Zaragoza.

Huyendo del concepto negativo de microorganismo, Germán Bou, del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario de La Coruña, subrayó la importancia de la función de incorporación de nutrientes que llevan a cabo estas bacterias, encargadas también de la síntesis de vitaminas y de la absorción de hierro y calcio. Y todo ello además de su papel en la protección del epitelio ya que, explica Bou, “al recubrir el epitelio intestinal, evitan que otros microorganismos patógenos puedan entrar en él y dañarlo”.

Unos beneficios que se pierden cuando esta microbiota intestinal resulta alterada. “Es muy posible que la microbiota intestinal esté implicada en la generación de algunos trastornos como alergia y enfermedades intestinales crónicas del intestino”, asegura Bou. De hecho, se sabe que en patologías como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa existe una activación anómala del sistema inmune frente a algunos elementos de la microbiota.

En estos pacientes se ha observado además una menor diversidad de especies en la microbiota intestinal, un aspecto asociado directamente a una mayor inestabilidad de este ecosistema interno. Una inestabilidad que provocaría, asimismo, una mayor susceptibilidad de desarrollar enfermedades tanto genéticamente como en función de variables ambientales. En estos pacientes, subraya Bou, “la inestabilidad del ecosisitema podría favorecer desequilibrios o alteraciones temporales que favorecerían esta activación anómala del sistema inmune”.

Una vez estudiadas las alteraciones de la microbiota intestinal y su relación con el sistema inmunológico y el desarrollo de patologías, el siguiente paso es el tratamiento. Aquí, tal y como se expuso durante el simposio “Microbioma humano: nuevas herraimientas, nuevos conocimientos”, existen dos líneas de trabajo principales. Sobre la primera de ellas, el trasplante de microbiota intestinal, se publicó en enero de este año un estudio en el New England Journal of Medicine con resultados muy positivos. En una muestra de 16 pacientes con episodios recurrentes de diarrea por clostridium difficile a los que se les hizo un trasplante de heces, como portadoras de bacterias intestinales, se observaron resultados de recuperación mejores incluso que con la utilización de antibióticos.

La segunda línea de trabajo, todavía muy incipiente, es la utilización de probióticos. En opinión de Bou, estos productos “podrían optimizar la relación de simbiosis entre microbiota y organismo, manteniendo el equilibrio en la diversidad bacteriana”. En esta línea precisamente está trabajando Francisco Guarner, del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Universitario Vall d’Hebrón.

Aunque todavía en estudio, parece ser que la microbiota intestinal podría también tener un papel importante en oncología, diabetes tipo 2 y obesidad.