SEGO/ 32º Congreso de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia

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c. ossorio Barcelona | viernes, 24 de mayo de 2013 h |

El crecimiento intrauterino retardado (CIR) aparece en el 8 por ciento de los embarazos y su detección es uno de los grandes retos de la medicina materno-fetal en estos momentos, ya que la mitad de los casos pasan desapercibidos.

Durante el Congreso de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), celebrado en Tenerife, Eduard Gratacós, coordinador de la unidad de Medicina Maternofetal y Neonatal de los hospitales Sant Joan de Déu y Clínic de Barcelona, indicó que se ha descubierto que incluso los retrasos de crecimiento más leves y más tardíos, que aparecen en el octavo o noveno mes de embarazo, tienen una gran repercusión en la calidad de vida natal. “Un tercio de la salud de una persona está determinada por la vida fetal”, señala el experto, y el hecho de que el feto esté expuesto a una desnutrición hace que se produzca programación fetal o reorganización de la formación del sistema endocrino y cardiaco, así como del cerebro.

Como esta adaptación a la adversidad se produce en el momento en que se está constituyendo la forma en que funcionan los genes, “se producen cambios epigenéticos muy precoces que permanecen”. Esa programación errónea de adaptación para sobrevivir en la vida fetal conduce a un menor desarrollo intelectual y mayor riesgo cardiovascular, de diabetes y obesidad.

El CIR se detecta mediante ecografía, pero el objetivo en los próximos años es mejorar la detección combinando esta prueba con análisis de sangre, ya que hay formas muy sutiles que escapan a la forma actual de calcular el peso fetal, o que surgen después de la última ecografía.

El retraso grave precoz se suele detectar a las 27 semanas, pero éste afecta aproximadamente a un 1 por ciento de los embarazos. El resto, más moderado, se diagnostica a partir de las 32-34 semanas, en la ecografía del tercer trimestre.

En los casos de CIR tardío, lo único que se puede hacer es vigilarlo para que no produzca ninguna complicación en la última etapa del embarazo. “En el futuro probablemente tendremos tratamientos que nos permitirán intervenir en esa programación fetal”, señala Gratacós, ya que en la actualidad no existe una estrategia terapéutica que genere el crecimiento del feto intraútero.

La principal complicación de los partos en España siguen siendo las hemorragias, según referenció durante el Congreso de la SEGO Jesús González-Merlo, catedrático emérito de Ginecología y Obstetricia y principal autor de la sexta edición de ‘Obstetricia’, el manual de referencia en la especialidad, presentado en Tenerife.

Eduardo González Bosquet, médico adjunto del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, recuerda que las muertes de mujeres durante el parto se han reducido de forma “drástica” en las últimas décadas, aunque todavía fallecen 4,7 mujeres por cada 100.000 nacidos vivos. Y las muertes perinatales también han disminuido y la tasa se sitúa en 8,3 fallecimientos por cada 1.000 nacimientos. Ernesto Fabre, otro de los autores del manual, puntualiza el gran impacto que ha supuesto la exploración ecográfica en la asistencia al embarazo, pero matiza que “la exploración ultrasónica tiene limitaciones, no todos los problemas del feto se pueden diagnosticar antes del nacimiento”. Además, este experto recuerda que “sólo una de cada cuatro mujeres planifica su embarazo”, por lo que se infrautilizan las medidas para prevenir la anencefalia y la espina bífida, como la toma de ácido fólico desde al menos un mes antes del comienzo del embarazo.