Almudena FernÁndez Madrid | viernes, 10 de junio de 2016 h |

La historia clínica electrónica es fundamental en el desarrollo e implementación de las nuevas tecnologías en todos los campos de la salud, y la AP no puede estar fuera de esa línea. En España el primer nivel asistencial llevó la delantera a la hora de informatizar y prácticamente el 100 por 100 de los centros cuenta con historia clínica electrónica implantada. Aunque los beneficios de la e-historia están claros, también acarrea riesgos que no siempre se tienen en cuenta, tal y como aseguró a GM Fernando Agustín Alonso, del Grupo de Sistemas de Información de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc), en el marco del 36º Congreso de esta sociedad científica.

En este sentido apuntó a que, cuando se habla de que cualquier médico de cualquier hospital la pueda ver en cualquier sitio, “a nadie se le escapa” que las historias clínicas son archivos en los que se describe el estado sanitario y de salud de un paciente, y eso puede tener connotaciones “muy importantes” desde el punto de vista de seguros, de su vida laboral, de cómo es “agredido” por entes publicitarios para intentar venderle productos relacionados, etc. Por ello, consideró que es imprescindible concienciarse de que es fundamental tener bien delimitados los accesos: el quién y el porqué se puede acceder.

“El quién solamente significaría que cualquier persona que tienen un título sanitario accede a cualquier historia, y eso es una verdadera burrada”, aseguró López para añadir que deberá restringirse a aquella persona cualificada que esté en relación con el proceso directo que presenta el paciente, es decir, por ser médico de un hospital no se puede permitir el acceso innecesario a historias que no le competen. Por tanto, es necesario trabajar en la capacidad de accesos, cómo restringirlos, quiénes estarían determinados y podrían entrar en cualquier momento, definir qué personas están cualificadas mediante las guardias, por ejemplo, para tener capacidad de entrar ante una emergencia. Todas estas cuestiones, que en su opinión son “básicas”, asegura que tienen “una difícil solución”.

La historia clínica “no cabe ninguna duda” de que pertenece al paciente, por lo que es necesario establecer circuitos que le premitan poseer la información que él mismo ha generado, pero siempre con limitaciones en lo que respecta a las interpretaciones que haya podido aportar otra persona, como por ejemplo lo que le haya contado al facultativo su familia.

Precisamente por la propiedad de la persona sobre su información, detalla que deberá depender de él que la oficina de farmacia o los hospitales privados puedan acceder a estos datos, aunque la Administración deberá facilitar que sea posible la interoperabilidad. Para ello, habrá que trabajar en especificaciones, lo que permite que, por ejemplo en Inglaterra, a pesar de que haya varios productos en el mercado, sean interoperables por el hecho de tener que cumplir ciertas características.

Otro asuntos que tiene también que resolverse es el hecho de que le pueda solicitar al servicio de salud que corresponda los accesos —con nombres y apellidos— de los profesionales a su perfil, pues actualmente solo se le presentaría el listado de las entradas y desde donde se han producido, pero no de las personas que lo han visto.

Fragilidad

Iñaki Martín, miembro del Grupo de Atención al Mayor de Semfyc, apuntó a que el 80 por ciento de las veces se llega a una situación de dependencia de forma progresiva, por lo que primaria puede intervenir en los casos de fragilidad para intentar frenarlo. Y es que se calcula que el 15 por ciento de los mayores se encuentran actualmente en ese estado de fragilidad, una situación que seguirá incrementándose si se tiene en cuenta que se prevé que en 2050 España sea el segundo país más envejecido del mundo, solo por detrás de Japón.

Pilar Galloso, presidenta del Comité Científico del congreso, por su parte, puso sobre la mesa como principal reto de la profesión el mantener una atención de la mayor calidad posible a los ciudadanos, lo que requiere de una adecuada competencia profesional y, en consecuencia, oportunidades para mantener la formación a lo largo del tiempo, incorporar nuevas habilidades relacionadas con las nuevas tecnologías, pero también tiempo para realizar una buena atención al paciente. “Esto es un elemento de preocupación porque tener tiempo para atender cada persona en la consulta supone que las cargas de trabajo deben de dimensionarse”, incidió. En este sentido, lamentó que en muchas comunidades el número de profesionales que están trabajando en el sistema sanitario no crece en la manera en la que sería deseable para poder garantizar los recursos necesarios para una atención de calidad.

Otro aspecto fundamental es la tarea docente de formar a los alumnos en el periodo universitario y a los residentes en su formación especializada y para desarrollar actividades de investigación que permitan mejorar la forma en la que se trabaja actualmente.