En su conjunto, los protagonistas de este reportaje superan los 800k seguidores -puede que usted entre ellos, por pura probabilidad­-. Son médicos, enfermeras, farmacéuticos, nutricionistas… Colectivos todos ellos que tienen cada vez mayor presencia en redes sociales (RR.SS) como divulgadores de contenidos en salud. Algunos, por ese gran alcance, tanto en audiencia como frecuencia de publicaciones, bien pueden considerarse ‘influencers de la salud’.

Ahora bien, ¿hay que tener una formación específica para divulgar en estos foros? ¿Dónde están los límites, si los hay, de cada colectivo? ¿Debe un farmacéutico hablar de nutrición? ¿O un nutricionista de enfermedades? ¿Hay que separar el consejo de la promoción? ¿Cómo adaptarse a cada red? Y, si cabe más importante, ¿saben los seguidores discernir sobre la calidad, o autoría profesional, de los contenidos?

Todo este totum revolutum —más el resto de stories en este nudo que quieran plantear— copan el debate sobre la divulgación de contenidos sanitarios en ese universo (incontrolable para la propia ley) que son las redes sociales. GACETA MÉDICA ha querido encajar las piezas de este puzle consultando a profesionales de distintos niveles asistenciales que más seguimiento y contenidos acaparan en RR.SS… Y, por qué no, también polémicas.

IG: @dr.anamolina

La primera pregunta es clara: ¿Quién debe liderar, o según qué, los contenidos de salud? Hay quien defiende la exclusividad en esta labor de los profesionales. Así opina, por ejemplo, Ana Molina (@dr.anamolina; 150k), dermatóloga en el Hospital Universitario Jiménez Diaz de Madrid, divulgadora de contenidos en Instagram y locutora del podcast @depielacabeza. “Los contenidos sobre la piel, si es posible, deben hacerlos siempre un dermatólogo. Y, si no lo es, siempre debe ser un contenido referenciado, consultando con un profesional y dejando claro que es una opinión de una persona que no tiene conocimientos académicos”, especifica.

En esta misma línea, otro mensaje directo es lanzado por Pedro Soriano (@soriano_p; 22.6k), enfermero y creador de la exitosa iniciativa @FFPaciente en Twitter: “el sello de calidad deben ser los sanitarios; habría que otorgarles competencias digitales”. Elisa Blázquez, nutricionista clínica en la Clínica IQtra de Madrid, también muestra su conformidad. “Divulgar sobre ciencia y salud lo tienen que hacer sanitarios y ahí las RRSS deberían tener algún tipo de filtro; o poder demostrar que experiencia o estudios clínicos se tienen para divulgar”, señala esta especialista que publica contenidos en IG a través de @elisa.blazquez (33.9k).

Por su parte, la pediatra Amalia Arce, conocida en redes como @lamamapediatra (TW 16.9k, IG 11.5k), discrepa en parte: “no soy partidaria de restringir qué solamente los profesionales deban difundir exclusivamente ciertos contenidos. El problema surge cuando se difunden falsos mensajes. Las RRSS deberían censurarse desde dentro”. Para esta pediatra dedicada a la divulgación enfocada a la infancia, lo fundamental radica, más allá de la autoría, en que la audiencia “sepa interpretar quién le está ofreciendo cada contenido”.

Liderar… ¿según qué?

Una vez realizado este primer filtro, lanzamos la siguiente pregunta: ¿cada profesional debe limitarse a su área específica de ejercicio y/o formación?

Pablo García, farmacéutico y creador de la cuenta @Medicadoo en Twitter (5.2k) y Instagram (37k) subraya que solo divulga temas relacionados con la oficina de farmacia. “Tengo claro que soy farmacéutico y, por ello, qué temas puedo abordar. No voy más allá de los relacionados con el mundo farmacéutico o de la farmacia, de forma lo más rigurosa y divulgativa posible. Pero, por ejemplo, tengo claro que no hablaré nunca de Nutrición”, resume.

En este hilo se mueve su compañera Esther Sansi (@sansi_farma; 31.9k). “El médico debe tener su función, el nutricionista la suya… ¿Los farmacéuticos? Orientar, aconsejar… Hay ciertos campos en redes sociales en los que nunca entraré; no soy médico. Por ejemplo, nunca recomendaré tratamientos fuera de mi farmacia”, expone.

IG: @endika_montiel

En cambio, Endika Montiel, nutricionista y personal trainer, enfatiza la importancia de ‘adentrarse’ y divulgar contenidos en salud en aquellas áreas donde actualmente hay lagunas informativas. Este deportista ha creado una comunidad en torno a la alimentación y el ayuno intermitente en su cuenta de Instagram @endika_montiel (157k). “Lo óptimo sería que divulgasen los endocrinos, pero la realidad es que no hay presencia en redes sociales”, opina respecto al ámbito de la Nutrición. Sobre sus contenidos, no se pone de perfil: “Soy comedido, pero es difícil marcar o identificar esa línea. ¿Cuál es la competencia de cada cual?” Yo hablo de nutrición, pero sí tengo que hablar de nutrición y salud asociado a una enfermedad, ¿ya no es la mía?, señala como ‘conflicto’ interno que puede surgir en estos influencers. “Todo lo que publico lo respaldo con evidencia científica”, defiende.

Límites personales

Queda patente la existencia de criterios, o límites, particulares. Más si cabe cuando “las RR.SS se han vuelto un territorio más hostil que obliga a ir con más cuidado si tu perfil es sanitario; existe esa responsabilidad”, opina @lamamapediatra. Coincide en esa ‘radiografía’ @elisa.blazquez: “me pongo muchos límites, las RRSS son peligrosas. Soy clínica pura, lo que veo y estudio con mis pacientes es lo que transmito en ellas”, opina.

Otro aspecto a atender es la propia legislación, así como la delgada línea que puede separar la información/asesoramiento de la promoción y/o publicidad (intencionada o no). Lo sabe bien, por ejemplo, Guillermo Martín, conocido en Twitter como @FarmaEnfurecida (65.4k) y en Instagram como farmacia_enfurecida (120 k), que inició una lucha en 2019 contra influencers del ámbito social que ‘recomendaban’ medicamentos de prescripción. Incluso, fuera de sus indicaciones autorizadas.

Por entonces, consiguió que Sanidad moviese ficha y obligase a eliminar estos contenidos en plataformas como Youtube. ¿La valoración de esta vigilancia? “Es poco o nada efectiva. Se siguen replicando los mismos contenidos ilegales y, sobre todo, peligrosos; es una guerra a ninguna parte. A lo sumo, los que fueron advertidos sí mantienen ahora un perfil bajo con estas recomendaciones o han aprendido a no traspasar barreras, pero los ejemplos son diarios”. En Instagram, la lucha se complica, al existir ciertos ‘trucos’: “La stories solo se mantienen vigentes 24 horas y luego no queda rastro. Así es difícil tanto detectarlo como, si se hace, que las autoridades puedan actuar a tiempo”, diferencia.

“Hay que saber distinguir cuando en una publicación aparecen, por ejemplo, medicamentos con su nombre y su marca. Es ahí cuando se pasa de informar de un medicamento o u grupo terapéutico a promocionar un medicamento”, añade. “Hay un porcentaje de contenidos que esconde fines económicos detrás. Necesitamos profesionales sanitarios que no hagan publicidad”, complementa @dr.molina. Como ejemplo, esta dermatóloga alude a un reciente análisis de la Revista Americana de Dermatología que revela que solo el 4% de los contenidos que se generan en redes sociales sobre el cuidado de la piel vienen amparados o bajo la autoría de dermatólogos certificados.

Tantas redes sociales, tantos estilos

Ni todo vale en las redes, ni lo mismo para todas. Cada cual ‘exige’ un lenguaje, presentación y periodicidad distinta. “Twitter es más propicia para la difusión, como muro expositor, e Instagram para la interacción, como una plaza”, apunta @soriano_p. Otros aspectos, como la estética, cobran más relevancia en redes como Instagram. Tik Tok, por su estilo desenfadado, es una red ‘delicada’ para divulgar salud. A favor, su público juvenil, un target en el que incidir.


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