El término “ambulatorio” sigue formando parte del vocabulario de una buena parte de la sociedad española, especialmente los mayores. La palabra, que aún hoy sigue apareciendo en algunos titulares de la prensa generalista, es un término obsoleto e impreciso cuyo uso rechazan siempre los profesionales del primer nivel. No en vano, y haciendo memoria, fue precisamente el paso de la atención en los dispensarios o ambulatorios al trabajo en equipo en los centros de salud lo que supuso, en la década de los 80, el principio del actual modelo de atención primaria.

Para analizar la evolución de este nivel asistencial a lo largo de la historia de este periódico, profundizar en la situación actual y avanzar las perspectivas de futuro GACETA MÉDICA ha entrevistado a los portavoces de las tres principales sociedades científicas de AP. Antonio Fernández-Pro, presidente de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG); Rafael Micó, vicepresidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen); y Susana Aldecoa, vicepresidenta de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc) ofrecen así su particular análisis.

Aldecoa explica que el modelo actual arrancó en los años 80 con la creación de la especialidad de Medicina de Familia y Comunitaria, que seguía las recomendaciones de la OMS en la histórica conferencia de Alma Ata, celebrada en 1978. En aquel momento, fue preciso adaptar la organización y la estructura de los ambulatorios de entonces a los nuevos equipos interdisciplinares, remarca.

El escenario previo a la reforma de la atención primaria era de una gran masificación en las ciudades y un atraso en el medio rural. Era escasamente resolutivo, desprestigiado y no satisfacía ni a ciudadanos ni a profesionales”, advierte la vicepresidenta de Semfyc.

Antonio Fernández-Pro
Antonio Fernández-Pro, presidente de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia.

“El médico de familia ha sido una víctima más de esta pandemia”

Antonio Fernández-Pro, presidente de SEMG

En sintonía con este análisis, Antonio Fernández-Pro (SEMG) recuerda que la medicina entonces estaba absolutamente aislada: “tanto en núcleos rurales como en urbanos, estaba ambulatorizada la asistencia y no había una atención integral y holística”. Con las primeras promociones de residentes en familia, en los 80, “comenzó una década esplendorosa a nivel nacional en la que cambió el modelo y se cubrió todo el territorio nacional con la filosofía de atención integral y prevención”.

Con respecto a este apunte sobre la prevención, Rafael Micó alude a la Ley General de Sanidad en 1986, el germen del actual Sistema Nacional de Salud. “Se ordenó de tal manera que inicialmente funcionaba”, advierte. Micó subraya que en realidad no se ha seguido apostando por ello por la existencia de un sistema de funcionariado que permite elegir otra prestación distinta a la sanidad pública. “La mayoría de los políticos no van a un centro de salud. Si fueran a su médico de cabecera verían que así no se puede trabajar”, apunta. “Con profesionales bien formados, nos tenemos que creer este sistema. Si no, habrá que decirle a la población que quieren otro sistema”, defiende.

Diagnóstico sobre la situación actual

De este punto de partida llegamos hasta el presente, pandemia mediante. La crisis sanitaria, que ha golpeado duramente a todo el sistema público, ha condenado a los médicos de AP al ostracismo. Su actividad incesante, que defienden todos los portavoces, ha sido invisible a ojos de los gestores y también de la sociedad, que no perdona el cierre de los centros de salud en momentos críticos o la irrupción de herramientas de teleconsulta.

Hemos pasado del aplauso a la bronca, pero hay que recordar que los modelos que se han seguido son los que ha impuesto la Administración. El médico de familia ha sido una víctima más de esta pandemia, la ha vivido en primera línea y ha tenido más bajas que cualquier otro colectivo. Nadie se ha puesto de perfil”, afirma con rotundidad Antonio Fernández-Pro.

“Los centros de urgencias los han cerrado los gerentes; los recursos los han cerrado los gerentes, no los médicos de familia. La política sanitaria no la ha marcado el médico de familia. El que diga lo contrario miente como un bellaco”, sentencia el presidente de SEMG.

Tras estos años, Fernández-Pro subraya que nos encontramos en una situación “bastante difícil” La precariedad llega a límites insospechados, con cambios de unas comunidades a otras, pero con la precariedad como denominador común.

Rafael Micó, vicepresidente de Semergen.

“De Norte a Sur, de Este a Oeste, la infrafinanciación, la falta de presupuestos, la falta de personal es la tónica general en todos los sistemas”, añade.

“Si queremos competir, es imprescindible hacer atractiva la especialidad”

Rafael Micó, vicepresidente de Semergen

A esto se suma la falta de conocimiento de la especialidad de Medicina de Familia desde la base, en la propia Universidad. “El estudiante de Medicina termina el grado con muy poco conocimiento de la medicina de familia”, reconoce.

“Hace 22 años la plataforma 10 minutos reivindicaba precisamente lo mismo que ahora. Se planteaban los mismos problemas que ahora, que se han multiplicado por 10”, insiste.

Susana Aldecoa coincide en que el modelo está fuertemente tensionado e involucionando. “La progresiva pérdida de financiación ha sido y es la principal causa del deterioro de la atención primaria; las consecuencias, múltiples”, advierte.

En este sentido, también destaca el empeoramiento progresivo de las condiciones de trabajo, la consecuente desmotivación y la pérdida de prestigio al no poder ejercer con los mínimos de tiempo y medios. A esto añade otros múltiples factores como las contrataciones de mala calidad, la atención domiciliaria o la desmotivación de los tutores de residentes al ver que no pueden ejercer la docencia garantizando la calidad conocida.

Junto a la escasa presencia en la Universidad o el impacto de las gerencias únicas, la vicepresidenta remarca la “nefasta planificación de las plazas MIR, que deberían garantizar el recambio generacional”. “La pandemia no ha sido más que un acelerador del deterioro y de la visualización de este para toda la ciudadanía”, apunta.

Su diagnóstico coincide con el de Rafael Micó. “No hay reconocimiento universitario, hay un maltrato laboral que obliga a huir del sistema público, con diferencias de carrera, retributivas… “Si quieres competir hay que hacer atractiva la especialidad, que no sobren 200 plazas MIR porque nadie quiere ir allí”, sentencia.

Frente a este escenario, Semergen aboga por un sistema de calidad, donde la formación es muy buena, se investiga en atención primaria y se apuesta por que las tecnologías estén en el primer nivel apoyando especialmente los entornos rurales.

¿Tiene futuro la atención primaria?

El diagnóstico es claro y las fórmulas para tratar la patología crónica de la atención primaria son igualmente archiconocidas. Llevan años copando las informaciones sanitarias y todas pasan por una financiación suficiente y recursos, materiales y humanos.

El modelo de AP con el que sueñan las sociedades científicas de cara al futuro también tiene mucho en común. Un modelo ilusionante, “en el que puedas disfrutar de tu trabajo, con tiempo para atender a los pacientes, desarrollo profesional y tiempo para la formación y la investigación”, explica Micó. “Queremos hacer lo que nos corresponde como profesionales, no ser un comodín para todos”, subraya.

Para Fernández-Pro, la AP con la que sueña SEMG es la misma con la que sueñan los ciudadanos: “una atención de calidad, suficiente, resolutiva y que realmente disminuya el flujo de los pacientes crónicos en los sistemas sanitarios, donde el paciente sea el eje real y reciba la asistencia en el medio más adecuada”. Para ello, advierte hace falta presupuesto y evitar la sangría de médicos jóvenes en nuestro país.

Susana Aldecoa, vicepresidenta de Semfyc.

“Es posible avanzar hacia el modelo necesario, pero falta voluntad política”

Susana Aldecoa, vicepresidenta de Semfyc

“A pesar de todas las dificultades hay esperanza e ilusión. La AP ha demostrado durante la pandemia que ha dado lo mejor de sí misma Con muchos fallos, como es lógico. Ya que ha sido lo más duro que ha vivido la humanidad en la historia reciente. El sistema sanitario es de los ciudadanos, lo pagan con sus impuestos y hay que cuidarlos”, concluye el presidente de SEMG.

Para finalizar, Susana Aldecoa recuerda que la fórmula perfecta para Semfyc está plasmada en su documento de reflexión “Un nuevo modelo de atención primaria”. “Entendemos y deseamos una atención primaria equitativa, justa, longitudinal, accesible, continuada y comunitaria y social”, remarca.

“Es posible avanzar hacia el modelo necesario, pero hace falta voluntad política. Estamos en una situación mala y no se resolverá de inmediato, ni siquiera con voluntad, pero cuanto más se tarde en poner los medios, peor será el deterioro y más difícil la recuperación”,

Los pasos pendientes pasan por financiación necesaria, presencia en la universidad, gestión propia de atención primaria, reestructuración territorial, planes de estado de educación para la salud y una participación ciudadana real, enumera la portavoz de Semfyc. Propuestas que, en definitiva, se resumen en una: “centros de salud del siglo XXI”.


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