Las reformas que el sistema sanitario ha ido realizando para poder responder a las necesidades de la población en estos 20 años ha hecho que la sociedad siga considerando que el Sistema Nacional de Salud es un elemento esencial e inseparable en la vida de las personas.
La crisis sanitaria ha puesto a prueba el sistema y toda la población ha sido consciente de la importancia de contar con un buen sistema sanitario, pero es necesario dar un profundo giro estratégico en consonancia con la magnitud del cambio de paradigma sanitario que estamos atravesando.

Ahora toca poner el acento en los cuidados de larga duración, en las patologías crónicas, en un mayor papel de la medicina preventiva y en la garantía de continuidad entre los diferentes niveles asistenciales.

Hace más de dos décadas que se produjo la completa transferencia de las competencias sanitarias del Estado a las Comunidades Autónomas, quedando por tanto la organización y funcionamiento del Sistema Nacional de Salud en España en manos de la gestión de 17 entidades territoriales. A excepción de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla cuyo responsable de la gestión de las prestaciones sanitarias corre a cargo del INGESA, dependiente del Ministerio de Sanidad.

Desde entonces, uno de los principales retos a los que se enfrenta nuestro sistema sanitario y todos los agentes participantes en la toma de decisiones, es la conciliación de la sostenibilidad y la garantía de acceso a la innovación y su incorporación a la cartera de servicios.
Retos como la renovación de la política de recursos humanos, abordando el déficit de profesionales sanitarios especialistas, principalmente en Atención Primaria, sus retribuciones en su conjunto y en zonas de difícil cobertura o despobladas o contar con nuevos perfiles profesionales… con una formación continuada orientada a competencias y a la calidad de la práctica asistencial en todo el SNS.

“Toca poner el acento en los cuidados de larga duración y en las patologías crónicas”

Otro de los ejes de la transformación de la sanidad es la digitalización, durante la pandemia se extendió el uso de la telemedicina, las consultas virtuales y por otra parte la medicina digital está posibilitando la explosión de la información mediante la inteligencia artificial, aunque queda mucho que hacer en historia clínica electrónica, en interoperabilidad para ser una realidad.

Por otro lado, la participación de los pacientes debe ser ineludible, constituye un derecho democrático que permite mejorar la calidad del servicio asistencial y los resultados en salud, siendo importante reforzar su papel dentro del Sistema Nacional de Salud.

En todos estos retos ha de primar el bienestar de los ciudadanos y el derecho a la protección de la salud sobre cualesquiera otras consideraciones o intereses, con un Gobierno al frente responsable y que sepa gestionar y anticiparse a los problemas.