Todos los periodistas especializados en información sanitaria sabemos que la cita anual para hacer balance de la actividad de la Organización Nacional de Trasplantes es siempre una fuente de buenas noticias. Se agradece, especialmente, en un momento agitado como este, en el que este tipo de artículos en nuestros medios conviven con el seguimiento de las movilizaciones y el malestar de los profesionales que salpican toda la geografía nacional, con alguna nota positiva como el acuerdo en estos días en Aragón para desconvocar las protestas de los sanitarios.

Hay que remontarse a 1967 para recordar el hito que supuso el primer trasplante cardiaco a escala mundial. Como recuerda la propia ONT en sus canales informativos, un cirujano de apenas 45 años, Christiaan Nethling, miraba con incredulidad sobre el tórax abierto del paciente cómo latía el corazón que acababa de implantar. Esta escena, en el quirófano del Hospital Groote Schurr de Ciudad de El Cabo, en Sudáfrica, pasaría a la historia.

Primer trasplante en España

Ya en nuestro país, los primeros pasos en el mundo del trasplante se dieron en 1965, cuando cuatro médicos del Clinic de Barcelona y la Fundación Jiménez Díaz hicieron posible los primeros trasplantes de riñón. A nivel internacional, detalla la misma fuente, es imposible determinar con claridad cuándo se llevó a cabo este procedimiento, dada la variedad de intervenciones con órganos (humanos y animales) y las técnicas empleadas.

Ocho de cada diez familias dijeron sí a la donación de los órganos de su familiar en el momento del fallecimiento

En nuestro país tuvieron que pasar más de dos décadas hasta que en 1989 se creara la Organización Nacional de Trasplantes, una entidad ligada a figuras como la del nefrólogo Rafael Matesanz que impulsaron el llamado ‘modelo español’, hoy en día un referente a escala internacional.

Hoy más que nunca mantiene un liderazgo indiscutible basado en la actividad de este organismo coordinador de carácter técnico integrado en el Ministerio de Sanidad. Una de las claves es su propia estructura, que se basa en una organización en red con tres niveles de coordinación nacional, autonómica y hospitalaria.

Donación

Este modelo de éxito ha permitido pasar de una media de 14 donantes por millón de población en sus inicios a una tasa de 46,3 donantes por millón en 2022, según los últimos datos compartidos el pasado jueves 19 de enero en la sede del ministerio de Sanidad.

Una buenísima noticia porque se recupera la senda de crecimiento anterior a la pandemia y consolida su liderazgo internacional. Cifras imposibles si no fuera por la generosidad inmensa de los pacientes. En 2022, 8 de cada 10 familias dijeron sí a la donación de los órganos de sus familiares en el momento del fallecimiento. Supieron ver, como todos los profesionales que se implican en cuerpo y alma en estos procesos, que incluso en los momentos más oscuros hay una oportunidad para la vida.