El cáncer de hígado es la tercera causa de muerte en el mundo. Cabe destacar que en España se diagnostican alrededor de 7.000 nuevos casos cada año. Para algunas de sus formas, como el cáncer de vías biliares, hasta el momento había muy pocas opciones disponibles de tratamiento. Además, en hepatocarcinoma, la tasa de supervivencia a cuatro años es muy baja, del 3,3 por ciento, lo que urge a buscar nuevas alternativas terapéuticas.

Ahora, AstraZeneca ha anunciado la disponibilidad de dos nuevas opciones terapéuticas para cáncer de hígado. Primeramente, durvalumab (Imfinzi) + gem-cis seguido de durvalumab en monoterapia para el tratamiento de primera línea de adultos con cáncer de vías biliares irresecable o metastásico. Por otra parte, el régimen STRIDE (que corresponde a las siglas Single Tremelimumab Regular Interval Durvalumab), el cual consiste en una dosis única de tremelimumab (Imjudo) más durvalumab, seguido de durvalumab en monoterapia para el tratamiento de primera línea de adultos con carcinoma hepatocelular avanzado o irresecable, mejorando la tasa de supervivencia con uno de cada cuatro pacientes vivo a los cuatro años.

Los dos fármacos son anticuerpos monoclonales humanos. Durvalumab se une a la proteína PD-L1 y bloquea la interacción de PD-L1 con las proteínas PD-1 y CD80, lo que contrarresta las tácticas de evasión inmunitaria del tumor y libera la inhibición de las respuestas inmunitarias. Por su parte, tremelimumab es un anticuerpo monoclonal humano de tipo inmunoglobulina G2 (IgG2a) contra el antígeno 4 de linfocitos T citotóxicos (CTLA4).

Hepatocarcinoma

Como ha apuntado durante la presentación de estas opciones Javier Letellez, farmacéutico hospitalario del área de Oncología del Hospital Universitario de Fuenlabrada, “hasta ahora en hepatocarcinoma ha habido avances en primera línea pero no se han llegado a aprobar y en segundas líneas tampoco teníamos opciones: la combinación de angiogénicos o inmunoterapia en combinación ha mejorado mucho el pronóstico, ya que antes estaban mucho tiempo en tratamiento con sorafenib y no había más opciones terapéuticas, por lo tanto esta combinación es una apuesta en firme y hay que potenciarla”.

Letellez ha resaltado que, una vez llevada a cabo la investigación, “el acceso es clave”. “Muchas veces se ofrecen de forma precoz mediante usos especiales estos fármacos mientras se gestiona el precio y reembolso y tenemos que estar atentos desde la farmacia hospitalaria para que, cuando surjan nuevas opciones, podamos ofrecerlas”. En esta misma idea ha abundado Bruno Sangro, director de la Unidad de Hepatología de la Clínica Universidad de Navarra e investigador principal del CIBER de Enfermedades Hepáticas y Digestivas, incidiendo en que “no sirve de nada la noticia de la disponibilidad de las terapias anunciada hoy si no se puede usar este tratamiento en los hospitales”.

En concreto, el análisis actualizado de cuatro años del ensayo de Fase III HIMALAYA, con el seguimiento más largo hasta la fecha de un estudio en esta fase para carcinoma hepatocelular irresecable, reflejó que después de 17 meses adicionales de seguimiento del análisis primario, el régimen STRIDE mostró un beneficio sostenido en supervivencia global (SG) frente a sorafenib. En palabras de Sangro, “el 25,2 por ciento de los participantes estaba vivo a cuatro años después del inicio del tratamiento con el régimen STRIDE frente al 15,1 por ciento con sorafenib”. “Hasta la actualidad, en el tratamiento del hepatocarcinoma ninguna opción terapéutica había demostrado este beneficio de supervivencia a cuatro años, por lo que disponer de este nuevo recurso supone un gran avance para los pacientes y una nueva herramienta para los profesionales”.

Cáncer de vías biliares

Andrés Muñoz, médico adjunto del Servicio de Oncología Médica del Hospital General Universitario Gregorio Marañón en la unidad de Digestivo y Unidad de Fase I ha resaltado que “el cáncer de vías biliares cuenta con síntomas inespecíficos y vagos, como dolor abdominal o pérdida de peso y muchas veces no hay sintomatología hasta que está avanzado. Esto, ha añadido, “hace que no podamos contar con medios para el screening ni pruebas bien definidas para detectarlo de forma precoz”. En términos de diagnóstico, Muñoz ha apuntado que “es necesario definir aquellos subgrupos con más riesgo, como las personas con enfermedad inflamatoria intestinal o colitis ulcerosa para mejorar y en el Grupo de Tratamiento de los Tumores Digestivos (TTD) contamos con un registro en el que estamos intentando buscar patrones a nivel de España para mediante el big data, ver a qué pacientes se podrían aplicar técnicas de diagnóstico precoz”.

La complejidad del diagnóstico se suma a la dificultad para encontrar opciones terapéuticas en cáncer de vías biliares. “Hasta ahora estábamos tratando la enfermedad con quimioterapia, no ha habido ningún avance en los últimos 25 años, por lo que contar con esta nueva opción con durvalumab y tremelimumab es muy disruptivo”, ha aseverado Muñoz.

“Los datos con este esquema muestran un aumento de la supervivencia global a tres años, que es el periodo que hemos analizado, y por tanto podemos empezar a hablar de largos supervivientes en este tumor”, ha explicado el oncólogo. Y es que, el estudio TOPAZ-1, en Fase III, ha mostrado que con una mediana de seguimiento de 41,3 meses añadir durvalumab a la quimioterapia redujo el riesgo de muerte un 26 por ciento frente a la quimioterapia en monoterapia

A este respecto, Muñoz ha agregado que “se puede intuir que sobreviven más allá del límite de tres años que se ha observado, lo que supone nuevas expectativas y un nuevo panorama, ya que se está producieno un cambio en los tratamientos que supone muy buenas noticias para los pacientes”.


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