El proceso de I+D de una vacuna, con la COVID-19, ha alcanzado una velocidad sin precedentes, aunque no siempre puede ser así. Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología, aseveraba que “a veces no somos conscientes de que le estamos pidiendo demasiado a la ciencia; en ciencia a veces tenemos que sentarnos y analizar y tomar decisiones de manera sosegada”. Por ello, aludiendo a este caso, ponía en valor el trabajo sin precedentes realizado por todos los agentes para lograr una vacuna contra la COVID-19 en apenas unos meses durante la celebración del taller “Actualización de la vacunación en grupos de riesgo”.
También, García Rojas recordaba que “las vacunas por si solas no salvan vidas, necesitan profesionales y políticas públicas para que lleguen a quienes las necesitan”. Por ello, tan importante es contar con la vacuna, garantizar que exista suministro suficiente o contar con políticas de vacunación que ayuden a mejorar las cifras en enfermedades inmunoprevenibles.
En el marco de este curso se celebraba la mesa redonda ‘El desarrollo de nuevas vacunas y otras propuestas de prevención: La respuesta de la industria farmacéutica ante esta perspectiva’, con representantes de distintas compañías. Este debate fue moderado por Ángel Gil de Miguel, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Rey Juan Carlos y Santiago de Quiroga, presidente editor de Wecare-u.
Foco en la población adulta
El primer tema que se abordó fue saber qué cambios se habían producido en materia de vacunas y vacunación con la irrupción de la pandemia. Para Para Cristina Méndez, directora médica de Vacunas de Pfizer para el Sur de Europa, este cambio se observa fundamentalmente “en la vacunación del adulto y, en concreto, del adulto mayor”. Señalaba que antes no se veía como una preocupación y que ahora se ha percibido que “el adulto debe ser protegido, siendo uno de los mayores objetivos de las campañas de prevención”.
Incidiendo en este tema añadía que una de las opciones para mejorar las coberturas en este grupo sería “que exista una buena comunicación con los agentes sanitarios”. Por ello, consideraba que “si las vacunas del adulto fueran como las de pediatría, que el médico informa de cuáles se cubren y cuáles no y sin que se discuta el valor de la vacuna, la concienciación mejoraría; aquí, los médicos de atención primaria han de coger el mando y tratar de que este mensaje llegue a los pacientes”.
Aquí, Ignacio Sáez-Torres, director general de Sanofi Pasteur en España, opinaba que para seguir avanzando coincidía con Méndez en la idea de que exista “una buena comunicación con los agentes sanitarios”. “En ocasiones puede suceder que los médicos no tengan ciertas enfermedades como la gripe en el radar para insistir en la vacunación hasta que no ven un caso de cerca”, apuntaba Sáez-Torres, refiriéndose a que los sanitarios insistan más sobre este tema en las consultas.
Aumento de concienciación
Por su parte, Eduardo de Gomensoro, director médico de Vacunas de GSK opinaba que “ya hay en España un éxito con campañas de concienciación”. Ahora, señalaba, “lo que puede ayudar a que España sea un país más vacunador en grupos donde las cifras son peores, es crear una cultura de la vacunación más fuerte, con profesionales empoderados y que pongan en valor la importancia de la inmunización en retos clave de la sociedad, como el envejecimiento de la población”.
También se pronunciaba sobre este punto Alicia Eisman, medical manager en AstraZeneca, agregando que “España es un país con un porcentaje de negacionistas bajo, las coberturas altas… por tanto, se necesita homogeneizar el mensaje de que la vacunación nos implica a todos y que todo está entrelazado; incluir una visión holística por ejemplo en gripe, teniendo en cuenta el papel de los niños en la transmisión, y ver en qué otros aspectos se puede seguir actuando”.
Avances en I+D
Otro de los puntos que se abordó fue la importancia de la investigación y las nuevas tecnologías en la consecución de nuevas soluciones sanitarias. Ignacio Sáez-Torres planteaba que en materia de vacunas, con la COVID-19, “hay un antes, un durante y un después”. Destacaba Sáez-Torres que se ha dado “una colaboración sin precedentes, tanto entre organizaciones públicas y privadas como colaboración privada-privada”.
Por su parte, Alicia Eisman, medical manager en AstraZeneca, definía el proceso de I+D de vacunas COVID como un “hito”. “Que una empresa como la nuestra haya decidido participar en este proceso es prueba de que hay un antes y un después”, afirmaba. Por otra parte, apuntaba la necesidad de “no dejar atrás a nadie”, aludiendo a que hay colectivos que obtienen menos beneficios por la vacuna; aquí, exponía que hay otras soluciones de prevención como “anticuerpos monoclonales conjugados en pacientes naive con morbilidades de base y poder protegerles del desarrollo de COVID sintomática”.
Eduardo de Gomensoro, aludía a que bajo su punto de vista, uno de los mayores cambios es “la velocidad con la que vacunas van a llegar en necesidades no cubiertas”. Aquí, también se refería al potencial de nuevas tecnologías como el ARNm y ponía en valor otras como “el machine learning o la inteligencia artificial por la importancia que pueden tener en la búsqueda de nuevas soluciones”.
Nuevas plataformas de vacunas
Sobre la llegada del ARNm Cristina Méndez explicaba que “conocer el descubrimiento del ARNm fue una sorpresa”. Desde Pfizer, antes de la vacuna contra la COVID-19, ya estaban trabajando con BioNTech en esta plataforma, lo que aceleró los procesos. Una vez identificada la diana a la que dirigirse y probar la eficacia que podía tener, había que tener en cuenta otros aspectos; “vimos que esta tecnología permitía producción a gran escala y ahí es cuando asumimos la oportunidad que suponía”.
Así, detallaba, “se desarrollaron fases en paralelo y además se empezó a producir antes de demostrar su eficacia y seguridad, lo que conllevó una gran inversión pero también hizo que contásemos con la vacuna en tan poco tiempo”.
“Es una tecnología que abre un mundo nuevo de posibilidades respecto a la tecnología tradicional”, señalaba Ignacio Sáez-Torres. Ahora, consideraba, “hay que tener mirada larga y paso corto, puesto que todavía hay desafíos en materias como el suministro, por lo que hay que seguir invirtiendo y aumentar el conocimiento sobre esta tecnología”.
Coste-efectividad de la prevención
Más allá del avance logrado, también se analizó qué se puede cambiar. Alicia Eisman incidía en la necesidad de recurrir a diversos métodos de prevención más allá de las vacunas, como los anticuerpos monoclonales, teniendo en cuenta que “estos aportan la posibilidad de prevenir enfermedades en determinados sistemas inmunes”. Siguiendo este hilo, opinaba que “desarrollar algún tipo de guía al respecto sería útil”.
Estas nuevas oportunidades, según Eduardo de Gomensoro “deben ser sinérgicas, no excluyentes”, refiriéndose a que en otras patologías como en “el virus respiratorio sincitial, los anticuerpos también han sido de gran relevancia”. Más allá del método, el especialista llamaba a “incidir en los estudios de postefectividad para que las autoridades de salud ven cuáles son las actuaciones más eficientes”.
Los logros en vacunación COVID, exponía Cristina Méndez, deberían convertirse en “una oportunidad para que las direcciones de salud pública vean de manera tangible la importancia de la prevención”. Y es que, uno de los problemas que planteaba es que “normalmente el valor que se ve de las vacunas es mínimo respecto a lo que previene y, por ello, no siempre se ve su coste-efectividad”. Así, con los resultados para frenar la pandemia, confiaba en que “aumenten los presupuestos de las Comunidades Autónomas en prevención y salud pública”, insistiendo en la necesidad de dar importancia a la vacunación en adultos.
También sobre presupuesto hablaba Ignacio Sáez-Torres, detallando que “España dedica al presupuesto en vacunas menos de un 0,4 por ciento”. “Esto puede lanzar un mensaje contradictorio, si por un lado valoras el papel preventivo de las vacunas pero no le dedicas los recursos necesarios”, aseveraba.