La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha actualizado el escenario de la COVID-19 y el futuro que nos depara. La OMS entiende que a medida que ingresamos al cuarto año de la pandemia, contamos con herramientas para salvar más vidas y una mejor comprensión de la dinámica del virus. Sin embargo, éste continúa evolucionando con nuevas variantes. 

Los expertos creen que el virus ha llegado para quedarse y que, teniendo en cuenta que el brote más importante fue el de China hace unas semanas, “es crucial mantener la vigilancia para entender la intensidad de la circulación en todo el mundo porque seguimos viendo un alto número de muertes. Entre 10.000 y 40.000 cada semana. Con más de 6,8 millones de fallecimientos en total, aunque podrían ser el triple”, afirma Maria Van Kerkhove, directora técnica, programa de emergencias sanitarias de la OMS.

“Es imprescindible una vigilancia colaborativa y garantizar la protección de las comunidades, la gestión de la infodemia. Porque aunque tenemos altos niveles de inmunidad en este cuarto año de epidemia vemos que hay reinfecciones. En cualquier caso, estamos esperanzados porque ya hay mucho que podemos hacer y mucha información sobre cómo protegernos”, afirma Van Kerkhove.

Vigilancia y secuenciación constantes

Desde la OMS coinciden en que vamos a tener que aprender a convivir con el virus porque va a seguir evolucionando. Estanos en un proceso que tiene dos pasos, según Lorenzo Subissi, oficial técnico, Enfermedades Zoonóticas Emergentes, programa de Emergencias Sanitarias de la OMS. “El primero,ver cualquier variante que da señales de tener ventajas en relación con otras circulantes y rastrearla más de cerca. Y el segundo, cuando constatamos que esa ventaja puede llevar una predominancia de esa variante iniciamos una evaluación de riesgo rápida.

El 99,6 por ciento de las variantes son Ómicron. Representa la mayor parte de las secuencias rastreadas. Pero se ha observado que es muy cambiante. Depende de cuántos países compartan sus secuencias y con qué periodicidad. Ómicron prevalece en un 50 por ciento a nivel internacional.

El virus aún no tiene un patrón de evolución estable. Esperamos otras variantes y no queda claro si van a evolucionar de forma menos severa. No es predecible. Y existen variantes recombinantes”. Por tanto “la vigilancia y la secuenciación siguen siendo críticas en esta fase de la pandemia”, añade Subissi.

Por otro lado, dado que todas las variantes son parecidas y han escapado a la inmunidad, Anurag Agrawal, director del Instituto CSIR de Genómica y Biología Integrativa (India) estima que Ómicron puede causar una enfermedad más grave. “La vigilancia consiste en compartir datos. Es fundamental si queremos gestionar las peores situaciones posibles. Porque puede mutar una cepa de forma muy virulenta, desde un animal al ser humano y viceversa. Y hay que garantizar que ese escenario no se produzca. Creo que no estamos haciendo suficientes pruebas ni vigilancia. Existen categorías muy desconocidas”.

Las vacunas pondrán fin a la pandemia

Sylvie Briand, directora, Prevención y Preparación para Epidemias y Pandemias (EPP), OMS, confirma que “el campo de las vacunas evoluciona continuamente. Estamos contemplando otras maneras de administrarlas, por ejemplo, a través de la mucosa. Buscamos una vacuna para el Sars-CoV-2, que funcione en cualquier circunstancia sea cual fuere la variante circulante. No lo hemos conseguido aún, pero hay buenos progresos. Sería muy importante para otros virus como el de la gripe. Buscamos la vacuna universal”. En tanto se llega a ese destino, “la investigación es muy activa, seguimos con la administración de las dosis de refuerzo y como estimular la inmunidad para los distintos tipos de variantes”.

Una opinión que comparte Anurag Agrawal, quien cree que “aunque seguiremos necesitando las vacunas, serán más efectivas y pondrán fin a la pandemia”.

Terminar con la emergencia en 2023

Por su parte, Sylvie Briand, apunta que “no se puede prever nada, esperamos que la tendencia siga. De forma menos virulenta. Y confiamos en que podremos gestionar las consecuencias negativas más fácilmente. Es importante gestionar el final de la fase aguda juntos. Hay que trabajar en solidaridad, en colaboración mundial. Hay que hacer una transición de la fase aguda a un enfoque más programático. No podemos dejarlo todo de golpe”.

Finalmente, Maria Van Kerkhove, advierte de que “queda mucho trabajo por hacer. No podemos dormirnos en los laureles. Hay que cambiar la narrativa de que estamos respondiendo a la COVID-19 y hemos terminado. Tenemos que ser ágiles, no podemos prever todos los escenarios. Hay que exigir a los gobiernos que fortalezcan sus sistemas. Con todo ello, esperamos terminar la emergencia de la COVID-19 este año”.


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