GM Madrid | viernes, 08 de junio de 2018 h |

El estudio IMvigor 210 ha presentado en ASCO resultados positivos de atezolizumab (Tecentriq, Roche) en el tratamiento del cáncer urotelial tanto en fases avanzadas como en etapas más tempranas con enfermedad localizada.

El ensayo ha confirmado que los beneficios de la inmunoterapia se mantienen en el tiempo en el tratamiento del cáncer de vejiga localmente avanzado o metastásico, un tipo histológico con un pronóstico ominoso tras fracaso de la quimioterapia y que durante varias décadas no ha incorporado avances destacables.

Este estudio clínico incluyó dos cohortes de pacientes: La cohorte 1, con 119 pacientes y una mediana de seguimiento de 29 meses, que no habían recibido tratamiento previo y no eran candidatos a una quimioterapia basada en cisplatino; y la cohorte 2 con 310 pacientes que habían progresado tras un tratamiento con platino. Los pacientes de la primera cohorte obtuvieron una tasa de respuesta objetiva (reducción del tamaño del tumor) del 24 por ciento y los de la segunda lograron una respuesta del 16 por ciento.

Ignacio Durán, oncólogo médico del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander asegura que los nuevos resultados presentados en Chicago son “relevantes porque este tipo de estudios requieren un seguimiento en el tiempo que nos permita ratificar o por el contrario cuestionar los resultados obtenidos preliminarmente y esto es especialmente cierto para la inmunoterapia”.

Asimismo, el experto señala que “la actualización del estudio IMvigor 210 viene a confirmar la solidez del mismo mostrándonos que los resultados preliminares mejoran con un mayor seguimiento”. Este experto recuerda que la disponibilidad de la inmunoterapia es la primera novedad relevante en un par de décadas para un tumor con opciones de tratamiento limitadas. Según ha explicado durante casi 20 años no se han desarrollado fármacos, que aportaran un beneficio neto en supervivencia. Sin embargo, afirma, “parece que el cáncer de vejiga reviste alguna peculiaridad que le hace más sensible a los tratamientos inmunoterápicos y es posible que eso tenga que ver con que un tumor como éste o el de riñón presenten alteraciones características en su dotación genética, que denominamos mutaciones somáticas y que los hacen más reconocibles por nuestro sistema inmune”.