Sergi Borrego Écija, investigador del Hospital Clinic de Barcelona.

La demencia frontotemporal (DFT) es un conjunto de enfermedades con diferencias moleculares que tienen en común la neurodegeneración preferente, caracterizada por el rápido deterioro de las funciones ejecutivas, del comportamiento y/o del lenguaje con una esperanza de vida de no más de 7 años. En este sentido, Sergi Borrego Écija, investigador del Hospital Clinic de Barcelona señala que la forma de presentación de la DFT es muy variada. “En el síndrome que llamamos variante frontal de la DFT los primeros síntomas son cambios de la personalidad, falta de seguimiento de las normas sociales, falta de empatía y comportamiento compulsivos o estereotipados”.

Es un conjunto de enfermedades con diferencias moleculares que tienen en común la neurodegeneración preferente, caracterizada por el rápido deterioro de las funciones ejecutivas, del comportamiento y/o del lenguaje

Además, recalca que la apatía o la falta de iniciativa es otro síntoma conductual que es muy frecuente, pero que pocas veces se asocia a una posible demencia frontotemporal y añade que otros pacientes debutan con problemas lingüísticos, denominados afasia primaria progresiva, que puede ser semántica causando una importante anomia y falta de comprensión de las palabras y objetos, o no fluente, donde los pacientes entienden, pero presentan problemas apráxicos para la emisión del lenguaje y un marcado agramatismo. Del mismo modo, indica que la evolución es muy heterogénea, pero a corto o plazo se traduce en una evolución a demencia avanzada en la mayoría de los casos con aparición de síntomas motores “ya sean de tipo parkinsonismo atípico o del tipo de la enfermedad de la motoneurona como es la ELA, lo que conlleva una gran dependencia”, asegura Borrego.

30-50% de los casos son de origen genético

Asimismo, el investigador señala que la DFT tiene una gran carga genética, se estima que entre el 30 y el 50 por ciento de los casos corresponden a casos hereditarios, además, hay que añadirle la enorme heterogeneidad que caracteriza a la enfermedad, la cual se ejemplifica en la gran cantidad de genes que pueden causar la DFT. “Los más frecuentes son C9orf72, GRN y MAPT, pero existen muchos otros (VCP, TBK1, TARDBP, CHMP2B…) y todavía existen casos familiares en lo que no se encuentra ninguna mutación”, explica el especialista.

Todavía faltan genes relacionados con la enfermedad por identificar, sobre todo en los casos no genéticos, o esporádicos, ya que no se conoce ningún factor de riesgo que predisponga la enfermedad

Además, añade que esta heterogeneidad sugiere que todavía faltan genes relacionados con la enfermedad por identificar, sobre todo en los casos no genéticos, o esporádicos, ya que no se conoce ningún factor de riesgo que predisponga la enfermedad. No obstante, se han descubierto relaciones entre el genotipo y el fenotipo de las demencias frontotemporales, es decir, que dentro de los casos genéticos cada mutación presenta ciertas características clínicas particulares que permiten sospecharla clínicamente.

Demora en el diagnóstico

Por otro lado, otro de los problemas que orbita en torno a esta enfermedad es la demora en el diagnóstico, la cual es muy habitual y, además, muchos casos se quedan sin diagnosticar o diagnosticados como otras demencias. En este sentido, Borrego apunta que estas demoras se deben a que el debut de la enfermedad suele ser en edades relativamente tempranas de la vida, habitualmente en torno a los 60 años, pero hay casos en que aparecen incluso a los 30 o 40 años. Además, añade que la naturaleza de los síntomas, en especial, los síntomas conductuales, hacen que la primera sospecha clínica sea la de una patología psiquiátrica. No obstante, el profesional médico indica que en edades seniles es más fácil que los casos de demencia frontotemporal sean diagnosticados erróneamente como otros tipos de demencia, como la enfermedad de Alzheimer o la demencia por cuerpos de Lewy.

Muchos de los casos se quedan sin diagnosticar o diagnosticados como otras demencias

De hecho, este retraso del diagnóstico hace que la calidad de vida, tanto de los pacientes, como de sus cuidadores se resienta notablemente. Pasan años vagando entre médicos hasta que reciben un diagnóstico oficial, lo que retrata la dura realidad de estas personas. Además, carecen de medidas de protección social y terapéuticas que alivien el impacto de la enfermedad, porque como apunta el neurólogo, no existe tratamiento curativo, pero sí que existen medidas que pueden mejorar la calidad de vida (logopedia, terapia ocupacional), aunque, “por desgracia, hoy en día, son muy pocos los pacientes que se benefician de estos tratamientos”, lamenta el especialista.

Heterogeneidad

Además, explica que la gran heterogeneidad de la DFT provoca que las consecuencias para cada persona sean diferentes. En los casos de variante conductual son los cuidadores quien verdaderamente sufren, porque ven que la personalidad de su ser querido se borra por culpa de la enfermedad, mientras que los casos de alteración del lenguaje son más duros para los pacientes, ya que presentan una gran limitación en la comunicación, lo que les genera una gran frustración. Por otro lado, el neurólogo recalca que muchas veces la enfermedad se presenta a edades en los que los pacientes todavía están en edad laboral, lo que implica un gran impacto económico y social en las familias.

Aumentar la visibilidad y la consecución de biomarcadores permitirán un diagnóstico más precoz y preciso

En este sentido, el especialista destaca la importancia de aumentar la visibilidad de la enfermedad y conseguir biomarcadores que permitan un diagnóstico precoz y más preciso. Del mismo modo, espera tener tratamientos para las formas genéticas de la enfermedad y empezar ensayos clínicos para el resto. “A largo plazo, no podemos aspirar a menos que a tener un tratamiento para todos los casos. Para esto último falta mucho, pero los avances de los últimos años han abierto un camino muy esperanzador”, resalta Borrego. La investigación en las demencias frontotemporales ha avanzado mucho en las últimas dos décadas con la identificación de los genes causantes de la enfermedad, permitiendo abrir la puerta a un futuro “muy esperanzador”.

Investigación

Por ello, resalta las líneas de investigación que buscan mejorar el diagnóstico mediante el desarrollo de biomarcadores (ya sean de neuropsicológicos, de neuroimagen o bioquímicos). “El objetivo de estos biomarcadores es hacer un diagnóstico precoz, pero también hacer un diagnóstico más preciso de los diferentes subtipos moleculares de la enfermedad”, asegura el neurólogo. Asimismo, declara que es probable que cada subtipo molecular de demencia frontotemporal (tau, TDP43 o FET) esté causando la enfermedad por diferentes vías fisiopatológicas. Por este motivo la identificación en vida de los subtipos moleculares “es vital para plantear futuros ensayos clínicos”.

“Si se aumenta la visibilidad de la enfermedad, se aumenta la sospecha, y si se aumenta la sospecha se agiliza el diagnóstico”

Sergi Borrego Écija, investigador del Hospital Clinic de Barcelona

Por último, Borrego concluye que, antes de nada, es fundamental dar a conocer la enfermedad, tanto a los médicos como a la sociedad en general, dado que es una enfermedad muy poco sospechada por médicos de familia, psiquiatras y neurólogos no especializados. “Si se aumenta la visibilidad de la enfermedad, se aumenta la sospecha, y si se aumenta la sospecha se agiliza el diagnóstico” subraya el especialista.


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