CARMEN M. LÓPEZ Madrid | viernes, 08 de junio de 2018 h |

En los últimos años, los avances en la artritis reumatoide (AR) han sido importantes, mejorando “el diagnóstico y el tratamiento, y consecuentemente el pronóstico se está modificando favorablemente”, apunta Mario H. Cardiel, reumatólogo y epidemiólogo Clínico del Centro de Investigación Clínica de Morelia (México). Este fue uno de los temas principales que se abordó durante el Congreso Nacional de Reumatología, hace unas semanas.

Como indica el experto el tratamiento médico “exitoso” de la AR se basa en un mejor conocimiento de la fisiopatogenia. “Cada vez se conoce con mayor precisión la intimidad de la respuesta inmune”, apunta. La identificación de elementos clave de la respuesta inflamatoria y la posibilidad de modificar su efecto ha sido pieza fundamental para lograr avances terapéuticos. Sin embargo, a pesar de los avances, “no todos los pacientes responden de la misma manera a los distintos tratamientos”. Algo que ha llevado a desarrollar nuevos productos con diferentes mecanismos de acción. Lo más relevante en los últimos años ha sido el desarrollo de medicamentos sintéticos dirigidos, que inhiben vías de señalización intracelular y pueden bloquear de manera simultánea la acción de múltiples citoquinas. Estos fármacos se administran por vía oral, tienen una vida media corta y han mostrado un perfil de eficacia muy aceptable y los clínicos conocemos mejor su perfil de seguridad. “El futuro del tratamiento médico de la AR contará con biomarcadores que podrán ayudar a elegir el tratamiento”, asegura. Aunque hay algunos intentos prometedores, aún no están disponibles en la clínica predictores altamente confiables para el manejo individualizado.

En los últimos años, han aparecido nuevas opciones como la inhibición de las vías de JAK. Su propuesta se basa en la inhibición simultánea de varias citoquinas implicadas en su fisiopatogenia. El estudio OPAL, publicado en el 2017, cuyos desenlaces primarios fueron comparar la tasa de respuesta ACR20 y el cambio en el índice de discapacidad de HAQ a los tres meses contra placebo. “Se mostró que tofacitinib a dosis de 5 mg dos veces al día fue superior al placebo en pacientes con artritis psoriásica que tenían una respuesta inadecuada a fármacos modificadores de la enfermedad convencionales sintéticos. “Su perfil de seguridad fue similar al ya conocido para artritis reumatoide”, comenta.

Cardiel explica que lo deseable sería integrar de manera muy temprana indicadores clínicos, de laboratorio, genéticos, imagenológicos, funcionales y de comorbilidad en cada uno de mis pacientes y tener disponible la información para decidir cuál tratamiento sería el más adecuado.

“La palabra estrategia define muy bien lo que ahora hacemos en la práctica diaria. Tenemos una meta bien definida, que es la remisión clínica”. Por otra parte, también cuentan con múltiples opciones de tratamiento para lograrla. La estrategia consiste en el uso racional de dichas opciones, con ajustes terapéuticos si no se logra la meta en períodos bien definidos. “Los ajustes de tratamiento involucran cambios de dosis, de vía de administración, combinaciones de medicamentos o cambios a diferente mecanismo de acción”. En la actualidad, con tantas opciones de manejo, “podemos tener a la mayoría de los pacientes con AR bajo un control adecuado”.

Con todo, las estrategias futuras para esos pacientes que no mejoran es seguir explorando diferentes opciones de tratamiento y conocer diferentes combinaciones terapéuticas que mejoren eficacia sin comprometer la seguridad.