Adolfo García-Sastre, referente internacional en virología, es en la actualidad director del Global Health and Emerging Pathogens Institute, de la Icahn School of Medicine del Hospital Mount Sinai, en Nueva York.

El experto analiza, para GACETA MÉDICA, el riesgo que supone la situación actual en China y la llegada de nuevas subvariantes del SARS-CoV-2, junto a las lecciones aprendidas en esta pandemia.

Pregunta. La situación en China ha reactivado la alarma por la COVID-19 en las últimas semanas, ¿existe un riesgo real de que se pueda complicar la situación en Europa o Estados Unidos?

Respuesta. El riesgo sigue siendo el mismo que existía antes. El principal es que aparezcan variantes muy distintas de lo que está circulando, de tal modo que empiecen a infectar a más gente. Ese riesgo va a existir siempre.

A veces tarda cuatro o cinco años en surgir una variante que cause esos problemas, otras un año, pero sabemos que el virus cambia. No sabemos cuánta capacidad total tiene de cambio, no sabemos si, como la gripe, puede cambiar prácticamente de forma indefinida o si tiene un más de restricciones y resulta más difícil.

Adolfo García-Sastre nos ofreció su análisis desde su despacho en Nueva York.

Sabemos que está cambiando y que, cuanta más circulación hay, más posibilidades de que siga cambiando. Ahora la atención está China, donde hay mucha gente, y antes fue África, también con mucha gente. De ahí salió seguramente ómicron, una variante poco más distinta del resto.

De Europa salió la versión Alfa, y no fue muy diferente lo anterior; no sabemos lo que va a salir de China con la circulación que hay, pero variantes van a salir. Hasta ahora, ninguna de las variantes que han aparecido, con la ayuda de las vacunas, ha dado un problema tan grande como el que hubo al principio. Eso va a ser muy difícil.

Por muy distinta que sea, ninguna va a poder evadir por completo la inmunidad adquirida que ya existe. Puede hacerlo, hasta cierto punto, pero no completamente. Hay pocas personas que no tengan anticuerpos o ningún tipo de inmunidad contra el virus.

Hasta ahora, a China no había llegado el virus, tenía que hacerlo tarde o temprano. Ha llegado de un modo explosivo, que se podía haber evitado, pero no lo han logrado. Habría sido distinto si, por ejemplo, hubiesen adoptado una medida como vacunar en un mes de nuevo a toda la población antes de abrir las restricciones.

No es lo que han hecho, han abierto de sopetón, y eso da lugar a una circulación aparentemente mayor que lo que había en Europa al principio.

P. ¿Qué diferencias presenta la variante kraken con respecto a las últimas que están circulando?

R. La kraken es la XBB 1.5. Cuando ómicron vino, igual que la delta, se dividió en muchas variantes. Dentro de ómicron tuvimos primero BA.1, luego BA.2 y BA.4 y BA.5, de las cuales esta última fue la que más éxito tuvo, y siguió derivando a algunas más. Eso fue en Europa, América y África.

En ciertos lugares de Asia, BA.2 tuvo una serie de cambios que dio lugar a XBB 1.5, que es distinta de BA.5, aunque son todas variantes de ómicron. XBB 1.5 es la kraken y BA.5 se ha conocido como ‘cerberus’. Estas variantes estaban en sitios distintos. No se sabe cuál de las dos va a ser predominante si se juntan.

Parece ser que XBB 1.5 ha llegado a Estados Unidos. Quizá aquí ha habido ya muchas infecciones con BA.5 y eso hace que sea más trasmisible que BA.5, porque hay más inmunidad con esta última.

La BA.5 es la que se ha incluido en la vacuna bivalente, aunque tampoco es que haya mucha gente vacunada con esta aún, y es la variante que ha estado circulando en gran cantidad.

Ahora viene esta otra variante de ómicron, que circula en otra parte del mundo y es un poco distinta, un poco más trasmisible.

“Tras la entrada en China y después de un par de ondas más allí, es muy probable que la OMS pueda dar por terminada la situación de pandemia. Sería a finales de 2023 o principios de 2024”

Es muy difícil comparar dos variantes cara a cara en cuanto a transmisibilidad, porque depende mucho de la inmunidad que haya en el lugar contra una de ellas; si hay más inmunidad contra una de ellas, la otra prevalece. Si ocurre en una población sin inmunidad puede que prevalezcan ambas o quizá la otra.

Hoy en día, en presencia de inmunidad contra BA.5, XBB 1.5, que se puede considerar como una nueva subvariante de ómicron, está empezando a dominar, y es lo que estamos viendo ahora.

El virus cambia muy rápidamente y para cuando quieres tener una vacuna como la bivalente ya queda atrasada con respecto a lo que está circulando, que va a ser XBB. Todavía no hay mucho en Europa, pero en Nueva York se ha puesto dominante en un mes y se espera que siga el mismo camino allí.

P. ¿Preocupa de alguna forma por su gravedad? ¿Seguimos avanzando hacia formas más leves?

R. En general no hemos visto nada que nos indique que haya aumentado en cuestión de gravedad. Aunque nunca se puede excluir. También podemos decir que, por ahora, en gripe no lo hemos visto, en la estacional, y no esperamos una variante que se haya vuelto muy virulenta…

Creo que la biología del virus tiene que cambiar mucho como para que sea muy virulenta en presencia de inmunidad anterior, que es como estamos ahora. La mayor parte de lo que vemos de atenuación no es tanto debido al propio virus como a la cierta inmunidad que tenemos debido a vacunación, infección, o mezcla de las dos.

En esos parámetros va a ser difícil que el virus cambie a mucho más virulento, o que sea tan virulento como al principio. Es decir, ahora mismo es muy difícil que cause los problemas que causaba al principio, sin inmunidad.

Va a seguir cambiando, va a seguir dando lugar a hospitalizaciones y muertes, eso no se puede detener del todo. El número de hospitalizaciones dependerá de lo rápido que cambie y de cuántas infecciones haya en un determinado momento, y de cuánta gente se siga vacunando. Cuanta más gente haya vacunada, sobre todo con las últimas vacunas, menos hospitalizaciones habrá.

Es algo que decidiremos como sociedad: cuántos nos queremos vacunar y cuántos no. Lo cierto es que una persona adulta tiene muy poco riesgo de ir al hospital si se infecta, pero existe, y si hay 10.000 infecciones es posible que una persona adulta, sin pertenecer a un grupo de riesgo, termine en el hospital. Se podría evitar, a lo mejor, con vacunación.

Dependerá de los números, uno de cada 10.000 no es mucho, pero si se infectan 10 millones de personas se convierte en un número significativo para un hospital.

P No es fácil hacer pronósticos, pero se empieza a oír hablar del fin de la pandemia a medio plazo, ¿cómo ve el panorama en 2023?

R Hacer una predicción es siempre difícil. La pandemia se declarará acabada cuando la Organización Mundial de la Salud lo haga. Llegará un punto en el que, como organismo oficial, tendrá que decir que el virus circula, pero no es pandémico.

Mientras China estaba como estaba, se sabía que no iba a pasar, porque el virus podía entrar en cualquier momento. Ahora que ha entrado en China, que era el último reducto que quedaba, y después de un tiempo, con quizá otras dos ondas más allí, es posible que la OMS declare la pandemia acabada. Quizá sea para finales de 2023 o principios de 2024.

En realidad, para mí la pandemia ha acabado hace mucho tiempo. Lo que veo aquí, en Estados Unidos, y lo que veo en España, son problemas, pero no pandémicos. Se pueden tratar, hay muertes, pero no causa un colapso o confinamientos, que es lo que va asociado a las pandemias. Se ha acabado en distintos sitios, en otros no, y hasta que no esté finalizada en todos no se declarará su final.

P. ¿Qué lecciones debemos aprender de estos años de pandemia?

R Quizá la más importante es la preparación, y no estoy seguro de que estemos preparados para afrontar otra pandemia. Hay que movilizar recursos de un modo muy rápido, y es difícil, a no ser que haya algo pre-preparado. Tener algo pre-preparado para algo que no ocurre, a lo mejor, hasta dentro de cuarenta años es muy complicado.

Lo más importante al principio es distribuir y hacer test de diagnóstico, cuantos más, mejor. El diagnóstico ahora mismo para un virus se consigue rápido. Pero, claro, hay que usar reactivos que son específicos para cada virus. Ante un virus nuevo hay que desarrollar un test de diagnóstico y fabricarlo, distribuirlo y usarlo, y eso lleva tiempo.

“La lección aprendida más importante es la preparación, y no estoy seguro de que estemos preparados para afrontar otra pandemia”

Para esto último también se necesita personal sanitario, y no se puede conseguir rápido. No se puede duplicar o triplicar la fuerza que tienes para combatir una pandemia en un par de días, a no ser que haya forma de poder mantener la cantidad de gente que se necesita para ello. Esto no va a ocurrir y, mientras no suceda, las pandemias nos seguirán sorprendiendo, al igual que que nos ha sorprendido ésta.

Aun así, y dentro de lo que cabe, se ha conseguido una vacuna de un modo muy rápido, algo muy difícil de creer al principio. Sobre todo, teniendo en cuenta que no se ha saltado ninguna norma de seguridad en vacunas.

P. En la OMS ya hay un grupo de expertos con el radar en los virus o agentes patógenos que pueden causar una pandemia. ¿Alguno puede ser relevante en los próximos años?

R. El virus de la gripe siempre ha causado pandemia, es fácil que nos encontremos con alguna pandemia. No ha cambiado la ecología del virus como para pensar que no vayan a existir más pandemias de gripe, pero es completamente impredecible saber qué virus de la gripe puede ser el causante.

Se pueden considerar, ponerlos en mayor o menor riesgo, pero, como es un acontecimiento tan improbable, pero que ocurre, es muy difícil avanzar cuál es el virus que lo va a causar.

Antes de esta pandemia de SARS-CoV-2 si le hubieras preguntado a cualquier experto te habría dicho que los virus como SARS-CoV ya lo intentaron una vez, y no lo habían logrado. Es uno de los problemas que hubo al principio, que mucha gente pensó que se podría contener, pero no.

Basarse en el pasado sobre qué ha sido un éxito para predecir una pandemia es muy difícil.

P. ¿Qué mensaje debe quedar claro para los profesionales sanitarios después de estos años en los que han tenido que lidiar con una enfermedad totalmente nueva y situaciones insólitas para ellos?

R. El primero es que, cuanta más gente vacunada haya, mejor. Mucha gente dirá: para qué me quiero vacunar, pensando en que si tengo una enfermedad, va a ser un catarro normal. Si te vacunas, tienes menos riesgo, es algo que la gente no termina de creer del todo. Piensan que quizá sea más natural asumirlo como un catarro y no pasar por la vacuna. En realidad, una vacuna no es tan artificial, son componentes en su mayor parte orgánicos que tratan de dar la misma respuesta que la infección sin efectos adversos. Es algo difícil de explicar y no sé cómo convencer a la gente de las ventajas que supone vacunarse.

“Hay que considerar un poco más el uso de los antivirales, que creo que no se están empleando lo suficiente en este momento”

Por otra parte, el uso de antivirales se podría promover un poco más. Ahora mismo el antiviral que se usa más es Paxlovid. Se usa con una segunda medicación, para hacer que su concentración en sangre no baje, lo que hace que si el paciente está tomando otra medicación también suba el contenido de estos otros fármacos. En el caso de los mayores, muchos tienen tratamientos para enfermedades crónicas, y ese es el problema.

En adultos jóvenes, si alguien tiene COVID y se diagnostica, lo más normal es que prescriban paxlovid para frenar la transmisión y el desarrollo de la enfermedad lo más rápidamente posible.

En general, hay que considerar un poco más el uso de los antivirales, que creo que no se están empleando lo suficiente en este momento. Eso podría dar lugar a una menor circulación del virus.


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