La COVID persistente, también conocida como COVID-19 crónico o Long COVID, se refiere a una serie de síntomas a largo plazo que pueden afectar a las personas que han padecido la enfermedad por SARS-CoV-2. Los síntomas más habituales que se han descrito son fatiga, dificultad para respirar, tos, dolor de cabeza, pérdida del gusto y el olfato, dolor articular o muscular y lo que se conoce como niebla mental. Sin embargo, todavía no se conoce con exactitud el motivo por el que esto ocurre.

En esta línea, los Servicios de Medicina Interna de los hospitales universitarios Infanta Leonor y 12 de Octubre de Madrid, en colaboración con la Facultad de Fisioterapia de la Universidad Rey Juan Carlos, están liderando dos estudios que proporcionan información crucial sobre la patogenia y posibles tratamientos para pacientes con COVID persistente.

“Todavía hay un número importante de personas que siguen teniendo síntomas y aunque los síntomas no implican riesgo vital sí que generar una calidad de vida muy baja estos pacientes”, explica a Gaceta Médica, Juan Torres Macho, jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Infanta Leonor. “Parece que la mayor parte de los pacientes con COVID persistente vienen de las primeras olas cuando todavía las variantes eran más agresivas y no estábamos vacunados. Claramente la incidencia ha ido bajando poco a poco, pero desconocemos realmente la proporción de pacientes que desarrollan esta condición”, añade.

Estudio VIPER

El primer estudio investiga la presencia de ARN del SARS-CoV-2 en muestras biológicas de pacientes con COVID persistente, comparándolos con un grupo control. Este estudio, denominado ‘VIPER‘, ha sido publicado recientemente en la revista de enfermedades infecciosas, Journal of Medical Virology. Este estudio de casos y controles se distingue por incluir pacientes con un periodo prolongado de síntomas tras la infección inicial, con una media de dos años, y un grupo control de pacientes que no presentaron síntomas después de superar un COVID agudo.

“Todavía no se conoce la causa exacta de la Covid persistente, pero una de las teorías que hay más importante es que existe persistencia del virus en el organismo, no se sabe si virus activo o partículas del virus que producen pues una reacción en el sistema inmunológico que es el que genera los síntomas”, puntualiza Torres Macho.

Este trabajo evaluó muestras de plasma, orina y heces de 112 pacientes en busca de la persistencia del virus SARS-CoV-2 como posible explicación para los síntomas prolongados del COVID persistente. Sin embargo, los resultados no detectaron la presencia del virus en ninguna de las muestras, descartando esta vía para entender las causas de esta enfermedad y para desarrollar una prueba diagnóstica sencilla y accesible para estos pacientes. Además, si se hubieran obtenido resultados positivos, se habría abierto la puerta a nuevos estudios de intervención clínica con antivirales.

“Había varios estudios hechos poco tiempo después del COVID agudo, solo meses después, que analizaban muestras biológicas de los pacientes y se veía que en una proporción significativa pues tenían ARN viral”, detalla el especialista. “Nosotros lo que hemos hecho es hacerlo en una corte de pacientes que habían pasado la infección aguda hace más tiempo, con una media de dos años. Nosotros no hemos encontrado restos de RNA, lo cual no quiere decir que no haya. Puede haber virus en el cuerpo, pero por lo menos las muestras biológicas no son un buen mecanismo para para detectarlo“. Torres aclara que este resultado no descarta dicha hipótesis, ya que el virus podría alojarse en otras zonas como el sistema nervioso central o el intestino, sin embargo, esto solo podría detectarse mediante biopsia “pero es una técnica muy cruenta”, recalca.

Efecto protector de Remdesivir

Por otro lado, en la revista ‘Viruses’ se ha publico otro de los estudios llevados a cabo por este grupo. Este analiza el impacto del tratamiento con el antiviral Remdesivir en 216 pacientes hospitalizados con Covid-19 aguda, en relación con el desarrollo posterior de síntomas compatibles con la COVID persistente. El estudio revela resultados positivos que sugieren un efecto protector del tratamiento antiviral durante la fase aguda de la enfermedad. Estos hallazgos aportan evidencia a una de las hipótesis que indican que la reducción de la carga viral en la COVID aguda podría disminuir el riesgo de desarrollar síntomas persistentes posteriormente.

Torres Macho explica que “lo que se hizo fue utilizar la información que teníamos en varios hospitales, principalmente en el12 de octubre, sobre pacientes que habíamos tratado con remdesivir en su momento, sobre todo en la segunda y tercera oleada. Es lo que se llama un estudio de casos controles”. Así, se determinó una metodología de investigación de similares, es decir, similar número de hombres y mujeres, edades parecidas, etc. para que no hubiese otros factores que condicionen los resultados.

“Se hizo una entrevista a todos esos pacientes tiempo después para comprobar si tenían síntomas persistentes o no, y se vio que en el grupo tratado con remdesivir había una menor incidencia“, señala el especialista. “No obstante, este estudio tiene limitaciones, ya que al tratarse de un trabajo retrospectivo y no un ensayo clínico en el que tratamos a los pacientes con este fármaco y vemos si desarrollan o no los síntomas, los resultados son limitados. Pero es una información más que nos apoya y hay bastantes en la literatura científica que indican que un tratamiento agudo que baje la carga viral puede disminuir el riesgo de Covid persistente”.

Nuevos pasos a seguir

Teniendo estos datos, Torres Macho asegura que ahora están pendientes de desarrollar un nuevo estudio para conocer la incidencia actual de COVID persistente. “Se trata de los pacientes que se están infectando ahora con el perfil de COVID persistente, que sobre todo son jóvenes y mujeres con COVID leve-moderado, es decir, los que están siendo vistos ambulatoriamente”. “Vamos a intentar sacar adelante un estudio para saber ahora mismo cuál es la probabilidad de desarrollarlo, porque a nivel de España no lo sabemos, aunque en otros países se baraja que es entre de entre un 1 y un 4 por ciento”, concluye el experto.


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